Carmen Cabestany: “Los profesores no estamos preparados para detectar acoso escolar, nos falta formación”

Entrevistamos a Carmen Cabestany, una profesora muy comprometida contra el acoso escolar, que responde a una pregunta crucial: ¿están los docentes y la sociedad preparados para actuar frente al acoso escolar y la violencia contra los niños?

A raíz de la presunta violación de un niño de 9 años por parte de menores compañeros de un colegio de la Sierra de Cazorla,  el pasado 8 de febrero Pepa Bueno preguntaba en Hoy por hoy a la consejera de Educación de la Junta de Andalucía si los profesores están preparados para detectar e intervenir ante estos casos. Hemos trasladado esta pregunta crucial a Carmen Cabestany, profesora de instituto y secretaria de  la asociación NACE No al Acoso Escolar y su respuesta es muy clara: no, porque falta formación en estos temas y priman los contenidos curriculares. Hablamos con Carmen sobre el grave problema del acoso escolar (que afecta a uno de cada cuatro alumnos) y la violencia hacia los niños y abordamos qué cambios sociales serían necesarios para plantar cara a esta situación: “Mientras tanto los niños cargan sobre sus hombros y sus almas y corazones todos esos tipos de maltrato. Y esto no puede ser. Con esto hay que acabar”, afirma contundente.

¿Los profesores están preparados para detectar casos de violencia que sufren sus alumnos tanto en el centro educativo como en el entorno familiar?

No. Los profesores en general no estamos preparados porque nos falta información y formación. Los profesores accedemos a la docencia, tanto en la escuela pública como en la privada y concertada, para dar contenidos curriculares: Lengua, Geografía, etc. Pero de la misma manera que no hay educación emocional para los niños, no hay tampoco herramientas que tengan que ver con lo emocional u otras cosas distintas de lo curricular para los profesores. Nos encontramos con situaciones que no sabemos detectar o cómo intervenir. Es el caso de la violencia en todas sus formas: bullying, abuso sexual, bandas violentas… Tampoco tenemos formación en otros temas que son menos llamativos pero también tienen su importancia, como por ejemplo la nutrición: los niños comen muchas chuches y cosas que les perjudican y les pueden acarrear problemas a la larga. Nadie les habla de los peligros de las bebidas energéticas como el Red Bull, por decir algo. No estamos preparados porque esto supondría un cambio de orientación en la escuela y de lo que entendemos por educación. Este nuevo concepto implica que ya no son tan importantes los contenidos curriculares y se da importancia a los contenidos que tienen que ver mucho con la autogestión a todos los niveles, no solo emocional, también de nutrición y relacional, saber relacionarse con los demás adecuadamente.

Carmen Cabestany acoso escolar
Imagen de Carmen Cabestany en uno de nuestros encuentros

¿Qué reivindicáis en NACE No al Acoso Escolar para que los profesores estén preparados para prevenir, detectar e intervenir en casos así?

Si hablamos de violencia, es necesario tener formación e información. Los maestros tienen que tener en las facultades de Magisterio formación sobre estos temas y esto tiene que ver con la educación emocional. No se debe insistir solo en cuestiones curriculares. Y los profesores que no pasamos por Magisterio tenemos que tener en la formación permanente del profesorado, que tenemos que realizar, aparte de lo que siempre hay, que es la atención a la diversidad, los temas de las nuevas tecnologías, debería haber cursos sobre prevención de la violencia.

¿Hay respaldo de la administración educativa cuando los profesores denunciáis la violencia que sufren vuestros alumnos?

No se debe generalizar, pero digamos que hay poca atención a este tema. Precisamente porque en la escuela prima lo curricular, los problemas que puedan afectar al alumno quedan en segundo lugar.

E incluso en ocasiones se dice: “Oye, mira, esto no te corresponde a ti, tú ocúpate de lo académico y lo demás no es cosa tuya”, como si eso no formase parte de la educación y de la formación de un niño.

Claro, esto es un grave error, porque si un niño está bloqueado porque tiene problemas y sufre violencia de cualquier tipo, no va a poder adquirir esos contenidos. Por lo tanto, sí que debería reconocerse la importancia de estos temas y cuando un profesor detecta o cree detectar un caso de violencia y pone en conocimiento de la persona a la que corresponda este caso, esa persona debería ser más sensible y ponerse a investigar. De hecho, a veces sucede así.

 Pero es un tema incómodo, porque si hay 400, 500 o 1000 alumnos en un centro, muchos pueden sufrir cualquier tipo de problema personal y se considera que eso desbordaría la capacidad del centro. También hay que decir que los centros tienen poco apoyo a ese nivel, pocos psicólogos y pocos psicopedagogos y pocas ayudas.

Así que este tema, cuando se detecta, recae sobre el profesorado o recae sobre la dirección del centro, que muchas veces tiene que decir que no tiene herramientas. No es agradable para un centro que un profesor detecte problemas que vayan más allá de lo curricular y los traslade y se tengan que tomar decisiones sobre si se informa a los servicios sociales, sobre si se llama a otros servicios externos o se convoca a los padres o ver cómo se gestiona esa situación.

