“Tan normal es que un niño de dos años se haga pis en la cama como que tenga una rabieta” nos dice siempre el psicólogo Rafa Guerrero para que entendamos que las rabietas son totalmente normales, una parte más del desarrollo de nuestros hijos,
De igual forma que un niño se hace pis encima porque aún no controla sus esfínteres, también entra en rabieta cuando algo no sale como él desea porque aún no sabe controlar sus impulsos ni expresar sus emociones de una forma correcta y controlada.
“La mente emocional la tiene perfectamente desarrollada desde que nacen, pero la parte racional, la parte encargada de controlar esos impulsos, todavía no le acaba de funcionar del todo bien. Por eso se producen las rabietas”, nos explica el psicólogo Alberto Soler.
Las rabietas, por tanto, son un fenómeno normal, y como tal debemos gestionarlas. “No se dan porque el niño sea un malcriado o porque los padres no sepan imponer su autoridad. Se dan, simplemente, porque forman parte del desarrollo del niño” insiste Soler.
Rabietas en el parque, ¿por qué se producen?
A veces, es necesario que nos pongamos en el lugar de nuestros hijos para entender porqué se comportan como lo hacen.
Veamos, seguramente, la hora de irnos del parque sea en torno a las siete de la tarde. Nuestro hijo está ya muy cansado ya de todo el día. “A veces, vamos al parque para que se cansen, corran y que lo que luego queda en casa (baño, cena, cuento…) ocurra de una forma más sencilla y, finalmente, nuestro hijo caiga rendido, pero el cansancio del parque, añadido al que ya traía del colegio, se convierte en muchas papeletas de rabieta cuando le dices que hay que irse del parque para llegar a casa“, dice la consultora de crianza consciente Miriam Tirado en su libro ‘Rabietas’. El motivo es que los niños ya tienen el vaso a medio rebosar de emociones, y escuchar que nos vamos del parque (una actividad que les suele encantar) termina por desbordarlo”, afirma Tirado.
¿Cómo podemos actuar ante las rabietas en el parque?
Si ya es complicado actuar ante una rabieta de nuestros hijos cuando estamos en casa solos, cuando estamos en un lugar público, como es un parque, rodeados de gente es aún más difícil.
Muchas veces, por no tener que soportar la rabieta, le concedemos 5 minutos más de juego. “El problema de esto es que luego quieren otros 5, y cuando ya decidimos que no les damos más tiempo, entran en rabieta, por tanto, no nos la hemos ahorrado, la hemos pospuesto”, asegura Tirado.
Entonces, si la rabieta está prácticamente asegurada, ¿cómo actuamos?
Alberto Soler nos da los siguientes consejos:
- “Cuando estamos con el niño tirado en el suelo, con la cara roja, encendido, tenemos que bajarnos a su nivel, hablarle con calma y mirarle a los ojos“.
- Además, aunque nos resulte difícil, “tenemos que transmitir afecto y contención emocional. Los niños son muy sentidos y se dan cuenta de cuándo estamos enfadados, y pueden dudar de que les sigamos queriendo. No está de más que de manera explícita les digamos cuánto les queremos: “Mira, cariño, te quiero mucho, pero esto no es posible”. Esto, como hemos dicho, agachados, mirándole a los ojos, en un tono bajito.
- “Evitar las grandes explicaciones. “Repetir el mensaje tranquilamente, acompañándoles, pero olvidando los sermones. En ese momento de estallido emocional, su parte racional no está activada y no van a entrar en razón”.
Una cosa muy importante es que entendamos que su rabieta es normal, pero no sería lógico que nosotros nos pusiéramos a su nivel y perdiéramos el control. Nosotros somos los adultos, nosotros sí sabemos controlar nuestros impulsos. Además, como dice siempre la experta en Disciplina Positiva María Soto: “nuestra calma es su calma”.