Durante la pandemia, especialmente a partir de la desescalada, los jóvenes han estado en el punto de mira. Que si fiestas ilegales, que si poca responsabilidad y cumplimiento de las medidas de seguridad…
En algunas temporadas incluso, la proliferación de noticias relativas a la actuación irresponsable de algunos jóvenes ha facilitado que se creara un clima de estigmatización y generalización hacia los adolescentes. ¿Pero ha sido así? ¿Es cierto que los jóvenes han sido los que peor se han comportado desde que acabó el confinamiento?
Sobre “emociones, adolescentes y pandemia” nos hablará Cristina Gutiérrez Lestón, educadora emocional, escritora y directora de La Granja Ability Training Center, en la ponencia que dará en nuestro Homenaje a la Educación.
Porque este homenaje está dedicado y dirigido a todas las personas que lo han dado todo por la educación en estos meses tan complicados y, por supuesto, no podíamos olvidarnos de todas esas madres, padres y docentes que tratáis con adolescentes y que habéis vivido con ellos estos momentos tan complicados que ha traído la pandemia.
1. ‘Emociones, adolescentes y pandemia es el título de tu ponencia’. Desde que empezó la pandemia se ha valorado mucho el esfuerzo de los más pequeños (diciendo que nos han dado una auténtica lección de resiliencia). Sin embargo, de los adolescentes se han dado otra imagen (egoístas, cero responsables…). ¿Hemos sido justos con ellos?
Pues no mucho, si bien es cierto que ha habido jóvenes poco responsables, la gran mayoría han sido ejemplares, o por lo menos, bastante más que muchos adultos.
Nuestro cerebro tiene la necesidad de clasificarlo todo para reducir su gasto energético (es el órgano que más energía consume de nuestro organismo). Por ese motivo, clasificamos inconscientemente, y si por la tele salen algunos chicos/as haciendo botellón, nuestro cerebro los clasifica automáticamente como irresponsables.
Pongamos atención cuando hablemos de ellos, en casa y sobre todo en la tele, y seamos más justos y respetuosos; cambiemos el “los adolescentes hacen fiestas ilegales” por “hay adolescentes que hacen fiestas ilegales”, y así ellos no se sentirán tan amenazados ni agobiados con esas etiquetas negativas que les estamos poniendo entre todos, y que se suma inevitablemente al resto de lo que están viviendo en cuanto prohibiciones, restricciones, padres con ERTES o pérdidas familiares.
2. Desde el punto de vista emocional…. ¿esta situación es mucho más difícil para un adolescente que para alguien de cualquier otra edad?
Por supuesto. La adolescencia es la época de cambio más significativa, el paso del niño a la adultez, por lo que tienen la necesidad natural de desapegarse/alejarse emocionalmente de los padres y empezar ese fascinante camino que es el de ser uno mismo.
Pero para ello, el o la adolescente precisa de una libertad suficiente que le permita buscar grupos sociales afines a su personalidad, aficiones o cultura, y con los que descubrirá nuevas ideas (frecuentemente distintas a las familiares para confrontar, probar, verificar), y con los que además generará nuevas creencias, deseos y sueños.
De todo este movimiento surgirá ese descubrimiento de uno mismo, y de una fuerza propia también de los jóvenes, para luchar por todo aquello que desean o consideran injusto, y que es una respuesta a esa necesidad humana de sentirnos útiles y cambiar las cosas que no están bien.
Los adultos también echamos de menos nuestra vida anterior al Covid-19, pero no es vital para nuestro proceso de crecimiento y descubrimiento. Para los adolescentes sí lo es, y por motivos epidemiológicos se lo estamos impidiendo.
Los adultos deberíamos ser más inteligentes y aprovechar que los jóvenes tienen un profundo sentimiento de justicia. Si fuéramos honestos con ellos, y más empáticos, no se rebelarían pues saben que la situación es la que es.
