¿Cómo empezar a educar emocionalmente?

Muchos de los casos que trato en mi consulta son derivados de una inadecuada gestión emocional por parte de uno o varios miembros de la familia. Otros muchos casos parecen dificultades superficiales que tapan aspectos más complejos a nivel clínico. Y en todos los casos aparece la preocupación lógica de unos padres que no saben cómo poder ayudar a sus hijos o a tener un buen clima familiar.
En los niños y los adolescentes, ese mal manejo de las emociones se debe, en parte, al desarrollo evolutivo en el que se encuentran y, también, a las diferentes variables que pueden precipitar una dificultad para manejar un repertorio emocional concreto.

Pero también me encuentro que esa dificultad a la hora de manejar las emociones se da en las mamás y en los papás, los adultos.
La mayoría de nosotros, los adultos, no hemos recibido una educación emocional de forma reglada. Damos por hecho que lidiar con nuestras emociones es algo que sale solo, como respirar. Como no nos lo han enseñado, no consideramos que tengamos que enseñarlo nosotros. Afortunadamente, cada vez más, se forma en los colegios a niños y adolescentes en la gestión de las emociones, se trabaja su Inteligencia Emocional. Sin embargo, esa educación emocional de nuestros hijos en el colegio, quedará muy coja si no se ve reforzada en casa. Y ahí, amigos, ahí hay muchas generaciones que jugamos con desventaja. Una desventaja que no ayuda a potenciar lo que están aprendiendo sobre gestión emocional en las aulas y fuera de ellas nuestras futuras generaciones.

¿Cómo podemos, entonces, empezar a educar emocionalmente? Os propongo algunos pasos para empezar:

  1. Autodiagnóstico: Reflexiona cómo gestionas tú tus propias emociones. Olvídate que eres “el papá de” o “la mamá de”… Regresa, en esta reflexión, a tu etapa anterior a ser padre o madre y vuelve ahora a tu etapa actual en otros contextos que no sean dentro de esa faceta. ¿Qué relación tienes con tus emociones? ¿Te gusta cómo las gestionas? ¿Te hace sentir bien? ¿Qué necesitas de los demás en momentos en los que experimentas emociones agradables o desagradables?
  2. Flash back: Ahora regresa a tu infancia. Seguro que tienes algún recuerdo en el que las personas adultas que te rodeaban no te ofrecieron emocionalmente lo que necesitabas o por el contrario te sentiste acogido y comprendido por ellos.
  3. Crea un “baúl de recursos”: Todos estos recuerdos y sensaciones te ayudan a EMPATIZAR con tu hijo o hija y este es el primer paso para comenzar a educar emocionalmente. Con esos recursos basados en tus propias experiencias puedes ayudar a tus hijos a entender cómo se sienten en determinadas situaciones o a ofrecerles lo que necesitan de tu parte a través de la empatía.
  4. Utiliza un lenguaje emocional: Introduce tus emociones en las conversaciones del día a día. A veces les pedimos a nuestros hijos e hijas que nos expresen cómo se sienten pero en ocasiones no conocen el vocabulario para poder hacerlo. Las emociones son un lenguaje, como cualquier idioma. Las sentimos pero necesitamos ponerles nombre y forma. La familia y la comunicación que tenemos dentro de ella es el mejor lugar donde aprender este lenguaje emocional.
    Estos son algunos primeros pasos. Pero ten en cuenta lo más importante: desesperarse y estar confundido también entra dentro de la educación emocional. Saber gestionarlo de forma adecuada es la clave. Si en algún momento te sientes abrumado o confundido, ¿no te gustaría que te ayudarán a encontrar “el norte”?. En esos casos, no tengas miedo o reparo y pide ayuda.

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Carmen Marco

De pequeña quería ser “profe de pequeños”. Cuando me hice mayor estudié Psicología. Así que ser Psicóloga Infantil y Juvenil me viene como anillo al dedo 🙂 Me apasiona ayudar a “mis amigos” e iniciar con ellos y sus familias un camino hacia el bienestar. Creo firmemente que la prevención y la educación, especialmente la educación emocional, son la solución de muchas dificultades en la infancia y en la adolescencia.

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