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Siete claves que hemos aprendido para superar (y disfrutar) la adolescencia de nuestros hijos

Mucho hemos hablado de esta etapa tan temida, con el objetivo fundamental de comprenderla y verla, como nos dice Eva Bach, como “el despertar a la vida”. El optimismo, la empatía, la comunicación positiva, la confianza en su potencial y la capacidad para negociar son algunas de las claves que los expertos nos indican para disfrutar la adolescencia de nuestros hijos.

Siete claves que hemos aprendido para superar (y disfrutar) la adolescencia de nuestros hijos

Mucho hemos hablado de esta etapa tan temida, con el objetivo fundamental de comprenderla y verla, como nos dice Eva Bach, como “el despertar a la vida”. El optimismo, la empatía, la comunicación positiva, el revisar nuestros criterios, la confianza en su potencial y la capacidad para negociar son algunas de las claves que los expertos nos indican para disfrutar la adolescencia de nuestros hijos.

1.- Sé optimista. No es tan fiero el león como lo pintan.

Eva Bach nos decía en su ponencia que “el 90% de las adolescencias terminan bien”.Desde que nuestros hijos nacen se nos advierte de que los disfrutemos mientras sean pequeños porque ya verás cuando sean adolescentes. La adolescencia la vemos como una enfermedad pero en realidad es el maravilloso despertar a la vida, al amor, a la sexualidad, a uno mismo y a los otros”, nos dice Eva. Leo Farache, autor de Gestionando adolescentes, señala, después de quejarse de lo terrible que es la adolescencia, que “me daba cuenta de que sufrir educando a tus hijos no tiene mucho sentido. Pensé que en lugar de quejarme de lo terrible que es la adolescencia, si trataba de buscar los problemas en mí en lugar de en mis hijos, encontraría una solución”. Ángel Peralbo abunda sobre esta idea de no perder el optimismo: “vemos la adolescencia como una etapa de guerra y eso es fatal, porque nos metemos en un bucle. Tarde o temprano, es una etapa que va a pasar así que cuando pase es bueno que tengamos emociones positivas, asociadas a que hemos creído que las cosas no iban a ser tremendas. Y ese optimismo se transmite. Los hijos se sienten mucho más seguros. Debemos estar atentos, no aterrados”.

 

2.- No olvidemos que nosotros también fuimos adolescentes y fomentemos la empatía y el hablar con el corazón

Como nos dice Ángel Peralbo, “Los padres, ante una etapa convulsa, no deben perder estas premisas: ellos también pasaron por esta etapa y no es tan terrible, es algo temporal”. Eva Bach subraya que “estar en contacto con el niño y el adolescente que fuimos desde la adultez y desde emociones adultas es indispensable para ser adultos íntegros, con mente y corazón integrados que luego podamos guiar a niños y adolescentes”.  María Ángeles Jové Pons considera que el adolescente necesita “que empatices con él/ella, sin ridiculizarle ni quitar importancia a sus cosas”.

Eva nos decía entre risas que nos gustaría que los adolescentes vinieran subtitulados, por eso, “si somos capaces de descifrar las necesidades y sentimientos legítimos que hay a veces detrás de las conductas y respuestas no legítimas de los adolescentes, la adolescencia se convierte en una oportunidad de oro para crecer todos”. Eva considera importanteescuchar desde el corazón, abrir nuestro corazón, que nos muestren el suyo”

3.- La adolescencia, una oportunidad para crecer y revisar nuestros criterios

“La adolescencia nos obliga como padres a cuestionarnos, a adaptar nuestro estilo educativo, a acomodar pautas y actitudes que hasta entonces han sido de una forma y que ahora van a tener que cambiar seguro, por tanto crecer también nosotros en definitiva”, nos dice Eva Bach. La adolescencia nos desafía para construir otro estilo educativo porque “los adolescentes tienen la virtud de poner el dedo en la llaga a los adultos en aquello que nosotros no tenemos bien resuelto. Desenmascaran nuestras carencias, aquello que mientras nadie nos ha confrontado hemos podido disimular”. 

“Conviene que los padres, ante una etapa de cambio de sus hijos, se planteen que ellos también tienen que modificar su estilo educativo, porque aunque les haya servido hasta el momento no necesariamente es bueno para esta etapa. Yo diría que este cambio debe venir desde la tranquilidad, desde el sosiego, no desde la desesperación y la desesperanza, que muchas veces acompaña todo este empaque educativo con los hijos. La adolescencia es una etapa, pero lo importante sigue siendo el largo plazo.”, señala Ángel Peralbo.

Eva subraya la importancia de negociar en la adolescencia: “es imprescindible pactar condiciones con los adolescentes sobre el qué, el cómo, el dónde y el cuándo y establecer condiciones si no se cumple lo pactado”. Para Eva, lo importante es escuchar las necesidades, las opiniones y los deseos de cada cual: “¿Cómo nos sentimos? ¿Qué podríamos mejorar? ¿Qué necesitamos cada uno para sentirnos mejor? ¿Cómo podemos ayudarnos?”. Los adolescentes necesitan adultos que les den voz de forma progresiva ya desde la infancia. Hay que ir contando con la opinión del niño, con cómo se sienten. Eso no significa que nosotros debamos hacer siempre lo que ellos quieren, pero sí que hay que calibrar cómo se van sintiendo, cómo se encuentran, cómo opinan, cómo lo ven, cómo se sienten con lo que les decimos, con el tipo de familia que somos”.

María Ángeles Jové Pons cree que el adolescente necesita que “le pidas opinión. Es una muestra de confianza y una manera para que asuma también sus nuevas responsabilidades”.

