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Conoce e identifica tus propias emociones para ser un gran referente emocional para tus hijos

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¿Te preocupa no saber potenciar la inteligencia emocional de tus hijos? Estas herramientas te ayudarán

¿Sabemos lo que es la inteligencia emocional? ¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a fomentarla si en muchos casos a nosotros mismos, como padres, nos cuesta gestionar y potenciar la nuestra? Esta pregunta recurrente puede encontrar una solución muy sencilla. Para empezar, tenemos que tener en cuenta que nuestros hijos son, a buen seguro, mucho más inteligentes social y emocionalmente que sus padres. La crianza no tradicional, unidas a la concienciación de la sociedad, la escuela y la familia con respecto a las emociones hacen que nuestros hijos puedan, en ocasiones, enseñarnos a nosotros a manejar esa inteligencia, que no es otra que la capacidad de conocer, diferenciar y gestionar las emociones propias y ajenas, e integrar ese conocimiento en el pensamiento y la conducta.

“Nuestros hijos son, a buen seguro, más inteligentes social y emocionalmente que sus padres”, Joost Scharrenberg

Es lo que afirma Joost Scharrenberg, coach de yoga y mindfulness para niños, jóvenes y adultos. En su opinión, “los niños están más acostumbrados a trabajarlo. Aunque todos debemos hacerlo para profundizar en nuestras propias emociones. Los niños desde muy temprano tienen más conexiones neuronales y más posibilidades de aprender hábitos. Los niños son inteligentes social y emocionalmente hablando“.

“Es un entrenamiento”, añade Elisenda Pallàs, coach de mindfulness que acompaña a familias y educadores. “Es verdad que aún no tienen la mente configurada y los pensamientos no son elaborados, pero si tienen herramientas, cuando complejicen el pensamiento con la edad no se quedarán atascados en el pasado o en el futuro. Al final las emociones duran segundos si no las alimentas con pensamientos, porque no siempre los pensamientos tienen razón. Es importante la capacidad de observar con distancia y despegado de la intensidad de la emoción. Porque somos pura emoción. Pero tenemos que pararnos, darnos cuenta de cómo estamos nosotros,  de cómo está nuestro hijo y desde la calma decidir lo que es lo más adecuado. No siempre tenemos que hacer algo, a veces simplemente hay que estar“.

“No siempre tenemos que hacer algo con nuestras emociones. A veces, simplemente, hay que estar. Y que vean nuestra vulnerabilidad. Eso requiere coraje”, Elisenda Pallàs

Para Pallàs, es vital que los padres expresemos nuestras emociones. “No se trata de cometer sincericidio con nuestros hijos, sino de invitarles a mostrar nuestra vulnerabilidad. Eso requiere coraje. Qué bueno es poder decirle a tu hijo ‘los siento, pero no puedo hacer esto hoy porque no puedo más’. Al final entenderá que él tiene un espacio personal sagrado igual que lo tienes tu”.

 

Herramientas para potenciar la inteligencia emocional

 

Entre los recursos que podemos seguir para fomentar ese trabajo de inteligencia emocional se encuentran los cuentos, los juegos, el yoga y el mindfulness.

  • Cuentos: En este sentido, existen recursos a los que podemos echar mano los padres y también los maestros para acompañar a niños y jóvenes en este viaje por las emociones. Los cuentos son lo primero que, posiblemente, nos venga a la mente. Y sí, “es más fácil expresar lo que sientes y hablar de lo que te pasa cuando te sientes identificado con una historia. Pero a los adultos también les pasa”, explica Scharrenberg.

  • Juegos: Por ello, tanto él como Elisenda Pallàs han lanzado ‘El juego del ahora’, un libro para niños -no tan pequeños-, adolescentes y padres con el que, de forma lúdica a través de un juego de preguntas y de cartas, podemos ayudar a conocernos a nosotros mismos e incluso aprender todos. Aquí adquieren gran importancia el yoga y el mindfulness, sí, también para los más pequeños, como otro recurso a tener en cuenta a la hora de conocer, entender y transitar emociones.
  • Mindfulness: “El mindfulness no tiene contraindicaciones. Es inclusivo, para todo el mundo, y para los peques, tengan la necesidad que tengan. Practicándolo reconocemos los síntomas de la emoción en nuestro cuerpo, y podemos respirar en lugar de renegar de la emoción, actuar antes de que estalle. Siendo conscientes de ella no perderemos nuestro sentido común”, explica Scharrenberg. “Cuando vas a la playa, antes de zambullirte metes el pie, igual ese día no te bañas pero no huyes de la playa. El mindfulness igual, no es un ‘arreglaniños’, es una invitación a conocerse mejor. Si te conoces bien entiendes cómo acompañar mejor desde tu papel de padre“, apostilla Pallàs.

“Cuando reconocemos los síntomas de una emoción podemos respirar y actuar antes de que esta estalle”, Joost Scharrenberg

  • Yoga: En cuanto al yoga, puede practicarse, adaptado, eso sí, desde los dos años. “Lo importante aquí no es la posición, sino divertirse, ayudarse y aprender. Es increíble ver la evolución y la flexibilidad al cabo del tiempo. Hacen variaciones ellos solos. Es un tipo de yoga enfocado al juego, al trabajo colaborativo y no a la introspección. Las figuras son nombres de animales que pueden reconocer y se trabajan los sentidos, la memoria, la concentración, la atención y las emociones, no tanto los pensamientos. Con los niños más pequeños podemos empezar soplando burbujas, velas o instrumentos, por ejemplo. Puedes utilizar el ejemplo, los cuentos, las caricias…”, cuenta Scharrenberg.

“Debemos seguir siendo coherentes con nuestros hijos cuando crecen, porque cuando necesiten una referencia siempre se acordarán de lo que aprendieron en su infancia”, Elisenda Pallàs

¿Y los adolescentes?

Dice Scharrenberg que si uno ha empezado a trabajar todo esto con sus hijos cuando son pequeños, es “más fácil” seguir haciéndolo cuando crecen. De ser así, y dado que tienen un nivel cognitivo más desarrollado “estaría casi hecho todo el trabajo. Tenemos que pensar en qué se fijan en todo lo que hablamos y hacemos y seguimos siendo ejemplo para ellos. Así que debemos seguir siendo coherentes cuando crecen porque eso a ellos también les dará seguridad. Un profesor de mi hijo solía decirme que siguiera haciendo lo mismo porque, pese a que como adolescente se iba a rebelar, siempre se acordaría de lo que ha aprendido en su infancia en el momento en el que necesite una referencia. Habrá un día en el que todo esté hecho, pero a partir de ahí debemos seguir con los brazos abiertos, siendo un lugar seguro para él. Sin descuidamos a nosotros mismos“, cuenta Elisenda Pallàs.

 

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Hoy seremos nosotros quienes te demos las gracias por confiar en nuestro trabajo. Mañana serán tus hijos quienes te agradezcan haberte formado en tu labor educativa y haber pensado en ell@s.

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Lara Fernández

Lara Fernández

Periodista especializada en Educación y maestra de Educación infantil
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Mª Jesús Álava, Helena López Casares, Borja Vilaseca, Antonio Ortuño, Félix Muñoz, Heike Freire, Gregorio Luri

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