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Nacho Tornel: “Estamos condenados a entendernos con nuestra pareja por el bien de nuestros hijos”

Ser felices como padres y tener una buena relación de pareja favorece la vida emocional de nuestros hijos, haciendo posible que, desde pequeños, tengan una buena autoestima y una personalidad estable. Esto facilitará a nuestros hijos tener una vida relacional positiva en la infancia y en la adolescencia, así como en sus primeras experiencias afectivas con otras personas. Pero, ¿cómo lo conseguimos?

En esta entrevista, el mediador familiar y experto en resolución de conflictos de pareja desde hace casi 20 años, Nacho Tornel, nos habla de “RelacionARTE“, su nuevo libro en el que trata los agentes externos que rodean a la pareja, y que mal llevados pueden ser origen de conflictos o motivo de ruptura. Uno de esos agentes externos (que él llama círculos concéntricos) son los hijos, que ocupa una parte muy importante a lo largo de todo el libro.

1. ¿Cómo podemos llegar a un consenso entre la pareja para que los dos actuemos en la misma dirección durante el embarazo y post embarazo? Evitando así caer en la individualización y asignación de tareas en función del sexo. 

 

Tenemos que estar los dos juntos en las visitas al ginecólogo desde el principio. Es un modo de ayudar a que él, que no está experimentando cambios hormonales y biológicos de todo tipo, pueda acelerar el proceso de sintonización con ella.

También vale la pena leer, sin volvernos locos, para documentarnos en lo que está ocurriendo. Leer los dos y comentar también ayuda a ir al unísono. Estar juntos en esto supone, asimismo, que uno al otro nos debemos ayudar a aclarar dudas, neutralizar posibles preocupaciones que pueden llegarle a pesar demasiado al otro hasta el punto de obsesionarle.

Para el padre, desembarcar cuanto antes y “atreverse” a cambiar el primer pañal, dar el primer biberón e incluso el primer baño. Es importante que el padre empiece cuanto antes el proceso de «bonding», es decir a desarrollar el apego entre el bebé y el padre. Para eso necesitarán también tiempo a solas, ellos dos.

Por supuesto, la atención al bebé, como todo lo demás en casa, no tiene sexo. Los dos iremos asumiendo las tareas de una forma equilibrada, hablando y decidiendo quién hace qué. Pero, como decíamos, sin “a prioris” de ningún tipo ya que son una enorme limitación y muchas veces una injusticia.

Como educador, tú no solo enseñas habilidades, sino que formas mentes y corazones para crear un mundo mejor. Y es por eso que tu papel en la sociedad es fundamental.

2. ¿De qué manera repercute en nuestros hijos que tengamos una buena relación de pareja? ¿Es importante tenerla para que tengan un buen desarrollo y crecimiento?

 

Los dos somos sus pilares y referentes fundamentales. Los dos. Y los dos somos necesarios porque cada uno aportamos cosas distintas. Por eso, estamos “condenados a entendernos” por el bien de nuestros hijos.

Del clima de entendimiento, respeto y cariño entre nosotros dos beben nuestros hijos obteniendo seguridad emocional, apego afectivo, autoestima robusta al crecer en un clima de amor en el que se siente querido y entiende que el lenguaje es la aceptación, la valoración mutua y el amor. Esto no tiene precio. Mejor dicho sí. El precio es el que pagamos nosotros con ese esfuerzo por sintonizar que hemos comentado antes y ese esfuerzo por cuidar nuestra pareja que veremos a continuación.

 

3. Una vez que somos padres, ¿qué hábitos nos aconsejas para seguir cuidando la relación de pareja?  

 

  • Cerrar el día juntos, aunque sean 15 minutos. Eso sí, sin pantallas de ningún tipo y con los niños ya acostados. Solamente los dos, mirándonos a los ojos y preguntándonos mutuamente algo tan básico como qué tal estamos.
  • Salir a tomar algo mínimo cada dos semanas, aunque si es semanal mejor. Iremos donde nos llegue el presupuesto y el tiempo, no hace falta complicarnos, puesto que lo importante es que sea de verdad, “nuestra cita”.
  • Una escapada al año, los dos solos. Acudiremos a familiares o amigos “canguros” fiables. Volveremos a encontrarnos, fijo. Esa es la esencia de nuestro hogar, la química de la que surgió todo. No podemos perderla de vista.
  • Establecer ratos en los que no hablemos de niños, sino de nosotros dos, de cada uno y sus cosas. Desde luego, cuando salgamos los dos o nos escapemos, pero también a diario, pues los niños no pueden ser el único tema. Tenemos que enriquecernos mutuamente con nuestras experiencias personales en lo profesional, social, cultural, espiritual…
  • Cuidar nuestras relaciones sexuales. Se nos colará el cansancio y el desgaste del día a día. Notaremos muchas veces que el deseo ha bajado, razón de más para cuidar el momento, reservar energías para el otro, mimarnos y cuidarnos cada uno para presentarnos de una forma seductora. Evitad que se meta la rutina en un clima de desgana. Para esto, que salgamos los dos juntos a tomar algo es muy estimulante porque en ese rato nos miramos ya no como padres, sino como pareja, que es lo que somos.

