Cuando ideé un libro triste como personaje principal de El siguiente libro que leerás, tuve que pensar en una razón para que un libro pudiera estarlo. Rápidamente encontré un motivo potente y real: los niños de ahora han perdido un poco el interés por la lectura, debido a la sobreexposición a los dispositivos electrónicos.
Así hilé una historia en la que, lejos de hacer una crítica a las nuevas tecnologías, más bien aboga por un uso responsable de ellas y una convivencia en armonía con los libros. Aunque, dejo patente la idea de que los libros son especiales. Los personajes del libro son, aparte del libro triste, una tablet y un mando de consola. Estos dos últimos tienen que presenciar cómo los niños poco a poco empiezan a limitar su uso y comienzan a creer más en la magia de la lectura. ¿Y cómo cambian de parecer los niños? Pues porque en la historia se ve cómo el libro, que es un poco peculiar, al abrirse hace que los niños viajen a su interior a través de un tornado que sale de sus adentros, para hacerles vivir la aventura de sus vidas. Además, cada niño que lo abre, vive una aventura diferente. En esas aventuras no sólo se divertirán, sino que aprenderán algunas curiosidades de nuestro mundo. ¿No es un buen motivo para engancharse a la lectura? Sin embargo, para demostrar que dispositivos y libros pueden vivir en armonía, al final de la historia, el libro, la tablet y el mando acaban haciéndose amigos.
Leer más libros: uno de los mejores remedios para la sobreestimulación
No vamos a hablar aquí de los numerosos beneficios de la lectura, ya que no es la finalidad de este artículo y, además, son ampliamente conocidos. Pero sí diremos a modo resumen que, la lectura les hace parar, relajarse, aterrizar, tomar contacto con su pensamiento y va a fomentar su creatividad y desarrollar su inteligencia. Casi nada.
La sobreexposición de los niños a las pantallas es un tema actual, y muy necesario de tratar. La generación en la cual nos topamos con internet en edad adulta, no somos nativos digitales, con lo que hemos visto de primera mano la evolución tan vertiginosa que ha tenido la tecnología. Es cierto que la tecnología bien utilizada es un buen recurso; evidentemente la rapidez con la que ahora podemos buscar un dato en internet es algo que ha revolucionado positivamente el acceso al conocimiento. El problema viene cuando los niños acceden a esta tecnología cuando aún no están preparados para ello.
Partimos de la base de que los niños no están preparados para utilizar los dispositivos electrónicos. Y no es algo baladí. Estamos hablando de que los niños están en una fase del desarrollo cognitivo en el que necesitan otro tipo de estimulaciones para poder desarrollarse plenamente y con las herramientas suficientes para que desarrollen todas las aptitudes y habilidades necesarias para desenvolverse en la vida.
El principal problema es que crean adicción. Pero no solo en niños. Ciertos dispositivos como los móviles y también las redes sociales están diseñados para ser adictivas. Se diseñan para que estemos mirando como bobos los contenidos que se muestran, con ese efecto de scroll infinito tan peculiar en el que tenemos el control absoluto de lo que vemos, y del tiempo que queremos verlo. Se crea entonces una dependencia por la inmediatez que sería el primero de los efectos secundarios de los que quería hablar. La interacción con el dispositivo se basa en un sistema de recompensas inmediatas en el que no hay tiempo para el aburrimiento: quieres entretenerte, entonces:
1º Buscas algo (o ves lo que salga haciendo scroll con el dedo)
2º Lo lees / visualizas
3º Si no es suficientemente interesante o es muy largo pasas a otro contenido totalmente distinto
… Y así en un bucle infinito que te puede atrapar por horas.
Con estas recompensas inmediatas, el cerebro del niño libera dopamina, que le hace sentir bien y le hace querer seguir interactuando de la misma forma para sentirse así.
Un niño necesita establecer un sistema de recompensas mediante esfuerzo, no mediante ‘scroll’
El hecho de navegar a su antojo y con control absoluto va a provocar que en otras situaciones rechace actividades que requieran mucho tiempo/esfuerzo, va a limitar su capacidad de espera, y posiblemente le cree una baja tolerancia a la frustración. Un ejemplo: cuando tengan que hacer los deberes del cole, podría pasar que les cueste mucho más ponerse, ya que al ser algo que les va a ocupar bastante tiempo y con su atención al 100%, su cerebro lo rechazará de primeras.
Existen otros muchos efectos secundarios de la sobreexposición de niños a pantallas:
- Disminuyen la capacidad del pensamiento abstracto. Esta cualidad permite imaginar representaciones de cosas sin que estén delante, clave para reflexionar, resolver problemas y definir opiniones. ¿Por qué lo disminuye? porque nos lo dan todo hecho y no hay que esforzarse en buscar la lógica a las cosas. Esta capacidad se desarrolla entre los 11 y los 15 años, edad en la que, por tanto, aún están desaconsejadas las pantallas.
- Debido a la dependencia de la inmediatez por los contenidos cortos y rápidos, se disminuye la capacidad de atención y aumenta el rechazo por cosas que requieran mucho esfuerzo.
- Retrasos en el desarrollo y adquisición del lenguaje
- Pérdida del interés por las relaciones sociales
Además, el propio contenido al que acceden, podría ser inapropiado sin una supervisión y control parental (pornografía, apuestas online, participación en retos virales, ciberacoso…)
Y, ¿todos los dispositivos son igual de dañinos? Últimamente se está viendo que mucha gente está metiendo a la televisión en el mismo saco. Pero no, no es exactamente lo mismo. Para la televisión, el espectador tiene una posición más pasiva que para otros dispositivos, ya que tú enciendes la TV y ves lo que sale, no puedes acortar un programa, ni pasar a otro (salvo haciendo zapping, pero ese zapping es para cambiar de canal, no de contenido). Además, para verla tienes que estar en una habitación que tenga TV, te tienes que sentar, es algo más relajado y donde tienes menos el control que con otros dispositivos.
Un móvil o tablet, sin embargo, puede usarse desde cualquier sitio. Y como ya hemos comentado anteriormente, la posición del usuario es mucho más activa. El usuario decide en todo momento qué quiere ver y durante qué tiempo. En cualquier caso, la televisión también hay que limitarla, por supuesto. Pero los móviles y las tablets generan más adicción, y con más efectos secundarios.
El ejemplo lo es todo
Definitivamente, el ejemplo que damos a nuestros hijos es nuestra mejor herramienta. Por tanto, el consejo es claro: que no usemos los móviles delante de nuestros hijos, salvo para llamadas. Si tienes que navegar, chatear o buscar cualquier cosa, hazlo en otro lugar donde no estén ellos. Así de simple. De esta forma, al no verlo frecuentemente, no interpretarán que es un objeto imprescindible.
En cualquier caso, si piden un móvil, les podemos explicar con naturalidad que no es un objeto para niños. Al igual que no deben manejar herramientas cortantes, ni pueden conducir una moto. Ya habrá tiempo para todo. Además, que no se pierden nada que no puedan ofrecerles otras cosas, como los juegos, el contacto con los demás, y, sobre todo, los libros.
Con las tablets y consolas de videojuegos, el consejo es limitar con control parental su uso (tanto en tiempo como en contenido) y en ningún caso permitir una salida abierta a internet. Pero con los móviles, el consejo y el de muchos expertos es que retrasemos su llegada lo más posible.