Cómo educar a nuestros hijos desde el respeto

Transmitimos firmeza y amabilidad a nuestros hijos e hijas cuando respetamos sus necesidades y su dignidad

Hace un par de meses estaba con mis hijos en unos grandes almacenes de ropa de niños. Entrando en la tienda con ellos de la mano, presenciamos como un hombre bastante corpulento le cruzaba la cara a su hijo de unos 3 años de un bofetón. No me voy a recrear en la escena, porque te puedes imaginar cómo quedó el rostro del niño, por no hablar del llanto desgarrador y su cara de pánico mirando a sus dos progenitores sin entender nada.

No me recrearé tampoco en el dolor y sufrimiento momentáneo de ese niño. Pero sí te contaré lo que pasó inmediatamente después a nuestro alrededor, que es lo que más me llamó la atención. Por un lado, mis hijos me aprietan la mano, asustados, e inmediatamente después me preguntan:

  • “Mamá, ¿a que no hay cosa tan mala en el mundo que haya hecho ese niño para que su padre le pegue de ese modo?” (Silencio).

Al mismo tiempo, comienzo a escuchar a los adultos que estaban cerca de la escena como le decían a sus hijos:

  • “¡Algo habrá hecho para que le peguen!”.
  • “¡Se lo tendría merecido!”.
  • “¿Ves lo que pasa cuando no obedeces?”.
  • “¡Así no lo volverá a hacer!”
  • “¡Una buena bofetada a tiempo, y se le quitan las tonterías!”.

Es verdad que mis hijos obtuvieron silencio por mi parte, pero millones de veces prefiero que tengan silencio, a respuestas de personas, adultas, como las que acabas de leer. Porque, ¿de verdad nos creemos con el derecho de tratar con esa falta de respeto a nuestros hijos? ¿Acaso tú no comentes errores y aun así, te gusta que te traten con dignidad? ¿Crees que tu hijo aprende algo cuando se le daña de este modo? Vaya por delante, como siempre digo en mis talleres de Disciplina Positiva, que cada vez que actuamos así (y no hablo de que haya bofetón incluido necesariamente), lo hacemos en nombre del amor, es decir, como queremos lo mejor para nuestros hijos, hacemos lo que sea para que aprendan. Pero ¿sabes qué?, que de este modo el mensaje de amor no llega NUNCA.

Deja que reflexione contigo la manera en la que sí llegar el amor:

  • Mamá, papá, tu mensaje de amor me llega cuando cometo errores y me ayudas a entender que lo he hecho mal, y cómo puedo aprender a hacerlo mejor, en lugar de recurrir al castigo. Recuerda que soy una personita que está investigando el mundo, y aprendiendo poco a poco. O ¿es que tú ya no te acuerdas que hace años tú también hacías lo mismo?
  • Mamá, papá, tu mensaje de amor me llega cuando validas mis emociones, aunque no mi conducta. Por favor, cuando esté enfadado, no me digas: ¡no te enfades hombre¡, o cuando esté triste, cosas como, “no llores, no merece la pena”. Lo único que necesito es que me acompañes a entender mi emoción, que te pongas en mi lugar y veas el mundo a través de mis ojos, porque solo así, me enseñarás a entender y gestionar mejor mis emociones.
  • Mamá, papá, tu mensaje de amor me llega cuando me pones límites con amabilidad y firmeza al mismo tiempo, cuando me enseñas lo que está bien y lo que no, hasta donde puedo llegar, pero todo con respeto. Porque recuerda que es importante que te respetes a ti mismo, para que yo pueda aprender de ti.

Sirva este incidente que os he contado, como muestra de millones que pasan en el mundo día tras día, para compartir contigo mis primeras reflexiones de este nuevo año.

“¿De quién es la loca idea de que para que los niños se porten bien, primero hay que hacerles sentir mal?” Jane Nelsen es la autora de esta frase, que resume de manera muy precisa la esencia de lo que significa Disciplina Positiva: educar con firmeza y amabilidad al mismo tiempo.

Respeto mutuo entre padres e hijos

Como padre, madre o educador enseñas firmeza cuando te respetas a ti mismo y a la situación, y enseñas amabilidad cuando respetas las necesidades y la propia dignidad del niño.

En el ejemplo que nos ocupa, se ve claramente que no hay respeto por el niño, pero por favor, no caigas en el error de pensar que sólo cuando recurrimos a la violencia física es falta de respeto. ¿O es que acaso “las miradas que matan”, “la ignorancia”, “los gritos”, “los ¿ves?, ¡te lo dije!”, y un sinfín de expresiones que utilizamos cada día con nuestros hijos, no son igual de humillantes e hirientes que el tortazo en la cara? Es más, ¿quién nos ha dado permiso para faltar el respeto de este modo a nuestros propios hijos? ¿Qué pensamos que aprenden los niños cuando nos referimos a ellos de este modo? ¿Por qué no te atreves a hablar así a tu jefe, pareja, amigo, etc., y sin embargo lo haces con tu hijo? Da qué pensar, ¿verdad? Quizás sea porque la sociedad está acostumbrada a educar de este modo, porque es como lo han hecho con nosotros nuestros padres, o porque simplemente no sabemos hacerlo de otro modo. No sé a ti, pero a mí estas excusas ya no me valen. Cuando te adentras en el mundo de la Disciplina Positiva hay un camino muy bonito de no retorno. Tomas consciencia de esto que te estoy diciendo, y tus pensamientos, emociones y en consecuencia, tus actos, se encaminan a respetar a tu hijo por encima de todo. Y eso no significa que siempre salga bien, por supuesto que no, pero al menos siembras para que suceda, y créeme, poco a poco tú mismo, tus hijos, y tu entorno, lo va incorporando.

