Entrevistamos a Javier Urra acerca de los niños tiranos y de las ideas clave que este gran experto, primer Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, autor de El pequeño dictador (un superventas en educación), e impulsor del proyecto de reeducación Recurra-Ginso, nos brinda para vacunar a nuestros hijos contra la violencia. Javier Urra impartió un taller sobre el tema en la Semana Gestionando Hijos de la mano de la Fundación SM.
Un niño dictador “no nace, se hace. Su principio filosófico es primero yo y después yo. Cree que el mundo gira a su alrededor, no se pone en el lugar del otro y empieza por insultos, rompe objetos y puede llegar a agresión física. Lo que hace es machacar al otro de una u otra forma”. Por experiencia Urra sabe que es un bumerán: “daña al otro y se vuelve contra sí mismo”. Lejos de interpretaciones maniqueas, de etiquetarlos como malos, Urra nos cuenta que estos niños “quieren querer, pero no saben cómo querer”.
Javier Urra nos advierte de que en los últimos tiempos, a pesar de la disminución de otras formas de violencia juvenil, se está viviendo un repunte de la violencia filio-parental, ejercida de hijos a padres. “Antes casi se tenía miedo al padre porque la autoridad se imponía”. Sin embargo, “esta es una sociedad más igualitaria pero tienes que tener un freno de mano conductual”. Este tipo de violencia no es problema solo de los padres que la sufren, es un problema social según este experto, que recuerda que “en una sociedad donde la presión del consumo es alta, hay muchos chavales que dicen: ‘Tú me has parido, tú me aguantas. Y yo voy a exigir y tú me das todo’. Quizá nos ha faltado unir a la palabra derechos la palabra deber”. El hecho de que sus libros sobre el tema vendan tantos ejemplares y, sobre todo, su experiencia en el programa Recurra-Ginso, le hace pensar a Urra que “es un tema real de la sociedad del que no se habla porque las víctimas no se sienten comprendidas”. Por eso lo compara a la época en la que “empezó a aparecer en muchas familias un hijo drogodependiente, que todo el mundo lo encubría o lo callaba hasta que se dieron cuenta de que es un problema que te afecta a ti pero que es un tema mucho más general”.
Hecho el diagnóstico, le preguntamos a Urra sobre cómo vacunar o curar contra esta violencia.
“Lo primero que le trasladaría a un niño es seguridad, lo segundo es te quiero, y porque te quiero te pongo límites, te enseño la solidaridad y es a partir de que lo importante no es el yo, es el nosotros que cambia tu mentalidad y así es imposible que un chaval se vuelva contra los demás”.
Pero ¿qué pasa cuando la agresión se ha producido? “Cuando a mí me llega un chaval que agrede a sus padres hacemos un parón, una reflexión y provocamos un cambio cognitivo y conductal. También trabajamos con los padres, porque no se trata de decir ‘tú eres el culpable’ sino decir que aquí tenemos un conflicto y la solución tiene que venir de todas las partes”. En el centro Recurra-Ginso trabajan mucho “la autobiografía. ¿Cómo se vive un chaval? ¿Cómo se siente dentro del hogar? Y ahí el chaval suele romper a llorar y a expresar”. Una vez rota la barrera, “tienen muchas ganas de quererse y como los imanes que se repelen, los colocamos bien y se atraen”.