Sueles decir que contra el acoso escolar te gustaría que hubiera campañas de concienciación como las que hay contra la violencia machista. Ahora que frente a la violencia de género se anima a denunciar a cualquier testigo, ¿crees que en el caso de la violencia que sufren los niños en la escuela o en su entorno familiar hay esa conciencia de denunciar?

Desgraciadamente no existe conciencia porque pensamos que, si es violencia en la familia, pertenecen al ámbito privado y entonces se suele decir: “Uy, no te vayas a meter ahí”. En la escuela, ante sospechas, se dice muchas veces: “Bueno, ¿y si no es así? ¿Y si te equivocas?”. Pero el problema no es que te equivoques, el problema es: ¿y si aciertas? Se trata de tener las herramientas necesarias para contrastar, para investigar. También es cierto que esto desde la escuela es difícil y debe tramitarse por servicios sociales, que deberían tener más medios y quizá más interés, porque como profesora yo he visto actuaciones verdaderamente penosas, igual que he visto actuaciones muy acertadas. Pero es que deberían ser todas acertadas porque está en juego muchas veces la integridad física, psicológica e incluso la vida de un menor.  Nos encontramos con situaciones verdaderamente delicadas en muchos momentos.

En el caso de acoso escolar, hay que tener muy presente que cuando se denuncia un caso por la vía judicial generalmente fallan en contra.

Anteayer estuvimos grabando para TVE sobre dos casos, uno que ha llevado la Audiencia de Girona y otro en la Audiencia de Bilbao, que son casos absolutamente sangrantes, en los que ha habido un fallo contra la víctima. Estas sentencias hacen mucho daño porque la gente se desanima y se preguntan para qué denunciar si probablemente no se va a hacer justicia, esto les va a costar un dinero y un daño a sus hijos, porque si antes no les han dado la razón y ahora no se la da un juez, ¿qué lección le estamos dando?

¿Por qué ocurre que la mayoría de las sentencias son contra la víctima?

Porque falla lo mismo que en otros muchos ámbitos sociales: hay un desconocimiento de lo que es el acoso escolar. Este desconocimiento pasa por la falta de información, por la falta de formación y muchas veces, por desgracia, por la falta de voluntad.

Porque es verdad que los profesores no estamos formados, pero no es menos cierto que puedes hacer un pequeño esfuerzo para cubrir unos mínimos, ¿no?  Siempre digo que todo esto es muy complicado porque los profesores están sobrecargados y entonces muchas veces no pueden llegar a todo lo que quisieran. Si lo trasladamos al ámbito judicial, pasa que los jueces y fiscales consideran que el tema del acoso escolar es un tema menor, son chiquilladas, que se tienen que resolver en la escuela…

Acoso escolar
Uno de cada cuatro niños sufre acoso escolar en España, según las últimas estimaciones, que datan de 2006

Sobre esto último no les falta razón, pero cuando eso no se resuelve en la escuela y se judicializa ellos son la segunda instancia competente para determinar si hay acoso escolar o no lo hay, entendiendo que no hay una figura jurídica como tal. Los casos no se juzgan como acoso escolar sino como delitos contra la integridad moral. Al no considerarlo un tema importante, que ellos no deberían intervenir en esos casos, la tendencia es a no tomarse todo el interés que deberían ni tener la sensibilidad, y lo digo como lo siento y por la experiencia de la asociación que hace peritajes para juzgados. Ya es hora de que alguien tome cartas en el asunto y exija que en los juzgados haya información y formación sobre este tema.  Hay un documento muy importante que es la instrucción de octubre de 2005 del entonces Fiscal General del Estado sobre temas de acoso escolar. Esta instrucción deberían leerla todos los fiscales, los jueces y juristas, especialmente los de menores. El fiscal es realmente sensible al tema y es muy claro dando instrucciones a sus fiscales sobre cómo deben actuar. Dice por ejemplo que aunque sabe que es difícil el tema de la prueba, cuando no se tenga claro si esa prueba es consistente, es necesario entrevistar al niño. Pero eso no se hace.

Son raras las ocasiones en las que un fiscal de menores, si no lo ve claro, quiere hablar con el niño. Entonces, ¿para qué va a denunciar la familia?

Se exponen a una pérdida económica, a perder las energías, la ilusión, darle un disgusto al menor… Eso va a hacer que cada vez más familias desistan de denunciar. Normalmente son los padres los que denuncian, aunque puede ser cualquiera que sepa de un maltrato el denunciante. Desde el principio hay problemas, porque si la denuncia no está bien redactada, con un buen asesoramiento, corremos el riesgo de que no esté bien formulada. Si es contra menores de 14 años se va a archivar porque son inimputables. Esto muchos padres no lo saben. Deberían también saber que la denuncia se puede hacer subsidiariamente contra el centro, que puede ser responsable también si se estima que no ha protegido al menor. Con este desconocimiento, ya partimos de un inicio del procedimiento que no es el adecuado y que va a afectar a todo lo procesal. Cuando llega eso al juzgado y a fiscalía, se suele archivar por falta de pruebas. Pero además hemos visto casos en que con 25 audios, por ejemplo, iban a archivar el caso, porque la tendencia es archivar y el fiscal no se había dado cuenta de que existían esas pruebas. Nos encontramos con esta inercia de archivar estos casos y no darles toda la importancia que tienen.