Diría que se enfadan más por ser criticados y no ser entendidos, que por la pandemia en sí. Si les decimos “las prohibiciones son mucho más duras para ti que para mí, admiro tu paciencia”, “yo a tu edad, no sé si lo habría soportado”, “entiendo cómo te sientes y todo lo que te estás perdiendo es injusto y me sabe fatal”, ellos se sentirán reconocidos, verán que valoramos su aguante y sobre todo, que estamos con ellos.
3. ¿Por qué nos cuesta tanto entender esta etapa de la vida (adolescencia), cuando todos nosotros hemos pasado por ella?
Porque no empatizamos. Olvidamos rápidamente la debilidad y las dudas de nuestra propia adolescencia. Porque nos pusimos la máscara del disimular todo el día, y tal vez nos molesta ver que nuestro hijo/a aún no.
Porque tenemos prisa desde que dejamos la universidad y no gozamos del momento presente ya que vivimos en la ansiedad del futuro. O porque tal vez hacemos ver que todo va bien, y nuestro hijo/a adolescente no.
Tal vez porque consideramos la adolescencia como algo negativo, engorroso, estresante, peligroso y doloroso…. y por tanto, nuestro hijo/a siente que así lo vemos.
¿Sabéis? Cuando trabajas con ellos te das cuenta de que son fascinantes, muy reflexivos y más sabios que nosotros. ¿La solución? Sonriamos más en casa y escuchémoslos, como cuando Alexandra, de 14 años, me dijo “¿por qué los mayores os pensáis que el mundo de verdad es el vuestro, y no el nuestro?”.
4. Se ha oído mucho que de esta pandemia saldremos reforzados desde el punto de vista emocional. ¿Estás de acuerdo? ¿Hemos aprendido a ser más resilientes?
Eso dependerá de cómo lo hayas vivido tú, si desde el desánimo, el miedo, la rabia, la apatía o la desesperanza, o desde lo contrario, desde el “hijo, a pesar de todo, la vida vale la pena vivirla”. Al final, es siempre lo mismo, quien decide eres tú, nadie más que tú. El resto son excusas.
Invito a los padres y madres a que sean valientes, porque así los niños/as aprenderán de su ejemplo, de que lo importante no es lo que nos pasa, sino desde dónde lo vivimos, y ser capaces de adaptarnos y aceptar lo que no está en nuestras manos modificar.
En definitiva, tener el ánimo para cambiar lo que sí está en nuestro poder, como es decidir desde qué emoción vas a vivir el resto de pandemia, desde el miedo, la rabia o la ansiedad, o desde la esperanza y el optimismo.
5. Hay quien cree que la adolescencia es solo la consecuencia de la educación en la infancia… ¿Estás de acuerdo? ¿Si lo hemos hecho bien antes, podremos disfrutar luego de la adolescencia de nuestros hijos?
Creo que el tipo de adolescencia que vive un joven es una consecuencia directa (80%) de la educación recibida en casa, sobre todo y en cuanto a lo que vemos cuando lo miramos: alguien frágil a quien proteger de todo, o alguien a quien educar para sacar su potencial (el suyo, no el que a mí me gustaría).
En mi trabajo en La Granja pasan más de 18.000 niños y jóvenes cada año, y puedo asegurarte que los niños que no han estado sobreprotegidos tienen una adolescencia mucho más calmada, con amistades más sanas, son más deportistas y tienen un rendimiento académico bastante aceptable.
Y si no lo has sobreprotegido tienes puntos para estar tranquilo/a en la adolescencia. Es decir, si tu hijo/a tiene una sana autoestima porque siente que puede protegerse a sí mismo, básicamente porque se lo has permitido, y sabe que su felicidad no depende de papá o mamá, sino de él o de ella, serán más capaces de decir “no”, no tendrán relaciones de dependencia porque al quererse a ellos mismos, no necesitarán que nadie los mal quiera, y serán fuertes, se levantarán cada vez que se caigan porque sus padres no se dedicaron a sacarles las piedras del camino, y si suspenden, no se derrumban, simplemente estudian más para el próximo examen.
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