María Rosa Espot y Jaime Nubiola: “Necesitamos maestros convencidos de que su profesión es la mejor del mundo”

Puede que no seamos lo suficientemente conscientes del papel y la influencia que tienen los docentes, los profesores, los maestros, los educadores… en nuestros hijos e hijas. En las personas más importantes para nosotros. Y, por eso, quizá apenas se les valora hoy en día. Se piensa en sus horarios, en su tiempo de vacaciones, en lo que no hacen o en lo que hacen incorrectamente. Pero lo cierto es que tienen la capacidad de transformar y de marcar a nuestros hijos. Les ayudan a ser mejores personas y, por lo tanto, a ser feliz, como dice la profesora y doctora en Humanidades María Rosa Espot en el libro que acaba de publicar con el también profesor y filósofo Jaime Nubiola. Con ella hablamos en esta entrevista.

 

P. Alumnos ‘pasotas’, docentes quemados… es la pescadilla que se muerde la cola, ¿por dónde empezamos?

R. Por una renovación de la cultura del esfuerzo, y por resolver la grave crisis de autoridad existente en las aulas, contando para ambos objetivos con la imprescindible y necesaria implicación de los padres en la educación de sus hijos.

 

P. ¿Cuál es el verdadero problema: el sistema educativo, la falta de empatía…?

R. Más que de un problema, me parece a mí que se trata de un conjunto de problemas, por ejemplo, no contar con el esfuerzo, que es un concepto que apenas aparece contemplado —al menos de manera explícita— en la ley de educación actual; la formación inicial universitaria de los maestros, que pide con carácter de urgencia una profunda revisión; el problema de la atención de los alumnos en el aula; la falta de recursos y refuerzos educativos que la inclusividad reclama; el uso inadecuado de las tecnologías en el aula; la escasa colaboración de los padres en la educación de sus hijos.

 

P. ¿Están realmente valorados los maestros y profesores hoy en día?

 R. Lamentablemente la crisis de autoridad en las aulas es una realidad de hoy. Para superar esta crisis lo primero es convencerse de que la autoridad tiene que ganársela el docente día a día. Nadie puede dársela. Tener autoridad nos pide mucho a los profesores, pero abre la puerta a un diálogo confiado y respetuoso entre profesores y alumnos que permite educar en un clima cordial, respetuoso y de libertad. La autoridad del profesor no se basa en órdenes ni imposiciones, sino en la confianza que el alumno le otorga al reconocerle un saber y unos valores. Dicho con otras palabras, los pilares de la autoridad del profesor son su competencia profesional, la coherencia en su actuar y el querer a los alumnos. Lo segundo para alcanzar ese logro es poder contar con la necesaria e insustituible implicación de los padres en la educación de sus hijos que incuestionablemente son sus primeros educadores.

La autoridad tiene que ganársela el docente día a día. Nadie puede dársela.

P. ¿Qué necesitaríamos para que se reconociera su labor y la gran responsabilidad que tienen?

 R. Necesitamos profesores convencidos de que su profesión es la mejor del mundo. Profesores que vibren en el aula, entusiasmados con su materia y con lo que hacen, profesores comprometidos, que saben y aceptan que la sociedad les ha confiado una tarea importantísima: la educación de los adultos del mañana. Estoy hablando de profesores estudiosos, reflexivos, que dominan la materia que imparten y son muy buenos a la hora de explicarla, analizarla o discutirla, son buenos comunicadores y quieren a sus alumnos.

 

P. Parece que en lugar de ser un equipo, somos dos rivales (familia y escuela). ¿Cómo encontramos ese nexo de unión para remar a favor del niño, que es lo importante?

 R. La relación padres-profesores necesariamente ha de ser una relación de confianza y libertad, de cordialidad y de apoyo mutuo, en la que los puntos de unión —criterios, valores, principios, objetivos educativos— superen con creces las posibles desavenencias o discrepancias que puedan surgir. El profesor, como profesional de la educación, ha de velar por esa unidad. En este sentido, la formación de los padres es decisiva. A su vez los docentes tenemos que saber escuchar y considerar todas las ideas, inquietudes y aportaciones de los padres. Para una buena colaboración padres-profesores es básico ser flexibles, respetar la libertad y tener una sana actitud de autocrítica, así como una fluida y frecuente comunicación.

 

P. ¿Deberíamos empezar por preguntar al maestro ‘cómo está’?

 R. Depende de quién haga la pregunta. Si la pregunta viene de los padres, a mi modo de ver, la mejor pregunta al maestro para empezar es “¿en qué podemos ayudarte?”, pues no podemos olvidar que los primeros educadores de los alumnos son sus padres; los profesores colaboramos con los padres en la educación de sus hijos; sin esta colaboración la tarea educativa es muy difícil por no decir imposible. Si la pregunta viene de los organizadores de la educación, entonces la mejor pregunta al maestro para empezar es “¿cuál es tu realidad en el aula?”, y le sigue “¿qué necesitas para llevar a cabo una buena docencia?”

No podemos olvidar que los primeros educadores de los alumnos son sus padres.

P. ¿Y qué hacemos con el profesorado desmotivado, que ‘vomita’ la lección sin preocuparse del bienestar de los alumnos?

R. En primer lugar, ayudarle a descubrir que la grandeza de la profesión docente reside en el hecho de que los profesores con nuestro trabajo profesional ayudamos a los alumnos a ser mejores personas, por lo tanto, les ayudamos a ser más felices. En segundo lugar, le animaríamos a considerar que, aunque los primeros destinatarios del trabajo del profesor sean los alumnos y sus familias, el quehacer diario del profesor siempre repercute en muchas personas, por lo tanto, cada día puede ser para el profesor una oportunidad maravillosa para aportar su granito de arena a la mejora de la sociedad, a la mejora del mundo en el que vive. En definitiva, se trata de ayudar a descubrir la vía para ser un profesor enamorado de su profesión.

 

 P. ¿Qué puede hacer la administración, que se dedica a cambiar de ley educativa cada poco en lugar de atajar la raíz del problema real?

 R. Acercarse al profesor para conocer a fondo la realidad en las aulas y la realidad vital de los docentes. Un modo de hacerlo es preguntar a los profesores, escucharlos, pensar y actuar en consecuencia. Una ley educativa para que sea realmente eficaz no puede prescindir del escenario en el que se encuentra inmerso el profesorado día tras día.

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Lara Fernández

Periodista especializada en Educación y maestra de Educación infantil. Esta periodista que lleva ejerciendo 21 años en diferentes medios de comunicación escritos y audiovisuales cumplió en 2021 su principal sueño: convertirse en mamá. Fue también su gran lección de vida al darse de bruces con la AD y la AS. Tres años antes se había graduado como maestra de Educación Infantil y se había especializado en crianza y actividades sensoriales para niños. Todo ello le ha permitido desarrollar tres de sus grandes pasiones: la comunicación, la infancia y la educación. Tres pilares básicos porque, como ella misma suele decir: "La educación es el traje que elegimos los padres para que nuestros hijos puedan bailar en la vida"

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