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Cambio de paradigmas en la educación de nuestros hijos 

Hace unas semanas, recibí la llamada de una persona. Le habían recomendado la Escuela de Padres de D&D Coaching, y quería hacerme una consulta sobre cómo podía “hacerse mejor con sus hijos”. Tenía dos hijos gemelos a su cargo, y por lo visto la situación era bastante insostenible. Los niños solo tenían 5 años, y noté a este hombre bastante desbordado por la situación. Tras estar unos diez minutos escuchando las trastadas que hacían los niños, lo mal que se portaban y lo insostenible que era la situación para él y su familia, me dice: “Entonces, ¿cuándo te puedo llevar a mis hijos y los enderezas?” Aquí está la clave. Pensamos que los únicos que lo están “haciendo mal” y por lo tanto deben cambiar, son los niños. Y más, si hablamos de nuestro rol como padres/educadores. ¿Alguna vez te has planteado qué parte de responsabilidad tienes en el más comportamiento de tu hijo? ¿Qué frase dijiste, o qué conducta tuviste en aquel preciso momento que desencadenó la mundial con tu hijo? Hace tiempo que descubrí que para que mis hijos cambien, primero debo empezar por mí misma. Y para ello, estoy siempre atenta a qué áreas de mejora tengo, cuáles son mis debilidades, cuáles mis fortalezas. Abordo el tema con mucha humildad, y pensando en que yo soy el adulto y soy la primera que debo tomar las riendas de la situación. En definitiva, hacerme responsable de la situación. 

 En este artículo, me gustaría reflexionar contigo sobre algunos paradigmas que desde mi punto de vista deberíamos cambiar, para no poner toda la culpa en nuestros hijos, y que nos permitiría educar desde otro lugar, y afrontar los retos actuales. Porque únicamente modificando creencias arraigadas en nosotros mismos, seremos capaces de pensar de otro modo y actuar en consecuencia. 

 

¿Por qué debo cambiar mi estilo educativo con mi hijo, si a mí me educaron así, y no me ha ido tan mal?” 

 Este es otro reto a afrontar, y otra creencia a modificar. Vaya por delante que no es de obligado cumplimiento que nadie cambie nada, si le da buenos resultados. Lo que sí habría que revisar, es si los “aparentes buenos resultados”, están acompañados en los niños de sentimientos de humillación, culpa, dolor o vergüenza. Mi aportación en este punto, es compartir contigo que existen otras maneras de proceder con los niños y los beneficios que tienen. Puesto que Disciplina Positiva es una metodología que deja de lado el castigo y el premio, el niño aprende a hacerse responsable de sus propios actos, sin esperar nada a cambio, más que la satisfacción de avanzar por sus propios medios. 

 Y sí, a ti te ha podido ir bien, porque quizás hayas olvidado que cuando te castigaban, inmediatamente venían a tu mente uno de estos pensamientos: 

  • “Esto es injusto, no puedo confiar en los adultos” (resentimiento). 
  •  “Ellos ganan ahora, pero ya verán más tarde” (revancha). 
  •  “Haré lo contrario para probar que no tengo que hacerlo a su manera” (rebeldía). 
  • “La próxima vez no me atraparán” (cobardía).
  •  “Soy una mala persona” (reducción de la autoestima). 

 Como niño, probablemente nunca pensaste que el castigo que te imponían tus padres era por tu bien. Quizás, ahora con más perspectiva, puedas pensarlo, pero con 2, 6, 10 o 15 años, te aseguro que no lo hacías. Por lo tanto, ¿qué aprende tu hijo con el castigo? A largo plazo, nada de lo que tú como padre o educador esperas. Entonces, ¿cuál es la alternativa?  

 

Tener respeto por mi hijo, está reñido con poner límites a su educación 

 Si esta afirmación fuese cierta, estaríamos hablando de padres y madres que únicamente educan desde la permisividad, o desde el autoritarismo.  Educar con amabilidad y firmeza al mismo tiempo es posible. Y sólo si establecemos un balance entre ambos, respeto y límites, tendremos niños que aprendan a cooperar, que se sientan motivados para solucionar problemas de manera conjunta, y que en su proceso de desarrollo, se hagan responsables de sus actos.  

 

¿Por qué nos resulta difícil educar de este modo? En mi opinión, creo que el miedo tiene bastante que decir, ya que es el que nos impulsa a actuar de una manera u otra. En caso de que tendamos hacia la autoridad, sentimos miedo de que, al comenzar a practicar la amabilidad, esto conlleve pérdida del control sobre mi hijo y sobre las situaciones conflictivas, incómodas o difíciles de afrontar. Por el contrario, en el otro extremo, las personas que suelen educar únicamente desde la amabilidad, sienten rechazo, (miedo), a educar con límites, porque piensan que les pueden quitar la libertad a sus hijos. En ambos casos, el miedo se traduce en miedo a lo desconocido. Y ¿de qué nos informa el miedo? Nos dice que no tenemos recursos para afrontar algo. ¿Puede que esos recursos se transformen en falta de información sobre cómo educar con amabilidad y firmeza al mismo tiempo? Eso tiene fácil solución. La metodología educativa Disciplina Positiva, apuesta por este concepto, y ofrece a padres y educadores herramientas para educar niños en competencias básicas para la vida.  