4.- Comunicar para llegar y tender puentes

La comunicación suele ser una fuente de conflictos: gritos, desaires, desencuentros y sermones complican de uno y otro lado la conexión. Eva Bach nos recomienda dar ejemplo y usar la frase: “ Si yo te hablo bien tú me hablas bien. Los adolescentes lo entienden muy bien. Cuando nosotros apostamos por una comunicación respetuosa pero empezamos por exigirnos y por comprometernos a ese propio respeto nosotros mismos, son muy nobles”.

María Ángeles Jové Pons recomienda a padres y madres “cambiar los sermones por historias personales con aprendizajeHazle partícipe de tus cosas. Hazle partícipe de tus cosas. Explícale lo que te pasa,  lo que sientes, las dudas que tienes… Te sorprenderá el aprendizaje que haréis juntos y la complicidad que se creará entre vosotros”.

Leo Farache nos da algunas claves para comunicar de manera eficiente con nuestros hijos en esta etapa:El comunicador lo primero que tiene que hacer es dar valor a la palabra. En el terreno de los adolescentes, cualquier palabra que se diga adquiere una importancia que quizá en otro contexto no la tendría. Por eso, cada palabra, cada argumentación hay que prepararla. Esmerarse en cómo presentar las cosas a nuestros hijos y nuestros argumentos es muy importante. Es como cuando uno va a presentar algo a un cliente. Si no has preparado bien la presentación tienes muchas menos probabilidades de éxito. Además uno tiene que utilizar los argumentos centrales sobre los que quiere actuar. Cuando estamos en una situación de crisis, que es lo que normalmente vivimos con un hijo adolescente, queremos decirle mil cosas. Pero tenemos que centrarnos en una o dos porque de lo contrario el mensaje no calará. Hacer uso de la sabiduría y la cultura, de la filosofía, de las películas, de la música, de una charla, es fundamental”.

5.- Confiar en su potencial y en su bondad

Muchas veces nos sorpredemos pensando que nuestros adolescentes nos hacen la vida imposible, que son unos impertinentes, que no van a hacer nada bueno en la vida… Juzgarles mal y perder la confianza en su bondad son las ideas que están detrás de esa idea de ver la adolescencia como una guerra, como nos decía Ángel Peralbo.

Los adolescentes, dice Eva, “necesitan adultos capaces de ver su potencial aunque esté enmascarado por la efervescencia. La confianza es el mejor abono para su talento. Es importante transmitirles confianza en que lograrán hacer algo bueno con sus vidas”.

Necesitan, nos dice María Ángeles Jové Pons, “que le reconozcas o valores: Que se sienta más aceptado por lo que ES, y no por lo que HACE o por sus resultados. Dile que le quieres y celebra también sus aciertos”.

En ese batiburrillo de emociones que les acompañan en la adolescencia, María Soto nos recuerda transmitirles confianza y dejarles claro que son importantes para nosotros: “Tú eres todos nosotros y por eso, cuando nada tenga sentido, siéntenos cerca, muy dentro, para que no te pierdas”

6.- Los límites son una señal de que nos importan

Como no vienen subtitulados, podríamos pensar que los adolescentes quieren que les dejemos hacer lo que quieran. Pero nada más lejos de la realidad. Los adolescentes, nos dice Eva Bach, “aunque no lo parezca, necesitan límites porque los límites significan ‘me importas, me ocupo de ti y de que aprendas a usar bien tu libertad”. En esta misma línea se expresa María Ángeles Jové Pons, que señala que  “los adolescentes necesitan límites y además que sepas pactar y ser flexible. Respeta que tu hijo adolescente está creciendo, que empieza a ser autónomo y necesita más libertad

7.- Permitirles que se equivoquen y tomen su propio camino

Para buscar su propio camino, nos dice Eva, “hay que educarles en la capacidad de soñar y volar alto, pero con los pies en el suelo. Los adultos debemos dar la bienvenida a los adolescentes, a sus sueños, a sus ideas, a sus creaciones, a sus dudas, a sus errores”. Los adolescentes, nos dijo, necesitan adultos optimistas. Eva apuesta por construir con nuestros hijos una “autonomía progresiva que tienen que ganarse y revalidar, es decir, libertad creciente pero desde la responsabilidad, la madurez y la autosuficiencia. Hay que permitirles que transgredan porque es la única manera de que no sean sumisos y de que no sean presa fácil de intereses perversos ajenos a los suyos y también permitir que fracasen, que se equivoquen, pero acompañarlos y prepararlos para que consigan hacerlo inteligentemente, con aprendizajes.”.

Leo Farache considera que la principal diferencia entre adolescentes y niños es que “los padres y las madres dejamos de ser la fuente de credibilidad. Hasta que la adolescencia llega, lo que nosotros decimos es importante para ellos. Pero de repente lo que dice papá o lo que dice mamá es precisamente lo que no hay que hacer, lo que hay que cuestionar. Eso nos produce una gran frustración. Hay que buscar aliados para que lleguen nuestros mensajes y asumir que ahora nosotros no tenemos toda la credibilidad”.

El adolescente, dice María Ángeles Jové Pons, “necesita que le dejes que se equivoque y no le juzgues. Necesita saber que confías en él/ella”.

En esta misma línea se expresa el neuropsicólogo Álvaro Bilbao para ayudarles a tomar decisiones: “La clave es “dejarles libertad para que aprendan de sus aciertos y sus equivocaciones” y recordarles que “es importante que la decisión final les produzca paz interior”.  Hay que ayudar al niño o joven a escuchar lo que realmente siente,  ayudarle a atreverse a seguir sus instintos y revisar con él o ella qué le funcionó y que no. Así decidirá mejor la siguiente vez”.

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