Todos las madres y padres queremos comunicarnos bien con nuestros hijos. De hecho, es en nuestros errores de comunicación donde se originan muchos de los problemas de relación que consideramos como indeseados. ¿Cómo saber si estoy utilizando bien la comunicación con mis hijos? Responder a la pregunta no es una tarea fácil. Para facilitar la tarea, he extraído del libro ‘El arte de conversar’ de Friedemann Schulz Von Thun un modelo que nos permite diagnosticar nuestras artes comunicativas con relación a dos ejes:
1- Valoración/Menosprecio
2- Orientación/tutela
Dependiendo cómo resolvamos determinadas situaciones cotidianas y cómo las expresemos, podemos situarnos en alguno de los cuatro cuadrantes que se ven en el gráfico que acompaña estas líneas.
El autor de ‘El arte de conversar’ nos propone un ejemplo que bien pudiera ocurrir en cualquiera de nuestros hogares. Supongamos que la familia al completo se está arreglando para asistir a una fiesta. Nuestra hija adolescente, 14 años, dice: “Mami, me pongo los tejanos, ¿vale?”. Nosotros sabemos que los vaqueros no son una prenda adecuada para la fiesta y que sería mejor que fuera con un pantalón negro. Se exponen cuatro formas de resolver la discrepancia, cada una de ellas corresponde a una parte del cuadro.
– El estilo autoritario (menosprecio/alta tutela) respondería: “¡Estás chalada! ¡Tú te
pones el pantalón negro inmediatamente!”
– Estilo paternalista atento (valoración/alta tutela) : “Cariño, hoy los tejanos no son
muy adecuados. Anda, ponte el pantalón negro, ¿vale?”
– Estilo dejar hacer (menosprecio/baja tutela): “Haz lo que te dé la gana. De ti podemos
esperar cualquier cosa”.
– Estilo socialmente cooperativo (valoración/baja tutela): “Uy, me temo que no irás
suficientemente elegante. Pero tú te sientes mejor con vaqueros, ¿no?”
Cada uno de nosotros puede situar las conversaciones con sus hijos en alguno de esos cuadrantes. Cambiarnos del cuadrante de estilo autoritario al de socialmente cooperativo no es tan sencillo como pudiera parecer; no se trata únicamente de cambiar nuestras formas (crear lo que los psicólogos nombran como un “envoltorio agradable”), sino de modificar la
visión de la relación que mantenemos con nuestros hijos y, por tanto, de los sentimientos que se derivan de esa relación. Tal como dice el autor de ‘El arte de conversar’: “el objetivo de desarrollar una capacidad comunicativa requiere un programa de aprendizaje que fomente la salud anímica de la personalidad en su conjunto”.
La conversación es probablemente la herramienta educativa más potente que tenemos.
Quizás, no la valoremos en su justa medida porque acceder a ella es muy fácil, no exige ningún esfuerzo, pero yo te propoingo que te propongas cuidar la forma de comunicarte con tus hijos como una condición necesaria (y quizás suficiente) para que vuestra relación con vuestros hijos mejore.
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