Las emociones comienzan a desarrollarse desde antes de nacer, así a través del entorno próximo cobran sentido; en cada persona se experimentan de forma individual, influenciada por sus experiencias y dependiendo de lo aprendido.
Lo primero que debemos saber es que contamos con 6 emociones básicas: la alegría, la tristeza, el enojo, el desagrado, el miedo y la sorpresa. Como adultos, lo que tenemos que hacer para ayudarlos a gestionar las emociones es aprender a reconocerlas. Hay que poder nombrarlas, mencionarlas y vivenciarlas. Desde muy pequeños es importante que puedan identificarlas, de esa manera podrán utilizar diferentes recursos para gestionar sus propias emociones, pero siempre deberán ser validadas.
Seguramente alguna vez hemos escuchados frases como: “No es para tanto”, “Estás exagerando”, “No pasó nada”…, todas de alguna forma u otra invalidan las emociones, ya que no permiten que la persona, este caso el niño, se exprese libremente, que hable de lo que está sintiendo, que pueda poner en palabras lo que le está pasando. Algo que parece muy simple pero a su vez es tan complejo, que hoy en día vemos las consecuencias en la sociedad, ya que los adultos nos convertimos en poco tolerantes a la frustración, agresivos y distintos trastornos de la personalidad. Por eso es fundamental poder ayudarlos desde muy pequeñitos a poder gestionar sus emociones.
Cuando ignoramos su llanto o restamos valor a los motivos de su inquietud, les transmitimos el mensaje de que sus emociones no son importantes, que no tienen derecho a expresarlas ni a sentirlas
Tanto con los adultos como con los niños pasa lo mismo, cuando ignoramos su llanto, los retamos por estar enojados o restamos valor a los motivos de su inquietud, les transmitimos el mensaje de que sus emociones no son importantes, que no son válidas, que no tienen derecho a expresarlas ni a sentirlas y que, si lo hacen, nos enojaremos o les retiraremos nuestro afecto.
Por eso la importancia de poder validar las emociones en tan solo 4 pasos:
1️. Ponerle nombre a lo que sienten. Ellos muchas veces no logran identificar de forma precisa cuál es la emoción que les pasa en cada momento; de esta manera los ayudamos.
2. Validar la emoción transmitiéndole al niño que es una reacción normal y que tiene derecho a sentirla.
3️. Explicarle los motivos. Tal vez no los comprenda o no le resulten convincentes, pero es importante contárselo.
4️. Ofrecerle herramientas para gestionar esas emociones. Enseñarle que puede disminuir su intensidad cambiando sus pensamientos o buscando una alternativa.
“Un niño que aprende a validar sus emociones, es un adulto salvado” Eliana Delacour