“La confianza es la base para el crecimiento. Confiemos en la capacidad que ellos tienen a nivel físico, a nivel emocional, a nivel cognitivo… Porque si no lo que estamos haciendo es limitar su automía y bajar su autoestima”, nos decía Alberto Soler en una entrevista. El conocido psicólogo quiso advertirnos contra la creciente alergia a cometer errores que se respira en nuestra sociedad. Por eso, nos invita a transmitir a nuestros hijos que “de cada error van a sacar un aprendizaje nuevo. Tenemos que confiar más en su capacidad de resiliencia, de sobreponerse a sus errores”. Lo vemos con la historia de Ana, que acaba de comenzar Primaria, y de los padres asustados por ese cambio tan tremendo.
Ana pasa a Primaria y los padres se debaten entre la confianza y el miedo
Ana tiene seis años y acaba de empezar Primaria. No tiene muy claro en qué grupo estará, dónde está su fila, quiénes serán sus compañeros ni qué profesores le han tocado. Pero ella va igualmente contenta al colegio, sus padres ya le han dado la información que necesita (a quién tiene que preguntar, en qué zona del patio se tiene que poner…). Sin embargo, en la entrada del cole se agrupan otros padres preocupados por el cambio: ¿Sabrán sus hijos encontrar la fila que les corresponde? ¿Copiarán bien la lista de material que hay que traer? ¿Se adaptarán bien a sus nuevos compañeros? ¿No se perderán entre tanto niño y tanta fila? ¿Se acostumbrarán al cambio de Primaria? ¿Serán los profesores comprensivos con los niños que aún no dominan la lectura? Y esos padres hacen corros comentando el caos de la entrada y temiendo que sus hijos no están preparados para tanto cambio.
Los padres de Ana, Olivia y Marcos, no saben si intervenir para calmar los ánimos, cada vez más encendidos. Les gustaría decir que entienden los nervios y el miedo al cambio, pero que seguro que sus hijos son capaces de adaptarse, como hicieron cuando entraron en Infantil, como hicieron cuando comenzaron a hablar, a andar, a comer solitos, a vestirse solitos, a ir al baño… Y que crecer es eso, cambiar constantemente de peldaño con algo de vértigo y muchas ganas, sobre todo si la persona que te acompaña (en este caso, los padres, pero también los profesores) te ven capaz y transmiten confianza y no miedo.
Claves para hacer de la confianza un motor para educar
- Según Alberto Soler lo ideal para educar con confianza es “dejarles a ellos guiarnos en cuáles son los pasos que necesitan dar, porque si les escuchamos, normalmente ellos nos lo van diciendo. Más que empujarles o forzarles a hacer cosas, la cosa consiste en no impedirles hacer las cosas que ellos mismos nos van demandando”.
- El miedo a que cometan errores o que sufran es sin duda uno de los mayores obstáculos para confiar en nuestros hijos y en sus capacidades. Pero tal vez sería interesante pensar en el largo plazo, porque, según Noelia López-Cheda, “nos estamos olvidando de que cuando nuestros hijos prueban y fallan, aprenden. Y cuando prueban y aciertan se llevan un chute de autoestima”.
- Para entender la importancia de la confianza para crecer bien, podríamos ponernos en su lugar. ¿Qué habría pasado si de pequeños nuestros padres hubieran querido ahorrarnos el sufrimiento por cometer errores o nos hubieran querido resolver todos los problemas o incluso librarnos de las consecuencias de nuestras decisiones? ¿Seríamos hoy adultos maduros, responsables y capaces? Y si no nos hubieran dejado cometer errores, ¿habríamos aprendido tanto? ¿Recuerdas cómo te sentías (y sientes) cuando superabas (y superas) algún reto? Si educas con confianza, ayudas a tu hijo o hija a que experimente esa sensación tan poderosa.
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