Hace un mes Netflix estrenó ‘Sagrada Familia’, un thriller sobre el poder de la maternidad y las diferentes maneras de comprenderla. La trama gira en torno a Gloria Román, una madre que acaba de mudarse a Madrid con sus hijos, su Au pair y muchos secretos en la maleta. En su afán por protegerse a sí misma y a sus pequeños comete muchos actos cuestionables y llenos de sangre. “No tienes ni idea de lo que es capaz de hacer una madre por un hijo”, amenaza en el tráiler el personaje de Najwa Nimri. También la serie nos hace cuestionar qué es ser una buena madre, si queremos convertirnos en una o, si de forma contraria, tenemos otros planes. Del mismo modo, nos hace reflexionar si realmente con el objetivo de proteger a nuestros pequeños también nos terminamos equivocando por el camino. ¿Está todo justificado si se actúa desde el amor? ¿Podemos equivocarnos aunque actuemos por y para el bienestar de nuestros hijos?
Desde el amor también infligimos dolor
La mayoría de las madres intentamos actuar desde un lugar de profundo amor, pero desde allí también podemos cometer muchos errores. Igual que los comete el personaje de Nimri, que, bajo un papel de madre posesiva y controladora, termina infligiendo dolor a lo que más quiere: a sus hijos. “El amor de una madre es como la cola de un escorpión: flexible, precisa y llena de veneno”, se pronuncia otra vez en el tráiler. Bajo esta premisa, la serie nos deja claro que desde la familia podemos causar mucho dolor y que no todo está justificado. Debemos asumir que, como padres, no lo hacemos todo bien y que podemos fallar: que somos personas. “Los padres somos imperfectos”, nos dice el filósofo y pedagogo Gabriel Luri.
La otra cara de la serie: el conflicto interno de ser o no ser madre
Al contrario de nuestra protagonista, que adora su papel de madre y que haría lo que fuera por sus hijos, nos encontramos con otro personaje secundario que nos abre la puerta a otra reflexión: Las mujeres que no desean ser madres. Cabe resaltar que la serie está ambientada en los noventa, época en que la presión de la maternidad estaba aún más presente que en la actualidad. Aun así, es un ingrediente que invita a pensar y nos hace formularnos esta pregunta: ¿Tenemos la obligación de ser madres? Aunque esta premisa está algo obsoleta, Miriam Tirado nos recuerda: “No hay que tener hijos porque la sociedad lo espera, ni porque a tu madre le haría mucha ilusión, ni porque todas tus amigas ya son madres. Ser madre debería ser una elección”. Porque con la llegada de cierta edad nuestro entorno social nos ejerce presión para rellenar la casilla de check, como si tener un hijo fuese un trámite.
¿Pero, y si no queremos? ¿Qué pasa si tenemos otras aspiraciones vitales? ¿Qué hacemos?
“Olvida toda la paja, todos los miedos, todos los ‘qué dirán’ y atrévete a ser tú y a decidir por ti misma, sea lo que sea que tengas que decidir en la vida. No merecemos menos”, concluye Tirado.
