Nuestro hijo puede tener ansiedad, y nosotros no saberlo

Aunque las palabras ‘estrés’ y ‘ansiedad’ están generalmente asociadas a la vida adulta, los niños y niñas también pueden experimentar estas respuestas en su organismo.

Tanto es así que Disney y Pixar han incluido a Ansiedad como uno de los personajes protagonistas de la película Del Revés 2 (Inside Out 2), que se estrena en cines el miércoles 19 de junio.

“Hay mucha ceguera con la psicología infantil. Nos pensamos que como son niños, ni sienten ni padecen, damos por hecho que no tienen problemas psicológicos. Pero claro que pueden tener, al igual que un adulto. Pueden tener depresión, pueden tener ansiedad, estrés. Y no lo vemos, nos dice la psicóloga infanto juvenil Úrsula Perona, que nos enumera una serie de factores que pueden causar estrés o ansiedad en nuestros hijos e hijas.

Factores de estrés en los niños y niñas

  1. Los conflictos en la familia: malos rollos con los padres o problemas relacionales, sobre todo cuando entran en la adolescencia. También pueden afectarles los conflictos en la pareja (los padres) y que ellos los vivan: separaciones, divorcios.
  2. Exceso de extraescolares que les dejan sin tiempo libre de ocio o de descanso. O también el exceso de deberes y la autoexigencia, es decir, que se sientan presionados por sacar buenas notas o seguir el ritmo de su clase.
  3. El estrés de los padres, que les trasladamos en forma de prisas, nervios, etc.
  4. Las relaciones sociales. Si el niño está sufriendo acoso o simplemente no tiene relaciones sociales satisfactorias.
  5. Y otro factor muy importante está relacionado con los ritmos de adulto que queremos imponer a los niños. “No estamos respetando la necesidad de juego, de juego libre no estructurado, de estar al aire libre. Estamos poniéndoles unas exigencias y unos ritmos que no corresponden a sus necesidades”, asegura Úrsula.

El estrés y las nuevas tecnologías

Sin embargo, hoy en día no solo tenemos que preocuparnos por estos factores que acabamos de mencionar. También hay otro aspecto muy importante que no podemos olvidar: las nuevas tecnologías, los dispositivos móviles y, sobre todo, el uso que nuestros hijos hacen (y hacemos) de ellos. Úrsula Perona nos indica algunas consecuencias que puede traer la exposición constante a los estímulos tecnológicos en nuestros hijos e hijas:

  • Les impide pasar tiempo haciendo otras cosas más saludables para ellos, como estar jugando en el parque o estar simplemente aburriéndose y mirando al techo, que también es necesario.
  • Ahora tienen estresores nuevos, modernos, por ejemplo: la imagen corporal a través de las relaciones sociales, que sus publicaciones tengan o no tengan likes, la aprobación social, el ciberbullying…
  • Gestionar toda la información que tienen a su alcance y que no pueden controlar, como por ejemplo contenidos para adultos; pero no solo eso, sino en general todo lo que les llega sin filtro.
  • Si la exposición continuada – a veces exagerada – a estímulos digitales es un factor de estrés para los adultos, obviamente también lo es para los más pequeños. Es algo con lo que tenemos que tener mucho cuidado porque puede ser motivo de estrés o de insomnio en los niños, pero también puede crearles adicción.

Síntomas de estrés infantil

Conviene diferenciar estrés de ansiedad.

Mientras el estrés es la sensación, la emoción o la respuesta fisiológica que se produce cuando una persona siente que no tiene recursos para enfrentarse a una situación determinada. Por ejemplo, cuando tenemos un examen, y no hemos estudiado lo suficiente. Sentir este estrés no es necesariamente malo, porque nos permite movilizarnos, ponernos a estudiar para poder sacar adelante la prueba. ¿Cuando supone un problema el estrés? Cuando sucede de manera continua y sentimos que estamos casi siempre desbordados.

La ansiedad, en cambio, es una respuesta fisiológica ante algo que nos produce miedo. Por ejemplo, si nos encontrásemos a un león en la selva, nuestro cuerpo experimentaría ansiedad porque sentiríamos que nuestra vida corre peligro. A priori, es bueno sentir ansiedad, porque nos permite detectar un peligro y tratar de evitarlo. El problema es que las personas, en las sociedades actuales, estamos siempre bajo niveles muy elevados de estrés y ansiedad.

Por tanto, que nuestros hijos o hijas sientan estrés o ansiedad de forma puntual no es malo, el problema es cuando esto ocurre muy a menudo. Por tanto, debemos estar muy atentos a los síntomas que nos alertan de que algo está ocurriendo.

 

La psicóloga Úrsula Perona apunta los siguientes indicios como pistas de que nuestro hijo o hija no gestiona bien el estrés:

  • Irritabilidad o mala conducta. “Los niños tienen muy poca maduración emocional y casi todas las emociones al final acaban expresándolas en forma de mal comportamiento. Entonces, un niño estresado es un niño irritable, cansado, con malas contestaciones”, apunta Úrsula.
  • Cansancio excesivo.
  • Falta de motivación. No tienen ganas de salir a jugar, ni hacer cosas.
  • Que estén llorones o tristes, están desbordados por las emociones y normalmente tienen el llanto bastante fácil.
  • La somatización, es decir, que los niños experimenten dolores o malestar que a priori no se reconocen a través de un examen médico. Por ejemplo, “me duele la barriga, no quiero ir al cole”. Úrsula Perona indica que normalmente son dolores gastrointestinales y dolores de cabeza, “en niños es lo que más se somatiza”.
  • Trastornos del sueño. “Si es un niño estresado, tendrá preocupaciones y rumaciones, y esto hace que a veces aparezcan dificultades para conciliar el sueño, con muchos despertares, etc.”, apunta Úrsula.

Qué hacer si nuestro hijo está estresado

Úrsula Perona nos recomienda observar bien a nuestros hijos. “Si identificamos alguno de los anteriores factores en nuestro hijo, es importante intentar averiguar qué le puede estar influyendo”.

Además, también nos aconseja ser realistas, en el sentido de conocer bien qué es lo que necesita nuestro hijo en cada etapa madurativa y ver si nos estamos equivocando en algo. “Por ejemplo, yo estoy viendo que les están poniendo actividades extraescolares a niños en preescolar, niños menores de tres años yendo ya a actividades extraescolares. Un niño de esa edad no necesita actividades extraescolares, necesita estar jugando en su casa a tirar cubos o en el parque”.

Si reconocemos estos factores o alguno de estos síntomas en nuestros hijos, a parte de apoyarles y ayudarles a que gestionen sus emociones y las razones que les están provocando ese estrés, sería recomendable buscar atención psicológica para que este proceso sea más llevadero y nuestro hijo reciba ayuda de profesionales en el asunto.

“Que sean personas más pequeñitas no quiere decir que tengan problemas más pequeños que los adultos. La diferencia es que ellos lo tienen más complicado para identificar lo que les está pasando, y para eso estamos nosotros, para ayudarles y apoyarles”, apunta Úrsula.

En definitiva, la ansiedad, como todas las emociones, no es buena ni mala. Todo dependerá de cómo afecte al desarrollo de nuestra vida normal y a si podemos o no gestionarla de la forma correcta y experimentarla en su intensidad oportuna (esto es lo que tenemos que inculcar a nuestros hijos). El propósito de Disney y Pixar es, precisamente, normalizarla y mostrársela a nuestros hijos y, para ello, han creado un personaje en Del Revés 2 (Inside Out 2), película que se estrena en cines el miércoles 19 de junio. 

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María Dotor

Periodista especializada en educación y crianza

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