El saber perder es un principio muy importante para la vida. No solo se da cuando nuestros hijos son pequeños y juegan entre ellos, sino también se va a ir repitiendo en el día a día según vayan creciendo: no llegar a x nota, no conseguir ganar ese concurso, no obtener la plaza del trabajo, etc. Nuestros hijos pueden aprender a saber perder si les permitimos cierta autonomía y les damos las herramientas para gestionar la frustración que conlleva no conseguir lo que quieren.
Situaciones para aprender a saber perder
Nuestros hijos e hijas desde pequeños se encuentran en situaciones en las que puede que ganen o pierdan.
Rabietas
A partir de los 2 años es muy común que los niños tengan rabietas: se enfadan, tienen una pataleta, nos gritan, nos pegan o lloran porque no han conseguido su deseo y lo que ellos querían. A esta edad no tienen capacidad para entender por qué no pueden tener todo, pero puede ser útil para sentar un precedente para el niño. Ante estas rabietas, los padres y madres somos los responsables de ceder o no ceder ante los deseos de nuestros hijos. Cuando no satisfagamos lo que ellos quieran y entren en una rabieta, van a ir aprendiendo que no todo lo pueden tener. Para que puedan volver a la calma, podemos seguir estos pasos que recomienda el psicólogo Alberto Soler:
- “Cuando estamos con el niño tirado en el suelo, con la cara roja, encendido, tenemos que bajarnos a su nivel, hablarle con calma y mirarle a los ojos“.
- “Transmitir afecto y contención emocional. Los niños son muy sentidos y se dan cuenta de cuándo estamos enfadados, y pueden dudar de que les sigamos queriendo. No está de más que de manera explícita les digamos cuánto les queremos. Mira, cariño, te quiero mucho, pero esto no es posible. Agachados, mirándole a los ojos, en un tono bajito”.
- “Evitar las grandes explicaciones. Repetir el mensaje tranquilamente, acompañándoles”.
- “Redirigir, apelar a su mente racional cuando estén en calma.
Peleas entre hermanos
Las peleas entre hermanos son otras situaciones con las que nuestros hijos e hijas pueden aprender a saber perder, así como a respetar los turnos. Las peleas se pueden dar por muchos motivos, pero en muchas ocasiones se da por el uso de los juguetes. Aprendiendo que después de que su hermano juegue a los juguetes, puede él jugar, va a aprender a que no todo se puede tener cuando uno quiera, por lo que le va a ayudar a tolerar esa frustración que siente. Asimismo, entre hermanos debemos no incitar a la comparación, pues así se potenciaría una competición no sana y mayor frustración si les decimos que uno es mejor que otro. Así lo remarca Soler: “hay que tener mucho cuidado con las comparaciones entre hermanos porque pueden dan lugar a que surjan conflictos y rivalidades entre ellos, fomentando su competitividad”.
Juegos y competiciones
Los juegos y las competiciones son los escenarios claros en los que nuestro hijo o hija va a aprender a saber ganar y a saber perder. En estos juegos nuestros hijos aprenderán que no siempre lo importante es ganar, si no pasarlo bien, divertirse, hacer un buen equipo. Asimismo, en estos juegos podrá ver que el perder sirve como aprendizaje, como un camino para mejorar y para seguir esforzándose.
¿Cómo le enseño a saber perder?
Se trata de un proceso a largo plazo y del que sobre todo tiene que hacer el trabajo el propio niño con nuestras indicaciones:
No sobreprotegerle
Cuando se encuentren un problema, debemos dejar que ellos mismos sean los que encuentren la solución. Así lo explicaba la experta en educación Noelia López-Cheda: “los mini baches o mini problemas de los niños son, por ejemplo, me he olvidado los deberes y mañana el profesor me va a echar una bronca, tengo que hacer un trabajito escolar, tengo que negociar con mis amigos el intercambio de cromos, tengo que ir a la universidad y resolver mis dudas y, por supuesto, me tengo que presentar en una entrevista de trabajo e intentar sacarla con éxito. Esos son los mini problemas. Y de esta manera van a entrenar con mini cosas. Y con esas mini cosas cuando lleguen las grandes cosas que ojalá no les lleguen, pero no conozco a nadie que tenga una vida ideal, cuando lleguen las grandes cosas van a ser capaces de superarlas”.
Valorar más el esfuerzo que el resultado
“Hijo, la próxima vez tenéis que ganar”. “Hija, has sacado un 7 y tu amigo un 9. Tienes que parecerte más a él”. Cuando como padres y madres valoramos el resultado que consiguen nuestro hijo o hija y no el esfuerzo que ha hecho por conseguir ese, sea un resultado mejor o peor, les estamos transmitiendo que lo único importante y lo único por lo que se valora el trabajo es por la nota que se obtiene. Valorando el esfuerzo que haga les estaremos transmitiendo que es importante esforzarse y seguir trabajando para superarse.
Fijarnos más en lo que hace bien y no en lo que hace mal
¿Cuántas veces, cuando estamos delante de un niño que está haciendo algo o aprendiendo a hacer algo, nos fijamos más en lo que hace mal que en lo que hace bien? Intentemos valorar mucho más lo que hacen bien, pues esto hará que se sientan motivados y que quieran seguir aprendiendo.
Ser ejemplo
Nuestros hijos nos observan y nos imitan. Si nos frustramos cada vez que no conseguimos algo, ellos harán lo mismo. No podemos pretender que ellos sepan perder cuando nosotros no lo hacemos.