El psicólogo José Antonio Luengo, escritor del aclamado libro “El dolor adolescente”, nos habla de esta etapa y de todos los desajustes que se viven en ella. Este relato no solo visibiliza dicha confusión adolescente, también nos ayuda a nosotros, los adultos, a comprender su sufrimiento, a empatizar con sus sentimientos y, sobre todo, a validarlos.
¿Piensas que los adolescentes nos piden ayuda y que como sociedad preferimos mirar hacia otro lado? ¿Preferimos ignorar el dolor?
El experto nos explica: “El verdadero sufrimiento empieza en la adolescencia, cuando su pensamiento y capacidad cognitiva le enfrenta a la posibilidad de “ver” el futuro, de saber que lo que hacemos hoy tiene sus consecuencias en el mañana. Y que todo es, sin duda, más complejo. Cambia su mente, se modifican sus cuerpos… Y cambia también su alma. Sus anhelos, sus deseos, sus miedos, sus esperanzas y sudores”. Por todo esto, hemos de comprender que nosotros también fuimos adolescentes y que pasamos por momentos similares. Entender el momento en que viven es crucial para comprenderles y saber acompañarlos. ¿Cómo nos sentiríamos nosotros si alguien viniera y nos dijera que lo que sentimos no es legítimo? Probablemente nos sentiríamos devastados.
¿Crees que los jóvenes actuales están más expuestos a sufrir más? Es decir, ¿crees que son más frágiles?
“En la actualidad una evidencia que nuestros niños, niñas y adolescentes (y también jóvenes) muestran signos de debilidad e inconsistencia ante la dificultad, ante la adversidad. Llevamos tiempo ya inmersos en modelos educativos asentados en la hiperprotección e hiperseguridad, asentado en concepciones que entienden el dolor y lo complejo como experiencias que deben ser evitadas a toda costa. Y, claro, la realidad es que la vida es otra cosa”, nos comenta Antonio Luengo. Por otro lado, el problema reside en la manera de gestionar todos estos sentimientos: nuestros hijos desconocen sus emociones, no comprenden su dolor emocional. Porque nosotros, sus protectores, no les hemos dado las herramientas necesarias para atravesar su sufrimiento, superarlo.
En cuanto a tu libro y en relación con las preguntas, ¿a qué crees que se debe el dolor adolescente?
Respecto al libro, el escritor nos dice: “En algunas ocasiones, la fragilidad deviene de la debilidad de los vínculos emocionales y afectivos que, en la actualidad, se construyen. Y este no es un asunto menor. Mucho de todo (aunque a veces es muy poco de casi nada) no es ni mucho menos la garantía del bienestar “. Asimismo, como dice el experto, vivimos en una época de abundancia material, de cuanto más poseo, “más feliz voy a ser”. Y, la realidad, es que brindar a nuestros hijos de juguetes, de lujos o de caprichos no conseguirá que su dolor desaparezca. La clave reside en construir lazos fuertes y duraderos con nuestros hijos, construyendo así conversaciones enriquecedoras que les aporten sabiduría y seguridad. Además, otro recurso fundamental es establecer una relación cercana, utilizando las armas más poderosas: el amor y la empatía (puesto que, a veces, carecemos de esta última). Estamos tan envueltos en nuestros propios problemas, en nuestras preocupaciones, que no somos capaces de ver el sufrimiento externo. “Hemos configurado un mundo asentado singularmente en las necesidades de los adultos”, concluye el experto.
