¿Cómo sabemos que nuestro hijo está preparado?
Si optamos por la opción conservadora, tenemos que analizar el momento en el que nuestro hijo ya tenga un desarrollo cognitivo que le permita entender que debe permanecer en la cama. Si optamos por hacer el cambio antes, lo que tendremos que observar es que nuestro hijo pueda subir y bajar de la cama con seguridad. Según Laura Pazos, en cualquiera de los dos casos hay que tener muy en cuenta varios aspectos, como el de las barreras. “Los bebés y niños pequeños se mueven mucho mientras duermen. Así que podemos pegar la cama a la pared por un lateral, y por el otro colocar una barrera, mientras que en los pies podemos poner cojines. Es habitual encontrarnos a los niños al día siguiente completamente del revés, por lo que las barreras serán imprescindibles al principio del cambio. Podemos comenzar con una más alta y cuando veamos que ya va teniendo más control de su espacio, pasar a una más baja. Sobre los 3,5 años generalmente ya la podemos retirar.”, añade.
Consejos para hacer el cambio con éxito
Una de las cosas que tenemos que tener presente es que la transición debería hacerse de manera gradual para respetar al máximo los tiempos y el proceso de nuestro hijo. Además, podemos tener en cuenta estas claves que nos facilita la directora de Sleepykids:
- Que sea un lugar conocido. Podemos hacer alguna siesta por el día un poco antes de llevar a cabo el cambio nocturno.
- Que sea un lugar agradable y que lo vaya relacionando con la hora de dormir: leer cuentos sobre la nueva cama como parte de la rutina nocturna puede ser una buena idea.
- Que se sienta parte del cambio: elegir con nuestro hijo las sábanas o nórdicos, los cojines y peluches que adornarán la cama.
- Acompañar si lo necesita. Los primeros días es probable que así sea.
- Tener paciencia. Es un cambio que puede costar, así que los padres y madres hemos de intentar ponérselo fácil.