Nadie nos ha enseñado a sonreír

Seguramente has escuchado alguna de estas frases: “Los hombres no lloran”, “no es para tanto”, “si lloras te vas a poner fea”, entre muchas otras más.

Hoy todos sabemos que tanto hombres como mujeres transitamos emociones y que a estas emociones le corresponde una respuesta física: una sensación en el cuerpo. Pero… ¿en qué momento nacen nuestras emociones?

Las emociones no nacen, sino que son parte de un sistema automatizado que nos permite reaccionar ante el mundo, de una forma inmediata y sin necesidad de pensar, con el cual ya venimos dotados desde el nacimiento. Antes de que podamos explicar con palabras y de modo consciente qué sentimos, desde la cuna ya damos a conocer las emociones básicas y universales que vivenciamos y comunicamos a través del cuerpo. Y hasta ahora, no hemos sabido hacer otra cosa que desintegrar esos sentimientos con los que llegamos al mundo.

Sabemos que la socialización con otras personas es esencial para que el individuo sobreviva y por ello, consolidar una inteligencia emocional que esté basada en adquirir habilidades sociales.

No basta con solo conocer nuestras propias emociones, también debemos ser capaces de entender qué conmueve, perturba o alegra a quienes tenemos al lado.

 

Es necesario que la gestión emocional se introduzca en la educación desde la infancia

 

En nuestras manos tenemos herramientas con las que mejorar nuestro aprendizaje social y emocional: conocer la importancia del miedo, controlar la ira, compartir la alegría, acompañar la tristeza y empatizar con nuestro entorno.

Adquirir todas estas habilidades es algo que hay que hacer cuanto antes y para ello es necesario que la gestión emocional se introduzca en la educación desde la más tierna infancia, tanto en la escuela como en casa.

 

Os comparto 5 estrategias para estimular el desarrollo de la Inteligencia Emocional:

1. Enseñar a reconocer y nombrar las emociones: desde los más pequeños hasta los adultos. Es fundamental poder ponerle palabras a la emociones.

2. Dejar que los niños y jóvenes expresen sus sentimientos y emociones. Como adulto, escuchar y expresar las emociones propias.

3. Relacionar gestos faciales con sentimientos: Es fundamental que los niños y jóvenes puedan aprender a “leer” las caras de las personas con las que interactúa para entender cómo se están sintiendo, fomentar la capacidad empática y, de ser necesario, modificar su conducta.

4. Enseñar que en la vida no siempre se puede tener lo que se quiere, hay que aprender a esperar hasta que llegue el momento de tener lo que se quiere y, que en el mientras tanto, tenemos que seguir viviendo, disfrutando y preocupándonos por nosotros y las personas que nos rodean

5. Enseñar al niño, al joven y al adulto a cómo afrontar emociones negativas como la ira, el enojo, la rabia, etc., dando herramientas para que aprenda a relajarse, luego reflexionar y comunicarse asertivamente.

 

“Cuanto más abiertos estemos a nuestros propios sentimientos, mejor podremos leer los de los demás” Daniel Goleman

Picture of Eliana Delacour

Eliana Delacour

Maestra de Educación Infantil, especialista en neurociencia y diplomada en inteligencia emocional. Coach ontológico en formación, apasionada por la educación. Su estrategia de enseñanza es educar con el corazón, priorizando un aprendizaje significativo.

Añade aquí tu texto de cabecera

Añade aquí tu texto de cabecera