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Lo que hemos aprendido sobre niños de alta demanda con Úrsula Perona

Hace un tiempo percibimos que había mucha confusión con el término de “alta demanda”. Muchas madres y padres nos preguntaban al respecto y otros parecían identificar algunos rasgos en sus hijos, pero no sabían a qué se debía. Por eso decidimos hacer la serie de vídeos sobre niños de alta demanda con la psicóloga Úrsula Perona, a los que podéis acceder fácilmente haciendo click en este enlace. Ahora que ya hemos terminado de subir todos los vídeos, vamos a hacer un recopilatorio de todas las enseñanzas que hemos adquirido sobre niños de alta demanda. Vamos allá.

1. No tienen ninguna patología

El término “niños de alta demanda” no pretende encasillar a un determinado grupo de niños y niñas que comparten determinadas características, sino intentar comprenderlos mejor para poder, de esta forma, ayudarlos y educarlos teniendo en cuenta sus necesidades. Pero que tengan una alta demanda no quiere decir que tengan ningún tipo de patología, borremos de nuestra cabeza esta creencia falsa.

2. Cuestión de temperamento

Entender esto es la clave. Como hemos dicho, estos niños y niñas no sufren ninguna patología, que sean o no niños de alta demanda depende de su temperamento. El temperamento es esa parte de la personalidad que viene determinada biológicamente, y se caracteriza por una serie de maneras de comportarse, rasgos de personalidad… Por lo tanto, los niños de alta demanda son niños con un temperamento difícil, por lo que van a tener requerimientos y necesidades (de atención, de afecto…) mayores que otros niños.

3. Características de los niños de alta demanda

Los niños y niñas de alta demanda, por lo general, suelen reunir una serie de características que, como hemos dicho, vienen marcadas por su temperamento. Algunas de ellas son:

  1. Problemas para conciliar el sueño, para dormir solos o para mantener el sueño
  2. Mucha necesidad de contacto físico y atención
  3. Muy sensibles a las críticas
  4. Ansiosos, preocupadizos
  5. Muy perseverantes
  6. Baja tolerancia a la frustración, se enfadan con facilidad
  7. Dificultad para jugar solos
  8. Energía arrolladora

4. No son niños malcriados

Muchos padres se culpan a sí mismos porque creen que estas altas necesidades de afecto o las rabietas constantes o la dificultad para dormir sin compañía se debe a que les han malcriado. Y los comentarios de la gente que les rodea no ayudan nada: que si “qué niño más llorón” o “eso es que lo tenéis muy malcriado”. Este es otro mito del que toca deshacernos. No se trata de niños excesivamente mimados, de hecho, que sean niños de alta demanda no tiene que ver con el estilo de crianza de los padres, sino con el temperamento de los niños.

5. Van a necesitar mucha atención

Son niños y niñas que por lo general van a tener padres y madres agotados, porque sus necesidades de atención son mayores que las de otros niños. Necesitan mucho contacto físico, que sus padres estén bastante encima de ellos, mucho porteo… Pero es importante también saber establecer límites dentro de estas atenciones, porque muchas veces nos dejamos llevar por las necesidades de nuestro hijo, olvidando que también es necesario ponerse firmes.

6. Van a necesitar ayuda en la gestión emocional

Al tratarse de niños con cierta labilidad emocional, van a tener problemas a la hora de gestionar sus emociones. Por eso van a necesitar nuestra ayuda para poder ponerle nombre a sus sentimientos, identificar las emociones en cada momento, saber relajarse, no explotar con rabietas, etc.

7. Cuidado con su autoestima

Como son niños que dan “cierta guerra”, suelen recibir de su entorno críticas que muchas veces apuntan a su forma de ser y no a su comportamiento. Es decir, se acostumbran a oír “qué malo eres”, en lugar de “esto que has hecho no es correcto”. Y lo interiorizan. Por lo tanto, es muy importante que tengamos muy en cuenta esto para que no forjen su autoestima en base a los comentarios que oyen sobre ellos mismos.

8. Dormir, ¿para qué?

Los niños y niñas de alta demanda rebosan energía, por lo que no suelen sentirse cansados y el dormir para ellos es una pérdida de tiempo (con la de cosas interesantes que hay en el mundo). Esto sumado a que necesitan mucho contacto físico, el hecho de que duerman solos es complicado, pero también el simple hecho de que duerman. Suelen tener muchos despertares, dificultad para conciliar el sueño, seguramente necesitarán colecho para poder dormir… Es muy importante que no comparemos a estos niños con niños que tienen más facilidades para dormir, porque puede que estos últimos estén a las 20:00h duchados, cenados y ya casi babeando en sueños; mientras que los niños de alta demanda seguramente a las 22:00h aún estén dando saltos en la cama con la misma energía que a media tarde. Por eso es imprescindible ir creando juntos una rutina del sueño para que el niño se acostumbre y adquiera ciertos hábitos saludables que le ayuden a descansar.

9. Encontrar el equilibrio

Con los niños de alta demanda es muy importante buscar el equilibrio, sobre todo en cuanto a la gestión de toda esa energía inacabable que tienen. En este sentido, es importante que le den salida a la energía para que no se frustren; que jueguen, se muevan, estén al aire libre, estimulen su creatividad… Pero también tienen que aprender a bajar ese nivel de activación. Ahí reside el equilibrio. Y también lo más complicado, porque lo de dar rienda suelta a su energía para ellos es facilísimo, pero relajarse les supone toda una muralla. Por lo que nuestro papel aquí es fundamental.

10. Los niños de alta demanda cuando sean adultos

A pesar de toda la energía que rebosan, no tienen por qué ser niños con dificultades para prestar atención, ¡y no hablemos de cuando les interesa el tema! Los niños y niñas de alta demanda suelen ser muy inteligentes y cuando llegan a la edad en la que necesitan hacer uso de esa capacidad de atención, son capaces de sobra. Porque como hemos dicho, no tienen ninguna patología, aunque muchos los identifiquen –erróneamente– con el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad).

Además, tampoco tienen por qué convertirse en adultos dependientes. Esto tiene que ver con el hecho de si les sobreprotegemos o no, pero no depende de si les damos más cariños o atenciones.

11. La otra cara de la moneda

Todas estas características que vamos viendo se van a ir transformando y van a ir evolucionando a medida que se vayan haciendo mayores y convirtiéndose en adultos apasionados, inteligentes, intensos, cariñosos… Que van a sacar lo mejor de vosotros y de la gente que les rodea.

 

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