¿Cuáles deberían ser los mensajes clave de esa campaña ideal para concienciar a la sociedad contra el acoso escolar al igual que las campañas que conciencian contra la violencia machista?

Lo primero que quiero decir es que aunque hay similitudes entre el acoso escolar y el maltrato hacia la mujer, hay una diferencia fundamental que determina si se va a hacer esa campaña, porque el maltrato al niño se produce en casa de la Administración, y eso marca una diferencia fundamental. Porque ¿qué pasa si tenemos que reconocer que tenemos muchos casos en casa de la Administración educativa? Eso supone un grave problema a nivel político, institucional y puede serlo también a nivel judicial. Las estadísticas que tenemos son antiguas, del año 2006, y eso ya nos dice mucho.

Esas estadísticas antiguas determinan que uno de cada cuatro niños sufre acoso escolar, eso nos sitúa en dos millones de niños, porque la población escolar es de aproximadamente ocho millones de niños en España. Si eso se levanta, empieza a aflorar, va a causar un grave problema institucional y político.

¿Hay voluntad realmente de sacar este tema a la luz, sacarlo de la clandestinidad y la ley del silencio? Yo lo dudo. Es cierto que se toman medidas, pero a mi juicio no son suficientes ni efectivas. Está muy bien que haya un teléfono de atención a las víctimas, pero no es suficiente si en ese teléfono solo nos dicen que hagamos un escrito al centro y no haya otras medidas como llamar al centro para contrastar, como sí hacemos en NACE, u otras medidas que se deberían aconsejar a las familias. Es básico por ejemplo preguntar por el estado psicológico del niño, sería la pregunta número uno, y que un profesional lo ayude. Hay que tomar varias medidas en paralelo y ofrecer varios consejos a las familias. No basta con poner un teléfono sino atender y asesorar en profundidad a las víctimas y sus familias. Por la información que tenemos en la asociación, no se suele informar a las familias de que los menores de 14 años son inimputables y que pueden denunciar al centro subsidiariamente.

En cuanto al mensaje central de la campaña, sería: “No te calles, dilo”, sea quien sea, el compañero, la madre o el padre de un compañero… Si sabes que a un niño lo están machacando solidarízate con él. Si llega el caso en el que tienes que testificar, testifica. Que si lo ve un profesor haga lo que pueda, lo que sepa, que se informe, que pregunte, que llame a alguna asociación, como nos llaman a nosotros. Hay padres de niños que sufren acoso que piensan que la cosa no es tan grave, por desconocimiento, no por mala voluntad. Hay que formar muy bien a los psicólogos y psiquiatras, porque en muchos casos nos hemos encontrado con muchos que se quejan de no haber sido formados. Hay veces que de administración a administración se encubren, no estoy diciendo que siempre pase, pero lo hemos visto en multitud de ocasiones. Todo lo que nos llega a nosotros nos llega porque no se ha resuelto en donde se tenía que resolver: en la escuela y en la inspección. Son demasiados casos los que nos llegan.

Hay que concienciar a todos los sectores sociales, porque cualquiera puede detectar un caso de acoso escolar y cualquiera tiene la obligación de intervenir. Aunque pases por un parque, si estás viendo un maltrato no te puedes quedar cruzado de brazos.

Y si un médico, que está informado y formado, ve a un niño con dolor de barriga, sería bueno preguntar cuándo, porque si es el domingo por la noche es un tema sospechoso porque puede ser acoso escolar. Y si es adolescente, pídele que se remangue porque a lo mejor descubres que se corta. También quiero hablar de los periodistas, que con buena voluntad hacen preguntas pero desconocen el fondo de la cuestión y no te hacen la pregunta más importante. Solo se habla de estos temas cuando se suicidan las víctimas o cuando hay casos graves, pero los periodistas deben tratar este tema con toda la seriedad y la amplitud que se necesita. Y también es necesario abordar más tipos de violencia que sufren los menores, como los abusos sexuales, que están tanto o más ocultos que el acoso escolar, porque es un tema mucho más escabroso.

Si pensamos que hay un 20% de niñas y un 15% de niños que sufren abusos sexuales por pederastas, esta es una lacra que nadie visibiliza. Y mientras tanto los niños cargan sobre sus hombros y sus almas y corazones todos esos tipos de maltrato. Y esto no puede ser. Con esto hay que acabar.

Si te interesa aprender más sobre cómo combatir el acoso escolar, puedes leer estos posts:

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