Cómo explicar el horror a un hijo: sobre el atentando en Barcelona

Hay muchas cosas que los niños necesitan saber, ver, tocar y oír. Son pura curiosidad, están configurando su identidad, sus ideas y expectativas sobre el mundo, y preguntan, todo el tiempo, hasta desafiar la paciencia más infinita. Y nosotros hemos de responderles, porque ¿quién mejor que nosotros?

Y esa es la clave para darles respuesta a lo que necesitan saber: escuchar su inquietud y responder, responder en base a la realidad, adaptando las palabras a su madurez y capacidad de comprensión. No se trata de mentir, se trata de dar una versión protegida y filtrada, que sea compatible con la idea de “el mundo es un lugar seguro”. Y lo es, y al mismo tiempo no lo es, aunque parezca contradictorio. El mundo es un lugar seguro (o deberíamos ser capaces de ofrecerlo) para un niño que encuentra refugio en los brazos de papá/mamá cuando le pasa algo que le asusta o le duele. El mundo es un lugar seguro cuando en ese abrazo tú como adulto eres capaz de discernir y filtrar lo que él puede entender y le va a servir y lo que sólo le va a generar miedo, incomprensión y odio.

No les sirve ver imágenes y vídeos grotescos de gente sufriendo en medio del horror y la confusión. No les sirve escuchar frases del tipo “estos hijos de puta” “habría que acabar con ellos” y similares. No juzgo la opinión que tenga cada uno. Me reservo la mía. Sólo sugiero proteger a los niños y niñas de ese tipo discursos, a veces pensamos que ellos no oyen, que no se enteran, que esas conversaciones que ponen banda sonora a nuestros hogares no les impactan. ¿Cómo no les van a impactar?

Un suceso de esta magnitud, una tragedia así, nos impacta a todos, nos remueve y nos saca de nuestra cotidiana y egocéntrica realidad. Y es cierto que el mundo está lleno de sucesos que evidencian la capacidad del ser humano de cometer atrocidades, de producir devastación. Pero es una verdad a medias, porque además de eso existe amor, solidaridad y personas que entregan su vida a los demás y que luchan desarmados por la libertad y el respeto. Y eso no lo tenemos tan presente, a veces se nos olvida explicárselo a los niños, tan ocupados como estamos en esta vida que va demasiado deprisa.

Y no sé qué me va a preguntar mi hijo durante los próximos días, pero sí sé que trataré de buscar la mejor respuesta y que trataré de darla desde la tranquilidad. Por suerte él no sabía qué había bajo esas mantas doradas, él no entendía muy bien por qué los mossos no nos dejaban pasar y cuando lo hicieron nos acompañaron a la puerta de casa. Él no se puede hacer a la idea del horror que había sucedido a sólo 200 metros de la casa de su tío, donde estábamos pasando las vacaciones, en la misma Rambla que habíamos caminado unas horas antes, para coger el coche y pasar el día en la playa. Él sólo quería que le cogiera aúpa, y llegar a casa para acostarse. Y cuando se ponía impaciente y decía que quería llegar ya, yo le explicaba que había pasado una cosa y que la Policía estaba allí para ayudarnos, que teníamos que esperar. ¿Un accidente? Me preguntaba. “Sí, algo así cariño”. Sólo tiene 4 años, ya llegará el momento de explicar más.
Los niños y niñas que lo han vivido de cerca y han respirado la tensión, la confusión y el miedo, quizá necesiten hablar de eso o que les respondas alguna pregunta, y si lo ha vivido de manera más indirecta, como todos los demás (sólo viendo a los adultos preocupados hablando de ello), simplemente estate un poco pendiente. A veces este tipo de sucesos reactivan otros miedos y ansiedades (también en los adultos). Y si tienes dudas contacta con un profesional, los psicólogos estamos para eso también.

La idea que yo trataré de transmitir será la de la unidad y la libertad. Y trataré de hacer compatible dar una versión sobre algo que a penas yo puedo entender, con esa idea de un mundo seguro. Si todos los niños y niñas del mundo crecen con la idea de un mundo seguro, con una vinculación sana y positiva, habría cada vez menos adultos capaces de producir semejante barbarie. Y hay gente que hace daño, pero también hay gente buena, y son más, somos más. Cuando el policía le decía a mi hijo “ya eres mayor, puedes ir caminando, ¿no?” yo me daba cuenta de que por una vez yo necesitaba cogerle aúpa más que él ser aupado, porque en ese abrazo yo trataba de expresarle sin palabras “mamá está aquí contigo y todo está bien”, y realmente no sé si todo está bien pero sí sé que eso es lo que yo le voy a ofrecer a mi hijo, hoy y siempre: la vida merece la pena ser vivida, hay más buenos que malos, la luz gana a la oscuridad, aunque ambas caras existen todo el tiempo; y siempre, siempre voy a estar ahí para ti. Gracias a ese policía por su ternura y por tratar de dar naturalidad a la situación más antinatural posible. Gracias a todos los cuerpos de seguridad por su entrega y entereza.

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Mi más sentido pésame a todos aquellos que han sufrido este fatídico día en primera persona, no hay palabras que puedan aliviaros. Somos muchos los que os acompañamos en vuestro dolor.

Somos muchos, somos más, cambiemos el discurso del odio y el miedo por el de la unidad y la libertad. Yo me uno, ¿tú?

 

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Lalu Gómez

Lalu Gómez es Psicóloga y Psicoterapeuta y Consultora en Salud, Liderazgo y Talentos. Desde Psicofamilias (http://www.lalugomez.com/), asesora a instituciones y organizaciones en materia de Empresa Saludable, Inteligencia Emocional, Conciliación y Parentalidad Positiva. Ofrece acompañamiento y herramientas a padres y madres que, como ella, quieren ofrecer a sus hijos su mejor versión.

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