Frases prohibidas: “A mi hijo solo lo regaño yo”

A menudo vemos nuestros hijos como una extensión de nosotros mismos o una posesión. Por eso quizá nos molesta que, cuando se da el caso, otra persona lo regañe o le recrimine un comportamiento inadecuado, incluidos los profesores.

Frases prohibidas: “A mi hijo solo lo regaño yo”

A menudo vemos nuestros hijos como una extensión de nosotros mismos o una posesión. Por eso quizá nos molesta que, cuando se da el caso, otra persona lo regañe o le recrimine un comportamiento inadecuado, incluidos los profesores. Y aunque es cierto que nadie tiene derecho a juzgar a un niño o a hablar mal de él, tal vez evitar ciertos comportamientos que atentan contra su seguridad o las de los demás debería ser tarea de todos si queremos una sociedad sana y solidaria. Y la confianza en los profesores es básica para la educación de nuestros hijos.

Mateo tiene cinco años y sale del cole con la cabeza gacha, corriendo hacia su padre, que ha venido a buscarlo. El padre le da un abrazo y le pregunta qué le pasa. Y Mateo le cuenta que la profesora le ha reñido por pegar a un compañero. Que ha sido bastante severa y le ha dicho que eso no se hacía, que era intolerable y no se podía repetir. Mateo se muestra tan afectado que el padre, Felipe, decide hablar con la profesora, Sonia, para saber qué ha ocurrido. Sonia, con mucha discreción y apartada del corrillo de padres e hijos, le cuenta a Felipe que Mateo ha arañado en la cara y casi rompe la camiseta de su amigo porque le había quitado un juguete. Que ha sido una reacción tan agresiva que ella se ha puesto muy firme y seria y le ha dicho que eso no se podía volver a repetir. Que otras veces ha pegado a otros niños pero no de esa manera, pero que esto le parece más serio y requiere intervenir con firmeza. El padre escucha alarmado pero al ver a Mateo tan afectado le dice, delante del niño:

Es que Mateo no está acostumbrado a que le riña gente de fuera y está muy afectado. Creo que a mi hijo solo debería regañarlo yo.

Sonia trata de mostrarse comprensiva:

-Entiendo que es normal que profesores y padres colaboremos cuando pasan cosas de estas, pero el incidente ha ocurrido en mi clase y yo debo intervenir. Como profesora, yo también educo a mis alumnos. Yo no soy gente de fuera, soy su profesora.

-Yo preferiría que simplemente trataras de frenar la situación separándolos, que de educar a mi hijo ya me encargo yo. Me lo comentas y ya hablo con él cuando me cuente lo que ha pasado.

Sonia se siente un poco violenta y desautorizada delante de uno de sus alumnos. Cree que esta discusión no beneficia a nadie, de modo que quiere cortarla cuanto antes:

Si te parece, podemos hablar de este tema tranquilamente en una tutoría. ¿Te vendría bien la semana que viene?

Felipe y Sonia quedan en reunirse otro día para tratar este tema con calma. La reunión, más en frío, transcurre cordialmente y padres y profesora intercambian ideas para intervenir en casos parecidos y para que Mateo sea más receptivo a sus palabras. La colaboración entre familia y profesora da poco a poco sus frutos y Mateo se encuentra más tranquilo, menos agresivo y más a gusto consigo mismo.

 


Imagen: Carolina Sánchez B. Unsplash

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