Las notas de nuestros hijos e hijas están a la vuelta de la esquina. Estos últimos días de curso suelen ser intensos tanto para ellos como para nosotros: quizás están nerviosos porque no quieren sacar malas notas y tienen miedo a decepcionarnos.
Como madres y padres tenemos la responsabilidad de transmitirles la confianza necesaria para que, traigan las notas que traigan, sepan que van a contar con nosotros y no nos van defraudar.
Errores que no debemos cometer con las notas de nuestros hijos
Si no queremos que nuestros hijos e hijas arrastren una mala autoestima por la actitud que adoptamos cuando llegan sus notas, intentemos evitar o remediar estos errores:
Castigarles por malas notas
Podremos llegar a pensar: “pues castigué a mi hijo sin vacaciones y gracias a eso ha estado estudiando”. Es cierto, el castigo funciona, pero funciona a corto plazo, porque nuestro hijo se pone a estudiar por el miedo a las represalias que conlleva el castigo. Con estos no absorben ningún aprendizaje educativo. Es más, les hacen sentir mal y empeoran el vínculo con sus padres y madres. Los niños y niñas pueden dejar de sentir confianza en los adultos, así como pueden tener un efecto contrario y pueden experimentar rebeldía y querer ir en contra de nosotros. Si basamos la educación en los castigos, nuestros hijos no tendrán las herramientas para pensar en sus conductas y nuestro vínculo se verá mermado.
Por eso, más que castigarles, busquemos cuál es la causa por la que sacan malas notas. “Tenemos que profundizar un poco en por qué se ha producido, no quedarnos en la conducta en sí. El castigo es solo una mala herramienta. Las propias consecuencias de la mala conducta ya son suficientes para que el niño reflexione y aprenda”, subraya el psicólogo Alberto Soler. ¿Están pasando por un mal momento, qué relación tienen con la asignatura o con su profesor, tienen carencias afectivas, necesidades emocionales no cubiertas, no tienen buen método de estudio, tienen alguna dificultad de aprendizaje? Buceando en la causa por la que sacan las malas notas, y poco a poco nuestro hijo o hija volverá a confiar en sus capacidades.
Darles regalos
Es común que antes de hacer los exámenes, incentivemos a nuestros hijos e hijas con premios y regalos si sacan buenas notas. “Si sacas un 8, te compro x. Si apruebas, te podrás ir de vacaciones”. Aunque sea común, no es educativo para ellos. “Premiar o castigar en función de las notas es un absurdo, porque las propias notas son el premio o el castigo. Sería premiar un premio o castigar un castigo”, señala Soler. Cuando usamos los premios y castigos para incentivar a nuestro hijo a hacer algo, le estamos haciendo ver que solo le premiaremos cuando saque buenas notas, mientras que cuando saque malas habrá consecuencias negativas. Esto le puede hacer creer que solo es válido cuando hace las cosas bien, que no tiene permiso de equivocarse y que tampoco tiene margen de mejora. Asimismo, premiar constantemente a nuestros hijos puede convertirle en una persona materialista, que solo se motiva si tiene una recompensa material, por lo que puede hacerle pensar que el esfuerzo solo merece la pena cuando hay un regalo como fin.
Una alternativa a estos premios/castigos puede ser celebrar que han terminado sus exámenes con una celebración en familia, sin conocer de antemano las calificaciones finales. Así lo cuenta el filósofo y profesor José Carlos Ruiz: “Cuando ellos traen el boletín de notas, nos vamos a celebrarlo sin abrirlo. Lo celebramos en familia, en un restaurante que ellos eligen y lo que celebramos es que durante un trimestre han cumplido, de la manera más ejemplar posible, sus responsabilidades académicas. Y cuando volvemos, abrimos las notas y hacemos un análisis de los resultados. Si las notas han ido muy bien, nos congratulamos de que su esfuerzo haya dado frutos en el resultado y si no han ido bien, pues tendremos que ver cómo reforzar aquello que tienen que mejorar”, nos cuenta. “Lo más importante es que ellos vean que lo que se aprecia realmente es el proceso de trabajo y la interiorización del concepto de deber, y no tanto el resultado”, añade.
Centrarnos en su calificación y no en su esfuerzo
Nos han educado para fijarnos solo en las notas, en la calificación numérica. Recordemos que una nota puede variar dependiendo de muchos factores: que nuestro hijo esté pasando por un mal momento, que haya tenido un mal día… Sin embargo, el esfuerzo es constante y es importante tenerlo en cuenta. Así lo reafirma Ruiz: “Una de las cosas más importantes a tener en cuenta cuando se educa es que nuestros hijos perciban que valoramos el esfuerzo que ellos ponen y la asunción de responsabilidad que ellos van adquiriendo con el tiempo, porque si no es así, nos encontraremos con niños que quieren buscar el premio o la recompensa inmediata y que la motivación que les lleva a cumplir con su deber sea exclusivamente la adquisición del premio”.
Esto no significa que si vemos que no se ha esforzado lo pasemos por alto.
Ponerles etiquetas negativas
“Eres un vago”. “Así te va a ir en la vida”. Usar estas etiquetas y estas frases cuando tenga malas notas va a perjudicar mucho a su autoestima. Nuestro hijo no vale lo que valen sus notas. Nuestros hijos son personas muy valiosas independientemente de sus resultados académicos. Y esto es algo que tenemos que transmitirles para que no cimienten su autoestima en base a sus calificaciones escolares.
Estas etiquetas pueden perjudicar el concepto que tienen de sus capacidades. La psicóloga Begoña Ibarrola nos recuerda que “en los niños y niñas, hasta los seis años, la aceptación que tienen de ellos mismos depende en exclusiva de la aceptación y valoración de los adultos con quienes convive”. Más adelante, la autoestima se va conformado por lo social, por nuestro entorno, pero sobre todo por quien está con nosotros a diario, es decir, los progenitores. Por eso, es importante que, ya desde pequeños, nuestra actitud hacia el momento que traen las notas sea de apoyo y amor, y no les reforcemos negativamente con comentarios negativos, aunque tengan malos resultados, para que ellos se sientan capaces de en la siguiente ocasión aprobar.
Reforzar no solo aquello en lo que fallan, también en lo que hacen bien
Estamos muy acostumbrados a que si nuestros hijos o hijas suspenden una asignatura, les apuntamos a refuerzo para que la recuperen. Pero nunca les apuntamos a reforzar aquellas cosas que se les dan bien. Por ejemplo, si nuestro hijo suspendiese matemáticas, le apuntaríamos para reforzarlas, pero si sacase un 10 en dibujo, no le apuntaríamos a clases particulares para mejorar su técnica o su creatividad. Nuestro hijo resalta en ciertos aspectos, ¿por qué no reforzamos aquello que hace bien y no tanto lo malo? Nos lo resaltaba la psicóloga Patricia Ramírez en nuestro último evento: “Desde que somos pequeños hemos ido a clase de refuerzo de matemáticas porque no estabas bien en matemáticas. A clase de refuerzo de lo otro. Pero nunca hemos ido a reforzar aquello que ya teníamos bueno porque nadie estaba pendiente de eso. Eso era lo normal. Vamos a tratar de que nuestros hijos aprender a descubrir dónde está todo ese talento”.