Nazareth Olivera es matrona e IBCLC (consultora de lactancia certificada). Además de trabajar en uno de los paritorios con mejores resultados obstétricos de Madrid, divulga sus conocimientos desde hace años en redes sociales en su perfil @comadronaenlaola. Es mamá de tres niños y acaba de publicar el libro: ‘Ser mamá: Guía del embarazo, parto y posparto con evidencia y emoción’. Hablamos con ella sobre violencia obstétrica, parto respetado y emociones.
- Nazareth, se habla mucho de los cambios físicos que se van a producir en nuestro cuerpo durante el embarazo y el postparto, pero nadie nos habla de los cambios emocionales. Tú, sin embargo, en cada capítulo del libro, empiezas describiendo justamente esto, los cambios emocionales…
Yo, con el libro, lo que intenté es dar respuesta a las dudas de mujeres que me llegaban continuamente por redes sociales desde que abrí el perfil de @comadronaenlaola. Y me encontraba con mujeres que me decían que llevaban mucho tiempo buscando el embarazo y, de pronto, cuando se quedaron embarazadas, ya no sabían si es lo que querían. Esta ambivalencia existe. También están las mujeres que se quedan embarazas y la felicidad las desborda, pero todo entra dentro de lo normal, y es importante hablar de esto y visibilizarlo para tranquilizar.
- ¿Vivimos en una sociedad en la que se ha idealizado la maternidad?
Aún bebemos de una imagen de la maternidad idealiza, que supongo que empezó en los 50-60 con la publicidad, pero es fundamental empezar a visibilizar la maternidad tal y como es, para quitar la presión y la culpa que nos llega cuando no sentimos lo que se supone que debemos sentir.También vivimos en una sociedad que juzga. Y en temas que tienen que ver con el embarazo, la maternidad, la crianza, hay mucha pelea entre lo que está bien y lo que está mal…Totalmente. Es muy importante que todas las mujeres se sientan validadas independientemente de la opción que escojan, pues cada elección, si estamos informadas, es igualmente valida. No se trata de que el parto sin epidural sea a lo que tenemos que aspirar, cada mujer, con toda la información a su disposición, debe elegir como quiere dar a luz. Y como con esto, con todo. Hay mucho juicio, y ya bastante dura es la maternidad como para que encima tengamos que cargar con los juicios y la consiguiente culpa.
- ¿Crees que las matronas tenéis la suficiente visibilidad? ¿Hay suficiente información a cerca de vuestro trabajo?
La figura de la matrona no se conoce lo suficiente. Aún se piensa que en el parto nuestro papel es secundario, y el principal es la del ginecólogo. Incluso se piensa que no podemos asistir a la parte final, al expulsivo, y nada más lejos de la realidad. La autonomía de las matronas, para mí, va muy ligada a la autonomía de las mujeres. Cuando se empezaron a medicalizar los partos, y las mujeres perdieron poder de decisión, las matronas también, quedando relegadas a la figura de enfermeras, pero ahora estamos recuperando nuestro rol autónomo. Pero no me gusta que se establezca una lucha entre matronas y ginecólogos, porque mi experiencia con ellos es maravillosa, pero en un parto normal, sin complicaciones, la evidencia científica nos dice que los resultados son mejores cuando no interviene el ginecólogo y solo interviene la matrona. ¿El motivo? Los ginecólogos tienen una deformación profesional, están acostumbrados a intervenir. Las matronas, no. Solemos respetar más los tiempos. Por eso es fundamental seguir visibilizando la figura de la matrona, porque esto va de la mano de la mejora de la asistencia y los cuidados en el embarazo, parto y posparto.
- ¿Cambia mucho el papel de las matronas en la sanidad pública y en la sanidad privada?
Sí. En los hospitales públicos, en una guardia, suele haber cuatro matronas y dos ginecólogos que intervienen solo si el parto se complica o hay que hacer una cesárea, etc. Esto suele ocurrir en un 15% de los casos. En la asistencia privada, en cambio, el ginecólogo tiene que asistir el parto, y esto se traduce ( y lo dicen las cifras) en más episotomías, más cesáreas… El motivo es que el ginecólogo tiene sus consultas, y no tiene tiempo para estar esperando.
- Se habla mucho del concepto ‘parto respetado’. ¿De qué estamos hablando exactamente?
Gracias a las redes sociales, se está visibilizando este término. Y es importante que expliquemos a que nos referimos cuando hablamos de parto respetado, porque hay gente que cree que es un parto en el agua, sin epidural o en tu casa…. Pero un parto respetado puede ser esto que acabo de mencionar, pero también puede ser un parto con epidural, una cesárea, un parto en el que se usan fórceps, en el que se realiza una episotomía... Y, aunque puede resultar contradictorio, no lo es. Cuando hablamos de parto respetado hablamos de la asistencia que se le ofrece a la mujer, siempre con respeto en el trato, explicándole cada paso que vas a dar y que ella te dé el consentimiento. Y, sobre todo, un parto respetado es el que se asiste de forma actualizada, basándose en la evidencia científica.
