Ya os contamos el pasado domingo que queremos llenar este día, que a veces cuesta, de canciones llenas de ternura, amor y grandes ideas sobre los hijos. Hoy vamos con una muy muy conocida que no puede faltar, un clásico de Joan Manuel Serrat inspirado por el humorista Gila, que llamaba a los niños “locos bajitos”. Serrat, en este vídeo de hace ya un tiempo, consideraba muy acertado el término: “no hay más que vivir con ellos y sentir cada uno de estos sueños que los adultos, con las tijeras raras, les van cortando”. Se trata de una canción tierna, llena de mensajes a favor de los niños y en contra de ideas de adultos como cortar la espontaneidad, dirigir sus vidas, proyectarles nuestras frustraciones y el muy frecuente no.
Esta preciosa canción recorre el proceso de un niño desde que nace:
A menudo los hijos se nos parecen,
y así nos dan la primera satisfacción;
esos que se menean con nuestros gestos,
echando mano a cuanto hay a su alrededor.
Y nos cuenta cómo va el proceso de educación, o como dice Serrat, de domesticación.
sin respeto al horario ni a las costumbres
y a los que, por su bien, (dicen) que hay que domesticar.
Niño,
deja ya de joder con la pelota.
Niño,
que eso no se dice,
que eso no se hace,
que eso no se toca.
Serrat también habla en su canción de cómo queremos que los hijos sigan nuestros pasos y cómo les transmitimos nuestras creencias:
Nos empeñamos en dirigir sus vidas
sin saber el oficio y sin vocación.
Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones
con la leche templada
y en cada canción.
Pero finalmente, la vida se impone y nuestros hijos eligen su propio camino:
Nada ni nadie puede impedir que sufran,
que las agujas avancen en el reloj,
que decidan por ellos, que se equivoquen,
que crezcan y que un día
nos digan adiós.