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El ciclo de los malos comportamientos de los niños

Conociendo las causas y controlando nuestra reacción ante sus conductas, podemos reconducir estos comportamientos

Pedimos a nuestra hija que recoja los juguetes. Nuestra hija no quiere recogerlos. Nos empieza a gritar, e incluso a empujar. Nosotros como progenitores nos contagiamos de su emoción y también la chillamos. Como tenemos mucho malestar emocional, decidimos castigarla porque creemos que así va a aprender a no comportarse mal. La próxima vez que le pidamos algo a nuestra hija, puede que sucedan dos opciones: o que lo haga por miedo a las consecuencias y por miedo a sus progenitores o que no lo haga y se rebele ante sus padres por castigarle.

Estamos ante el ciclo de los malos comportamientos: nuestro hijo vuelve a comportarse mal, no quiere hacer lo que le decimos y nosotros para que nuestro hijo “aprenda” decidimos castigarle punitivamente. Se trata de un ciclo que se vuelve a repetir porque no ponemos remedio a cambiar esas conductas, sino que ponemos un parche punitivo (el castigo) que no beneficia en nada a nuestros hijos, es más, les pueden generar consecuencias negativas como una menor confianza en sus progenitores, una menor autoestima y un menor autoconcepto de sí mismos.

Con castigos, se vuelve a repetir el ciclo de los malos comportamientos

Los niños están aprendiendo poco a poco las normas y los límites, no tienen la misma capacidad que nosotros para acatar las órdenes. Esto no significa que seamos firmes con nuestros límites, pero los castigos no son la solución para que cambie su comportamiento. Así lo explica la pedagoga Maite Vallet: “Con el castigo se resalta el error, se agrede y se etiqueta. Le digo a mi hijo: siempre te portas mal, eres un desordenado, mereces ser castigado”. Todos estos comentarios tienen una clara repercusión en el autoestima de los niños.

Es cierto que aplicando un castigo conseguimos un objetivo a corto plazo: la próxima vez nuestros hijos harán lo que les pidamos, pero lo harán con miedo a las consecuencias, al castigo, miedo a que se les retire el amor. Cuando mandamos a nuestro hijo a su habitación castigado, les estamos negando nuestro cariño y les estamos enseñando indirectamente que cuando hacen algo algo que no nos gusta, les retiramos nuestro amor.

Por otro lado, usar el castigo para que aprenda las consecuencias de comportarse mal, puede tener el efecto contrario que queremos conseguir: puede hacer que nuestro hijo en rebeldía vuelva a no acatar lo que le decimos y se repite el ciclo de los malos comportamientos. Los niños y niñas pueden dejar de sentir confianza en los adultos y querer ir en contra de nosotros y de lo que les pedimos. Si basamos la educación en los castigos, nuestros hijos no tendrán las herramientas para pensar en sus conductas y nuestro vínculo se verá mermado.

Pero nos preguntamos: ¿y qué hago cuando se comportan mal? ¿Cómo pueden aprender que esa conducta es inadecuada y que no la pueden repetir? ¿Cómo puedo hacer para que me hagan caso? Debemos enfocarnos en encontrar la solución y evitar los castigos.

Cómo reconducir malas conductas de los niños

Que nuestros hijos nos hagan caso, cambien sus malos comportamientos una vez que los han adquirido, es muy complicado y requiere de mucha paciencia y tiempo. Siempre que lo creáis conveniente, un profesional psicólogo va a ayudarnos y a guiarnos para tratar con las conductas de nuestros hijos.

Evita

  • Aplicar castigos: entenderá que estás castigando su modo de ser y no su conducta.
  • Gritarle e insultarle.
  • Decirle: “es que eres un desastre” “eres lo peor”. Creerá en esas etiquetas.
  • Darle más importancia de la que tiene la conducta (a veces nos centramos solos en las conductas negativas y no reforzamos las positivas).

Prueba a hacer

  • Decirle las cosas claras y breves (a ser posible mirándola a los ojos).
  • Poner límites claros y firmes: por ejemplo, en casa se habla en voz calmada.
  • Repetimos, sé firme. Si nuestra hija realiza una conducta inadecuada, le debemos hacer saber que no puede tener esa conducta en toda ocasión que la repita, no solo cuando a nosotros nos moleste.
  • Comunicar en positivo: comprende su situación de malestar y házselo saber, pero también dile que esa conducta no está permitida.
  • Pacta unas consecuencias con ella y anímala a buscar una solución.

Causas de los malos comportamientos en niños

María Soto, experta en disciplina positiva y creadora de Educa Bonito señala que muchas veces nos preocupamos mucho más por la conducta y la llamada de atención y no prestamos atención a la emoción que se esconde detrás de esa acción. “Su conducta es importante, pero más lo es la emoción por la que reacciona así”, cuenta. Esa desobediencia y ese malestar que presenta nuestro hijo es su forma de reaccionar ante una necesidad no cubierta. “Nuestros hijos se portan mal porque no saben expresar lo que les pasa de otra manera, los malos comportamientos son malas decisiones que nos hablan de una necesidad. Y ante su necesidad mal expresada, muchas veces solo tenemos en cuenta cómo lo expresan, no lo que sienten de verdad”, añade.

Darnos cuenta de que nuestro hijo tiene necesidades no cubiertas, tomar acción y cubrir esa necesidad, va a hacer que esas conductas “inadecuadas” vayan reduciéndose con el tiempo, con paciencia y acompañándoles ante sus conductas erróneas y malestar emocional.

Si nuestro hijo tiene una mala conducta o no nos hace caso, es un síntoma de que algo le puede estar pasando. También puede ser que haya aprendido a comportarse así, que se encuentre en etapas de su vida (la etapa de las rabietas o la adolescencia) donde hay más propensión a tener conductas equivocadas o que no tenga ningún control sobre su gestión emocional y, por ende, de sus conductas. Algunas de estas causas puede que esté detrás de ese mal comportamiento:

  • Falta de confianza en sus padres
  • Pérdida del vínculo con progenitores
  • Necesidades emocionales no cubiertas
  • Ha aprendido a comportarse así
  • Necesidad de reafirmar su yo y su autonomía
  • Poca validación emocional
  • Etiquetas de “niño malo”

No existen fórmulas mágicas para cambiar los malos comportamientos de nuestros hijos e hijas. Pero conociendo las causas por las que se comportan así y controlando también nuestro forma de reaccionar a sus conductas podremos con tiempo ir viendo cambios.

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