 

Mi hijo es el único que debe cambiar su comportamiento 

Los adultos tenemos mucho que ver en los problemas de conducta de nuestros hijos. Es muy importante que padres y educadores interioricemos esta creencia, porque si no lo hacemos, estaremos dejando en manos de los niños, el cambio que les reclamamos. ¿Alguna vez te has preguntado qué parte de culpa tienes tú en los conflictos con tu hijo? Sólo si aceptas tu parte de culpa, te harás responsable del asunto, y facilitarás que tu hijo también asuma lo suyo. Sé tú el cambio que quieras ver en tu hijo. Una parte importante en los talleres de Disciplina Positiva es ayudar a los padres y madres a que identifiquen cómo su personalidad y sus comportamientos afectan y condicionan las conductas de sus hijos. Es realmente gratificante acompañar a estas personas a que descubran que, simplemente modificando pequeños comportamientos, sus hijos también lo hacen. 

 

 Mi hijo debe pagar por lo que ha hecho, por eso le castigo” 

 Otro de los retos a los que nos enfrentamos como sociedad, es buscar un método que sustituya a cualquier método punitivo. Cuando educamos desde la creencia, de que los niños deben pagar por lo que han hecho y si no, no aprenderán, lo único que hacemos es focalizarnos en el pasado, buscar culpables, y consecuencias “malas”, para ellos. En estas situaciones, el niño experimenta culpabilidad, humillación, miedo, o vergüenza, y lo más grave de todo, no aprender lo que realmente queremos que aprendan. Por el contrario, la alternativa que propone la Disciplina Positiva, se centra en mirar al futuro. Enseña al niño que los errores son extraordinarias oportunidades de aprendizaje para ellos, y que sus padres y educadores confían en ellos para solucionar de manera conjunta los problemas. Existen varias herramientas que podemos utilizar en este sentido y que se practican en los talleres, como las reuniones familiares, la rueda de opciones, o el método de la lluvia de estrellas. Todas ellas orientadas a enseñar a los niños a aprender de los errores analizando las consecuencias, y generando diversas alternativas para alcanzar una solución conjunta. 

  

De inmediato, y a mi manera” 

Para que la educación de los niños sea efectiva, debemos pensar a largo plazo, y dejar de lado, que no tiene sentido que las cosas se hagan siempre a nuestra manera y cuando nosotros lo decimos. El castigo es un método que funciona, a corto plazo. Por eso decimos que sirve, únicamente para cortar la mala conducta, pero que no enseña habilidades de vida, que necesitan de tiempo y mucha paciencia por parte de padres y educadores. No olvidemos que los niños tienen otras necesidades y prioridades muy distintas a las nuestras. Te invito a reflexionar sobre ello, y a ponerte en la piel de tu hijo, y en la tuya propia cuando eras pequeño. En los tiempos que corren, la prisa en nuestra sociedad es una lacra, de la que, si no tomamos consciencia, puede llegar a influir de manera negativa en nuestra manera de relacionarnos con los niños. Cada vez que la prisa te visite, y vayas a regañar a tu hijo, piensa: “¿Qué le quiero enseñar con esto? ¿Qué quiero que aprenda de esta situación? ¿Qué está necesitando mi hijo? ¿Cómo puedo ayudarle? Todas las respuestas a estas preguntas, tienen una cosa en común, tiempo. Date tiempo para elaborar tu estrategia a largo plazo, y enseñarle las habilidades de vida que quieras para él. Por lo tanto, dándole la vuelta a la creencia “ya y a mi manera”, quizás te ayude pensar, “me voy a dar tiempo, y voy a contemplar otras alternativas”. 

 

Para terminar, comparto contigo la creencia que para mí ha supuesto un mayor reto de modificar, y que cuando lo he hecho, ha sido liberador, y me ha permitido educar desde otro lugar. 

 

“Mi hijo me pertenece” 

 Hace años, una gran mentora para mí, me dijo la siguiente frase: “Adriana, tus hijos no te pertenecen”. Tras el shock inicial, os podéis imaginar, aprendí que cuanto antes lo asumiera, antes estaría preparada para ponerme a su lado, tomarlos de la mano, y acompañarlos en el camino que decidan tomar. Porque de otro modo, siempre estaría delante, entorpeciéndoles el paso, o detrás, sin poder apoyarles. 

 Y todo esto, con amabilidad, respeto y mucha mucha confianza. Disciplina Positiva. 

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