¿Recuerdas el primer día que llegaste a la empresa en la que trabajas actualmente? Eras nuevo o nueva, no conocías a nadie. Seguramente, la noche anterior, notaste en tu estómago los nervios, cierta inseguridad, incluso miedo por no saber qué te ibas a encontrar al día siguiente. Puede que hasta se lo comentaras a tu pareja, o a algún amigo, que no te quitaras de la cabeza cómo podría ser ese primer día. Seguramente te hicieras muchas preguntas: ¿me llevaré bien con el resto del equipo? ¿Mi jefe será excesivamente autoritario o, en cambio, será una persona accesible, cercana? Cuando llegue la hora de la comida, ya en un ambiente más distendido, ¿sobre qué temas me preguntarán mis compañeros y compañeras?
Seguramente también te harías preguntas más logísticas: ¿habrá cocina para poder calentar la comida? ¿Máquina de café? Si salgo a las 7.30 de casa, ¿llegaré a tiempo, o llegaré tarde? El desconocimiento genera incertidumbre, nerviosismo, puede que incluso angustia. Todos hemos sentido algo similar alguna vez, y están a punto de vivirlo millones de niños la próxima semana.
Entre el 7 y el 10 de septiembre, más de 8 millones de niños y niñas empiezan las clases. Algunos van primera vez, otros no, otros cambian de centro educativo… Pero seguramente todos tengan esa sensación que tú experimentaste. La diferencia principal es que ellos son mucho más pequeños y aún no han desarrollado, en muchos casos, estrategias para entender y saber controlar todas esas emociones. Por tanto, es muy probable que se sientan desbordados.
Desde Educar es todo queremos hacerte una petición: que permitas, en la medida de lo posible, que las madres y padres que trabajan contigo puedan acompañar a sus hijos e hijas en su primer día de clase. De esta forma, se sentirán arropados, protegidos. Ir con el vecino, con el padre de otro compañero de su clase o, incluso, con alguien que no conoce demasiado solo añadirá más tensión a ese primer día.
Es un pequeño gesto que puede tener consecuencias enormes. Los hijos de las personas que trabajan contigo te lo agradecerán mucho, aunque nunca lleguen a decírtelo. Las personas que trabajan contigo te lo agradecerán aún más.
Ser madre o padre es una responsabilidad muy grande, no solo personal, también social. Pero no deberíamos ejercerla en solitario, la sociedad debería aportar su granito de arena, y hacer, entre todos, un verdadero #EquipoEducativo. ¿Contamos contigo?