- Has mencionado el término consentimiento. ¿Por qué?
Ocurre una cosa muy curiosa en la asistencia a los partos. Se suele pensar que la mujer no tiene ningún poder de decisión, que los que deciden son los médicos o matronas porque son los profesionales, pero en el resto de intervenciones o asistencias sanitarias a los pacientes siempre se les pide consentimiento para todo, pero en la asistencia al parto, a menudo se nos olvida. Otro término muy utilizado es el de cesárea humanizada. Lo primero que debería alertarnos es el hecho de que utilicemos el término “humanizada”. Querer humanizar un proceso humano significa que antes no lo estábamos haciendo. Y la cesárea humanizada no es otra cosa que permitir que cuando nazca el bebé, este se quede con la madre, haciendo el piel con piel. Obviamente, siempre que la salud de ambos no lo contraindique. También implica que la pareja entre también al quirófano y esté en todo momento al lado de la madre. En la mayoría de hospitales se hace ya, pero aún hay centros que continúan diciendo que esto no se puede hacer. Y es una valoración errónea, porque que se haga en la mayoría ya te está indicando que poder sí se puede hacer. Además, la evidencia nos dice que lo que más le duele a una mujer de una cesárea, no es la cirugía en sí, es que la separen de su bebé sin ninguna justificación.
- Hace poco, con la reforma de la ley del aborto, se quiso introducir el concepto de ‘violencia obstétrica’. Sin embargo, hubo colegios de médicos y ginecólogos que se opusieron y, finalmente, no aparece el término como tal, sino que se ha utilizado un eufemismo, cuando hasta la OMS reconoce este concepto y se refiere a él como un problema generalizado de salud pública…
Es muy duro para una sociedad aceptar un término como ‘violencia obstétrica’ porque la palabra violencia lleva implícito que profesionales sanitarios ejercen violencia sobre las mujeres. Creo que muchas veces estamos tan deshumanizados en la asistencia, te enseñan a trabajar de una forma que terminas normalizando. Y quiero pensar que esas personas de verdad creen que lo que hacen no es violencia. Además, el término ‘violencia obstétrica’ no pretende atacar a nadie, que muchas veces los ginecólogos se sienten atacados cuando no va solo con ellos. La violencia obstétrica está institucionalizada y la puede ejercer también una matrona, una auxiliar, un celador, una enfermera… Pero hay datos tan objetivos respecto a que esta violencia existe… Cómo no va a ser violencia obstétrica realizar una episotomía, que es un corte en el perineo, cuando no hay una indicación real. Porque no vamos a engañarnos, hay veces que se realiza porque no queda otra, y hay que facilitar al bebé el nacimiento, pero otras se hace para acabar cuanto antes, y en este último caso estaríamos ante un caso de violencia obstétrica.
- ¿Qué papel debería tener aquí el Ministerio de Sanidad?
El Ministerio de Sanidad debería imponer que se trabajase en todos los hospitales siguiendo un mismo protocolo actualizado, como digo, basado en la evidencia científica. ¿Cómo es posible que haya un hospital en España con un 49% de cesáreas y que nadie se pregunte qué está pasando? Eso es violencia obstétrica, y que ir a ver qué está pasando. Y no es que el personal de ese hospital tenga intención de ejercer esta violencia, pero la manera en la que asisten los partos les lleva a esas tasas tan elevadas.
- ¿Se vulneran muchos derechos en los partos en pro de la seguridad?
Lo cierto es que las mujeres hemos empezado a ganar derechos, como quién dice, en el siglo pasado, y esto se refleja en los partos. Y es algo objetivo, no van con ideologías. Parece que en los partos, mientras las cifras de mortalidad, tanto del bebé como de la madre, se mantengan bajas, todo vale. Y ojo, ni la episotomía, ni un parto instrumental ni la cesárea son procedimientos malos, porque hay veces que son necesarios para salvar la vida del bebé o de la madre, el problema es que la forma de asistir al parto de algunos centros les aboca a caer en eso cuando no habría necesidad.
- Desde tu punto de vista, ¿qué es lo que más urge cambiar?
Hemos avanzado mucho, y hay hospitales que lo hacen muy, muy bien, pero hay otros que tienen protocolos muy antiguos y sus datos nos dicen que conviene cambiarlos y adaptarlos a lo que nos dice la evidencia científica hoy. Desde mi punto de vista, se deberían hacer auditorías, no para criminalizar, sino para mejorar y obligar a todos los centros a seguir protocolos actualizados que, además, están muy consensuados y tienen base científica. También se requiere la contratación de más matronas para que los partos puedan afrontarse respetando los tiempos de cada mujer.