Escenas educativas vol. 6: Paula y el miedo a engañarse a sí misma

Hoy Luz nos cuenta cómo resolvió un pequeño problema con su hija Paula, que se corregía sus ejercicios sobre el papel mientras su profesora lo hacía en la pizarra, contándole la vivencia de una amiga.

Hoy Luz nos cuenta cómo resolvió un pequeño problema con su hija Paula, que se corregía sus ejercicios sobre el papel mientras su profesora lo hacía en la pizarra. ¡No te pierdas esta historia y comparte la tuya en autores(arroba)gestionandohijos(punto)com!

A veces, con nuestros hijos e hijas, nos encontramos ante  situaciones que aunque no parecen excesivamente graves deben ser corregidas. Os comparto una de esas situaciones y cómo la solucioné.  Ahora Paula, nuestra hija, tiene 10 años, pero esta historia sucedió cuando tenía 8 años y cursaba 3º de Primaria. Paula era -y es- una niña despierta e inteligente que disfruta  en el cole y que saca siempre excelentes notas. En la reunión de mitad de curso con su tutora, Cristina, ésta nos comentó que todo iba genial pero que la había “pescado” en alguna ocasión corrigiéndose con disimulo alguna operación matemática o alguna falta de ortografía de los ejercicios que corregían en común en la pizarra. Ese proceder no le cambiaba la nota, pero estaba claro que no debía acostumbrarse a esa conducta, de la que ella pensaba que nadie se percataba. Seguramente lo hacía porque es una niña muy competitiva y no soportaba fallar ni en una coma, pero podía ir a más y convertirse en un problema. Paula es también una niña muy empática y con un potente pensamiento simbólico, esto es, una niña a la que impresionan las historias de los demás y es capaz de ponerse con facilidad en su lugar. Por eso, con la seño Cristina trazamos un plan. Le dijimos que la reunión con la profesora había ido estupendamente y que todo estaba bien. Por tanto ella se olvidó de la reunión y claro, siguió corrigiéndose pequeños errores en sus trabajos, la muy pillina. A medio día mientras come en casa de los abuelos, suelo llamarla desde la ofi para ver cómo lleva la jornada. Dejé, pues, pasar unas semanas tras la reunión y en una de esas llamadas le comenté que me iba a tomar un café con una compañera, Teresa, para animarla porque estaba “hecha polvo” por lo que le habían dicho en el cole acerca de su hija Marta, una niña un par de años mayor que Paula.

Enseguida mi hija mostró mucho interés en saber qué pasaba. “Han pillado a Marta corrigiéndose con el mismo boli un examen y la profesora ha llamado a sus padres”, le conté. Mi compañera Teresa está muy preocupada porque además de engañar a sus profesores, Marta se engaña a si misma. Si no entiende que gracias a sus errores aprende ocurre lo peor: que se engaña a si misma. ¡”Qué pena”, le dije a  Paula, porque Marta va a tener ahora un castigo pero lo peor es que ya nadie sabrá qué es lo que realmente había hecho bien. No pasa nada por fallar alguna pregunta o por equivocarnos. Si no comentemos errores no aprendemos”.

Paula volvió esa misma tarde al cole y no perdió ni un segundo en explicarle lo que le “había contado su madre de otra niña” a la seño Cristina. Esta se pinzaba el puente de la nariz y no paraba de decir “no doy crédito, no doy crédito, Paula” evitando mirarla para no reírse “¡Pobre niña! Ha hecho algo que está fatal y que ha preocupado a sus padres y a sus profesores pero lo peor es que en realidad a quien se engañaba era a ella”, le decía mi hija.

Por supuesto ¡Paula no volvió a corregirse ni la fecha!  Cuando veo a veces a la seño Cristina en el súper y no voy con Paula, ambas nos pinzamos el puente de la nariz diciendo “No doy crédito, no doy crédito” y nos echamos a reír… Sólo espero que Paula y Marta tarden aún unos años en coincidir en algún lugar y sepan encontrarle la parte divertida a la historia. Quién sabe, igual incluso usan este método cuando tengan hijos…


 

Imagen de portada: Study. Fuente: Ben Francis/Flickr

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