¿Qué pasa cuando no respetamos? Por mucho que “regañemos desde el amor” y para que nuestros hijos aprendan, siento decirte que de este modo no aprenden nada productivo. Los pensamientos y sentimientos que experimentan se acercan mucho más de lo que piensas a cosas como la rebeldía, el resentimiento, la revancha o el retraimiento (sumisión). Los niños se sienten en inferioridad simplemente por vivir en un mundo de adultos. Y aun siendo verdad que en muchas ocasiones sus conductas no son las más adecuadas, esto no nos da derecho a humillarlos y hacerles sentir culpables constantemente.

Si quieres que tu hijo te respete, debes empezar respetándolo tú primero. Sí, esto es así. Nuestros hijos aprenden por imitación, y lo hacen a través de las neuronas espejo. Por mucho que les digas de viva voz que te respeten, si a los dos minutos les estás chillando, ten por seguro que se quedan con esta imagen, que por supuesto tiempo después reproducirán ellos mismos, porque lo han visto en sus padres, que son como “dioses” (hasta la adolescencia). Es como si les estuviéramos dando permiso a comportarse de este modo con ellos mismos, con nosotros y con los demás.

Tan importante es que muestres respeto a tu hijo, como que te lo muestres a ti mismo. Cuando haces cosas que sabes que le van a hacer daño, es muy probable que te estés haciendo daño a ti también. Porque estarás conmigo, en que la culpabilidad suele visitarnos a menudo en estas situaciones. Además, cuando te respetas a ti mismo, estás educando con firmeza, y tu hijo aprende desde los límites, imprescindibles para el buen desarrollo de los niños.

Comprensión del motivo real detrás de la conducta

Cuando los niños tienen malos comportamientos a ojos de los adultos, es importante que vayas más allá de la propia conducta, que es lo único que vemos. En los talleres de Disciplina Positiva aprendemos a bucear debajo del iceberg, es decir, a comprender qué puede estar motivando al niño a hacer lo que hace. Sin entrar en detalles, una manera de comprender estos comportamientos, es adentrarnos en la emoción o emociones que estén sintiendo los niños. Hablar sobre lo que el niño siente en cada instante es crucial para que podamos ayudar a nuestro hijo a encauzar la conducta y llegar a una solución en caso necesario. Ni qué decir tiene, que cuando le ayudamos a heces esto, le estamos favoreciendo su inteligencia emocional.

Una vez que logramos tratar a nuestro hijo con respeto, estaremos creando un clima seguro para el niño, que fomentará que se porte mejor, simplemente por el hecho de sentirse mejor.

Comunicación efectiva

Para recapitular, todo lo que hemos hablado hasta ahora debemos llevarlo a la práctica con una buena comunicación, porque si algo nos caracteriza de otros animales, no es otra cosa que el lenguaje. El lenguaje crea realidades, y en la medida que utilicemos las palabras adecuadas y respetuosas con nuestros hijos, se abrirán multitud de oportunidades que podemos aprovechar para educar a nuestros hijos de manera firme y respetuosa al mismo tiempo.

“¡Mi hijo no me escucha!” ¿Cuántas veces has repetido esta frase o la has escuchado en tu entorno? Una de las claves para que tu hijo te escuche es que le escuches tú a él, ¡y en silencio! ¿Cuántas veces le preguntas cómo se siente, qué necesita, qué está pensando? No hay mejor manera de enseñar a escuchar que escuchando tú primero. Escucha con el corazón, sin juicios, para comprender, y acompañar. ¿Todo un reto verdad? Cuando escuchamos de manera empática a nuestro hijo, seremos capaces de invitarlos a pensar por sí mismos, y a decir lo que quieren decir, en lugar de decirles lo que tienen que pensar y lo que tienen que decir. Porque, ¿a qué después les exigimos que tomen decisiones por ellos mismos? Difícil que esto suceda si no han experimentado lo que implica tener su propio juicio.

Educar con respeto mutuo implica educar con firmeza y amabilidad al mismo tiempo. Te animo a que pienses dos veces lo que le vas a decir a tu hijo si piensas que el mensaje no es respetuoso. Te animo que antes de hablarle a tu hijo pienses en qué quieres enseñarle a futuro, porque solo de este modo emplearás las palabras respetuosas que tu hijo necesita para crecer como persona. Recuerda que solo aprenderá cuando se sienta seguro a tu lado, cuando valides sus emociones aunque no sus conductas, y cuando sienta que puede confiar en ti, y que sus errores son oportunidades de aprendizaje y que no se penalizan, sino que entre todos buscamos soluciones.

Y tú, ¿qué vas a hacer distinto para asegurar que tu mensaje de amor llega?

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Adriana Díaz Fernández

Acompañar a las personas en sus procesos de transformación y crecimiento personal es mi pasión. Creo firmemente en el potencial de cada ser humano, y trabajo para que éste salga a la luz, y contribuya a que la sociedad en la que vivimos se convierta en un lugar en el que relacionarnos desde el amor y el respeto, sea lo natural y predominante. Fundadora de D&D Coaching, a través de este proyecto ofrezco mis servicios como Coach y educadora en Inteligencia Emocional y Disciplina Positiva, tanto en empresas como en Centros Educativos. Madre de dos hijos, lo que me avala en parte la experiencia en el apasionante mundo de la educación. Licenciada en Psicología, especialidad Organización y Máster en Dirección de Recursos Humanos. Experta en Inteligencia Emocional y facilitadora de Disciplina Positiva. Podéis leerme y obtener más información en: www.dndcoaching.com/

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