Verano de 1993: 4 claves para educar de cine en la mirada de una niña

Es una de las grandes favoritas de los Premios Goya, una película que nos pone en la piel de una niña y nos cuenta una historia real e íntima sin artificios. Te contamos, sin mucho spoiler, por qué los padres y las madres deberíamos ver esta película para educar de cine.

Es una de las grandes favoritas de los Premios Goya, que se entregarán este sábado. Se trata de una delicia de película, sin artificios y emoción pura, que nos pone en la piel de una niña que acaba de quedar huérfana y debe aprender a convivir con sus tíos y su prima, que la acogen en pleno duelo. Carla Simón, su laureada directora, cuenta así su historia, en la mirada de Frida, que no entiende muy bien lo que ocurre a su alrededor, y afirma que “quería mostrar como los niños se enfrentan a la muerte y mi caso era el perfecto”. Te contamos, sin mucho spoiler, por qué creemos que los padres y las madres deberíamos ver esta película y tener claves para educar de cine.

Pero antes, te invitamos a ver el tráiler:

Claves para educar de cine 1: La empatía es imprescindible

Sin juzgar todos los errores que comete Frida en su proceso de duelo, Carla Simón nos invita a ponernos en la piel de una niña que no sabe cómo gestionar el torrente de emociones que se le han venido encima con la muerte de su madre y su nueva vida con los tíos y la prima. Con esta película entendemos lo que nos contaba María Soto en un taller: “Los niños tienen el cerebro medio [el cerebro emocional] al aire, se mueven por emociones”. Por eso, añadía esta experta, “no nos escuchan” nuestro razonamiento lógico, “porque nos están viendo y les contagiamos emociones con neuronas espejo”.

Ponernos en la piel de un niño, entender sus emociones crudas, es un ejercicio muy interesante para educadores, porque creemos, como dice Eva Bach, que “estar en contacto con el niño y el adolescente que fuimos desde la adultez y desde emociones adultas es indispensable para ser adultos íntegros, con mente y corazón integrados que luego podamos guiar a niños y adolescentes”. Eva Bach nos dice en un vídeo de nuestra plataforma que “los niños tienen derecho a sentir emociones ambivalentes” y lo vivimos en nuestra propia piel al ver cómo Frida se comporta con su prima Anna.

Claves para educar de cine 2: Educar en las emociones implica comprender y no juzgar

Nos decía Mar Romera que la educación emocional implica “no enjuiciar y entender qué siento, cuándo lo siento, por qué lo siento, qué me hace sentir así y conocerme, sin juicio”. Si bien hay muchos momentos en que Frida y su tía Marga hablan de emociones, lo cierto es que, en este tema tan delicado del duelo, no parece que los personajes adultos animen a la niña a mirar dentro y entender cómo se siente. Y es más, en el momento en el que Frida conecta con sus emociones empieza a procesar el duelo y a encontrar su lugar en esta familia que la acoge.

Claves para educar de cine 3: El mal comportamiento se produce por un malestar que hay que atender

No hacemos un gran spoiler si decimos que, fruto de este momento de duelo que no sabe llevar, Frida se comporta muy mal, especialmente con su prima. Y, aunque, sobre todo al principio, Marga insiste en que la niña se porta mal porque es una malcriada, entendemos y experimentamos que en realidad lo que le ocurre a Frida es que no sabe cómo expresar, canalizar y gestionar el enorme malestar que siente. Begoña Ibarrola, psicoterapeuta y autora de cuentos, nos dice en una ponencia que  “no estéis tan pendientes de su comportamiento, que también es importante, pero pensad que siempre antes de una conducta hay una emoción o un sentimiento. Si atendemos más a sus sentimientos y a sus emociones vamos a ser capaces de modular sus conductas. Cambiando su estado emocional cambiamos su conducta”.

Claves para educar de cine 4: La conexión es muy importante 

Bruna Cusí, que actúa de maravilla en el papel de Marga, la tía, y está nominada al Goya a la mejor actriz revelación, cuenta en esta entrevista que su personaje primero “busca que Frida tenga unos límites, una educación que se iguale a la que tiene su hija Anna”, pero además tiene el reto de “aprender a querer a una persona, como una hija más”, algo que no se consigue en un solo día y se construye “conociendo la personalidad de esta niña, de Frida”. Marga, la nueva persona de referencia de Frida, vive, como dice Bruna Cusí “una evolución bonita”, tal como se refleja en la historia: de juzgar a la niña como malcriada y obsesionarse por que tenga límites y de enfrentarse a sus abuelos a empezar a entender a la niña, aceptarla como es y, sobre todo, otorgarle un papel importante en la familia. 

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