Muchos de nosotros recordamos bonitos momentos de nuestra infancia en los que nuestra madre, nuestro padre, nuestra abuela… nos contaba un cuento antes de irnos a dormir. Momentos que pasábamos juntos en los que nos sentíamos protegidos, arropados, seguros, tranquilos.
Leer o contar cuentos a los niños y niñas antes de irse a dormir, no solo es una maravillosa opción para pasar tiempo de calidad con ellos, sino que además puede ayudarles en su gestión emocional y a conciliar el sueño.
Sobre contar cuentos a nuestros hijos para ayudarles a dormir hemos hablado con Rosa Jové, psicóloga clínica infantil, que recientemente ha estrenado su último libro “Dormir con cuentos”.
1. Rosa, sabemos que leer cuentos o contar historias a nuestros hijos les ayuda a dormir, pero ¿existen cuentos que faciliten conciliar el sueño y otros que, en cambio, dificulten más este objetivo?
¡Si, claro! Eso sucede tanto a los niños como a los adultos: hay historias que favorecen el sueño y otras que nos mantienen en vela. Yo no puedo dormirme alegremente después de una peli de terror, o irme a la cama a mitad de una historia de suspense. Lo mismo les pasa a los niños.
2. ¿Crees que se está perdiendo la costumbre de contar cuentos a nuestros hijos antes de irse a dormir? Parece algo que nuestros padres y abuelos hacían mucho con nosotros, pero ahora bien sea por el cansancio o por que hacemos otras cosas como ver la televisión, parece que nos cuesta más pasar ese ratito con ellos…
Puede que hace unos años fuese así, pero ahora hay un repunte de cuentos para dormir. Volvemos a contar historias para que los niños se duerman. Lo que sucede es que antes, en un tanto por ciento muy elevado, era la madre la que los contaba, ahora no solo es el padre o la madre, sino que las nuevas tecnologías ayudan y hay cuentos grabados tanto en audio como en video. No serían mi primera opción, porque yo creo que hay que pasar más ratito con los niños, pero para hacerlo de tanto en tanto, tan poco lo veo mal del todo.
3. En tu libro “Dormir con cuentos” explicas que, al igual que pasa con algunos cuentos, también hay ciertas rutinas nocturnas que puede que no relajen, sino todo lo contrario, a los más pequeños, por ejemplo darles un baño por la noche. ¿A qué se debe esto?
Hay muchos niños a los que el baño les relaja por la noche, y por eso vale la pena hacerlo antes de acostarlos o de cenar. Lo que la gente a veces no sabe es que hay un tanto por ciento de niños a los que el baño les tonifica, les reaviva y les despeja. A esos mejor no hay que bañarlos por la noche.
Lo mismo les pasa a los cuentos: hay cuentos que relajan y otros que te mantiene en vilo. Para dormir hay que intentar evitar estos últimos.
4. Volviendo al tema de los cuentos, también comentas en tu libro que “la violencia en los libros es “necesaria, pero con prudencia”. ¿A qué te refieres con esta afirmación?
De alguna forma había que explicar a los niños que el mundo esta plagado de gente malvada, gente que los quiera secuestrar (como a Hansel y Gretel) o que los quiera matar (como a caperucita). Que hay padres que pueden abandonar a sus hijos (como le sucede a Pulgarcito) o que los rechacen (como al patito feo). Si esas calamidades se las explicáramos tal cual, a los niños, les iba a dar un ataque de nervios. Por eso lo hacemos mediante los cuentos. Los niños saben que los cuentos no son verdad y que siempre acaban bien, y por eso pueden “tolerar” oír esas cosas porque saben que no son ciertas y que se van a solucionar. Es como enseñarles las cosas terribles que nos pueden pasar, pero a pequeñas dosis para que puedan asimilarlo sin sufrir tanto.
No obstante, es muy importante saber a qué edad está preparado para oír y asimilar cada cosa. Puede que un niño de 3 años pueda asimilar que el lobo intente atrapar a los 3 cerditos, pero seguramente no lo estará para oír que los padres de Pulgarcito abandonan a sus hijos en el bosque, a su suerte.
5. ¿Por qué las historias que elijamos deben ser “aburridas”? ¿Qué otras características deberían tener para facilitar el sueño?
Aunque yo utilizo la palabra “aburrida” para que la gente identifique enseguida a que me refiero, lo más exacto seria decir “conocida”, es decir, que no sea novedosa, que el niño ya haya oído la historia con anterioridad. Así evitamos mantenerle en vilo porque ya sabe el final, o que no le importe desconectar a la mitad pues ya sabe como continua.
A estas dos características de que debe ser aburrido, que debe haberse escuchado antes, hay otras características que deben tener los cuentos, como son: que sean agradables y que gusten (lo desagradable no invita al descanso), que debe ser largo para que se cansen de oírlo y se duerman, que debe tener una parte repetitiva para favorecer que “desconecten” y que sea entendible por el niño, con palabras que entienda y que no tenga que esforzarse en entender.
6. ¿Todos podemos inventarnos cuentos para ayudar a dormir a nuestros hijos?
Seguro. Lo que sucede es que hay gente muy autoexigente que piensa que no lo hará bien y se autocensura. Para esos padres y madres que creen que no lo harán bien por ellos mismos, en el libro de “Cuentos para dormir” hay un capítulo con ideas de “cómo crear un cuento para dormir”, para que lo hagan con facilidad.
7. Pero no solo es importante lo que les contamos, sino también cómo se lo contamos, ¿verdad?
Todo debe invitar al relax y al sueño. En ese sentido una voz grave, monótona, una actitud corporal tranquila y un entorno relajado, ayudan a conseguir que ese cuento tenga más puntos de que se convierta en un cuento para dormir.
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