 

4. ¿Consideras necesario realizar planes con nuestra pareja a solas sin niños? ¿Cómo podemos evitar el sentimiento de culpa por dejar a nuestros hijos solos? 

 

Es fundamental. Creo que, con lo mencionado anteriormente, nos ha quedado claro que somos pareja antes que padres, pero veamos que, además, cuidando nuestra relación también les beneficiamos a ellos. Y esto puede ayudar a paliar el sentimiento de culpa por dejar a nuestro hijo en casa un rato mientras papá y mamá salen a cultivar y nutrir nuestra relación.

Cuando papá y mamá volvamos a casa, estaremos más relajados, más divertidos, más inspirados, más cariñosos entre nosotros porque hemos reconectado. Todo esto se traducirá en una mayor sintonía en la parentalidad, con todas sus aristas y, por lo tanto, esa mayor unidad entre los dos nos llevará a apoyarnos más y a ser más unánimes en la educación, lo que a nuestros hijos les hará ver más claro el referente en nosotros. Lo contrario les debilita e incluso les puede crear conflictos de lealtad a uno a otro y desde luego reduce la autoridad de los padres con los hijos. Como decía alguien que escuché en Nueva York: “Lo mejor que podemos hacer por nuestros hijos es cuidar nuestra relación”.

Lo mejor que podemos hacer por nuestros hijos es cuidar nuestra relación

5. ¿Cómo podemos tratar y superar la depresión postparto? 

 

Lo primero es asumir el tsunami que supone para todos en casa el nacimiento de un bebé. Es un movimiento de tierras que requiere que tengamos que recolocarnos todos. La madre, por razones obvias. Paciencia consigo misma y con su desbordamiento y agotamiento. El padre, el cual tiene que hacer ese aterrizaje forzoso del que ya hemos hablado antes, y si hay otro hijo o hijos también se debe reubicar con la llegada del nuevo bebé.

Existen dos peligros: la incomprensión y el cansancio. Por eso, es importante que no nos juzguemos. Tenemos que tratar de empatizar con el otro entendiendo que cada uno está saliendo de la ola arrolladora como puede, pero no debemos censurarnos, sino apoyarnos y descansar, además de turnarnos mutuamente para que el otro descanse mientras uno está al pie del cañón.

 

6. Si en la pareja hay diferencias sobre cómo educar a nuestros hijos, ¿cuál sería la manera correcta de hacerlo? 

 

Para empezar, partamos de la base de que el 69% de los conflictos en la pareja no se resuelven, sino que la pareja debe aprender a lidiar con el desacuerdo e ir cediendo el uno al otro en ese 31% de situaciones. Sin embargo, podemos tratar de ampliar ese porcentaje buscando un mayor consenso y eso está muy bien. Tenemos que hablar y argumentar acerca de lo que pensamos que es lo mejor para nuestros hijos, escucharnos mutuamente y validar la opinión del otro, especialmente si sabemos que su criterio está más basado en formación personal, lectura o experiencia.

Este terreno es resbaladizo de verdad. En mi trabajo veo mucha confrontación de los dos debido a la disparidad de criterio en parentalidad. Y es normal. Podemos admitir “experimentar” con otras cosas como el lugar de vacaciones o el color de la pintura del pasillo, pero con nuestros hijos porque sin duda queremos hacerlo bien. Y por eso, es esencial que entre ambos lleguemos a la mejor fórmula que estará en algún lugar entre la posición de uno u otro, no en el meridiano exacto. Y, si después de hablar uno de los dos ve que el otro tenía razón, tener la sencillez y elegancia de reconocerlo. Nuestros hijos deben beneficiarse de esa buena confrontación dialéctica entre los dos que tendrá como fruto una aleación de nuestros dos metales preciosos: nuestra opinión y visión personal.

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Hoy seremos nosotros quienes te demos las gracias por confiar en nuestro trabajo. Mañana serán tus hijos quienes te agradezcan haberte formado en tu labor educativa y haber pensado en ell@s.

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Carlota Arellano

Carlota Arellano

Periodista y Social Media Manager
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