Ponemos un poco de humor y reflexión con este cortometraje premiado en el JamesonNotodofilmfest en 2016. Y aunque su historia pueda divertirnos, encierra un mensaje de autocrítica hacia los padres y madres que conviene tener presente. Unas hermanas adolescentes que hablan de su padre protagonizan esta pequeña historia. ¡Y hasta aquí podemos leer, que no queremos destripar nada!
¿No queremos que crezcan?
Seguro que alguna vez has pensado, o alguien de tu entorno ha dicho, que es una pena que nuestros hijos crezcan, que dejen de ser bebés, que dejen de ser niños pequeños, que dejen de ir a la escuela infantil, que dejen esa etapa tan inocente y mágica de la primera infancia, que vayan al instituto… Y es que, si lo pensamos bien, si algo caracteriza a nuestros hijos es el cambio, es la evolución constante. Como nos comentaba Álvaro Bilbao en su ponencia sobre creatividad, “nos estrenamos como padres todos los días, porque nuestros hijos plantean según crecen nuevos desafíos”.
El hecho de que nuestros hijos crezcan y cambien implica, necesariamente, dejar ciertas cosas atrás o transformarlas en otra cosa (como la magia de la Navidad, por ejemplo, que podemos transformar en ilusión por vivir estas fechas en familia, por buscar regalos que ilusionen para todos…). Además, el crecimiento y cambio de nuestros hijos nos obliga, como decía Eva Bach en una entrevista sobre la adolescencia, a “cuestionarnos, a adaptar nuestro estilo educativo, a acomodar pautas y actitudes que hasta entonces han sido de una forma y que ahora van a tener que cambiar seguro, por tanto crecer también nosotros en definitiva”. Pero tal vez el miedo al cambio, la pereza que supone este cuestionamiento nos puede y terminamos deseando que nuestros hijos no crezcan, cuando es lo que realmente han venido a hacer a este mundo.
¿Cómo acompañar su crecimiento?
Aunque los bebés y los niños pequeños son taaaaan monos y nos encantan y nos los comeríamos, lo que está claro es que nuestros bebés van a crecer y un día se convertirán en unos adolescentes que, dicen algunos, se arrepienten de no haberse comido cuando eran pequeños :). ¿Cómo acompañar su crecimiento, qué actitud tomar? Damos aquí algunas ideas:
- Sin miedo. Eva Bach tiene claro que el 90% de las adolescencias terminan bien, por mucho que parezca un terremoto que va a derribarlo todo. Si entendemos que la rebeldía es un paso natural para el “despertar a la vida” del que habla Eva y confiamos en la bondad y capacidades de nuestros hijos lo podremos vivir con menos miedo.
- Con conexión con nuestra propia historia. Todos los padres y madres hemos sido niños y luego adolescentes. Nos anima Eva a “estar en contacto con el niño y el adolescente que fuimos desde la adultez y desde emociones adultas para ser adultos íntegros, con mente y corazón integrados que luego podamos guiar a niños y adolescentes”.
- Como una oportunidad para crecer y revisarnos. Ya sabemos que “los adolescentes tienen la virtud de poner el dedo en la llaga a los adultos en aquello que nosotros no tenemos bien resuelto. Desenmascaran nuestras carencias, aquello que mientras nadie nos ha confrontado hemos podido disimular”. Tal vez por eso, nos decía Eva que “si somos capaces de descifrar las necesidades y sentimientos legítimos que hay a veces detrás de las conductas y respuestas no legítimas de los adolescentes, la adolescencia se convierte en una oportunidad de oro para crecer todos. Por eso digo que tener hijos es una auténtica bendición porque de alguna manera nos brinda por lo menos dos oportunidades para oxigenar la casa y soltar lastre: cuando nacen y en la adolescencia”.
- Con respeto y participación de todos. Sentarnos a hablar con nuestros hijos, escuchar sus inquietudes sin juicio, comprometernos con una comunicación respetuosa (“Si yo te hablo bien tú me hablas bien), respetar su intimidad, estar cerca y disponibles, entender sus demandas y negociar adaptaciones a esas demandas son algunas de las claves para crecer juntos.
- Con un fondo de aceptación, confianza y amor incondicional: Es sin duda el mejor motor para crecer. Si nuestros hijos se sienten menospreciados, piensan que no confiamos en sus capacidades, sienten que no los aceptamos, por mucho que hayan crecido, no lo harán con raíces fuertes.
- Con vidas ricas y propias. En el cortometraje, parece que las chicas quieren mantener el engaño por el bienestar de su padre, que entendemos que está pasando una etapa dura “desde lo de mamá”. Como nos dice Borja Vilaseca en nuestra plataforma “lo mejor que podemos hacer para la felicidad de nuestros hijos es ocuparnos de nuestra propia felicidad”. Tener proyectos propios, ilusiones que no dependan de nuestros hijos, cuidarnos es tremendamente necesario para vivir con menos desasosiego el desafiante proceso de ver crecer a nuestros hijos.
- Con humor y ganas de disfrutar y divertirse. No olvidemos, como decía Carles Capdevila, que esa es nuestra misión. Si nos divertimos y disfrutamos educaremos mejor que si ponemos el foco siempre en lo negativo.
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- “Educar es autoeducarnos”. Ponencia de Marina Escalona
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