La pandemia cambió muchas cosas en la vida de nuestros hijos. Sin duda, una de ellas fue el uso que hacen de Internet y las tecnologías.
Hasta ese momento, las usaban para comunicarse, entretenerse, jugar… pero, de pronto, de la noche a la mañana, empezaron a usarlas también para recibir clases.
Todos tuvimos que adaptarnos a esta situación. Ellos, pero también nosotros, que tuvimos que apoyarlos y ayudarles a sentirse cómodos en esta modalidad de estudio.
Ahora, más de dos años después, las clases online se han normalizado y surge un debate cuya pregunta central es la siguiente: ¿Es mejor la educación online o la presencial?
El coordinador pedagógico de centros Kumon Rafael Samper, durante un webinar en el canal de YouTube Educar es todo, planteaba si realmente ese era el debate o la pregunta sobre la cual debíamos centrar el debate.
“Cuando los educadores hacen un uso hábil, equitativo y eficaz de la tecnología digital, esta puede apoyar plenamente la agenda de una educación y formación inclusivas y de alta calidad. Además, si los educadores hacen este uso hábil, equitativo y eficaz, pueden favorecer un aprendizaje más personalizado, flexible y centrado en el estudiante”. Esta cita, extraída de un documento de la Comisión Europea, la dio Samper nada más iniciar su intervención para poner sobre la mesa cuál debería ser, desde su punto de vista, el lugar donde deberíamos poner el foco a la hora de iniciar el debate de la educación online. No sobre si la educación online es mejor o peor que la educación presencial, sino en el papel de los docentes en el uso de esta herramienta.
Claves de la educación online
Samper, durante su exposición, dio algunas claves para entender cómo debería ser la educación online:
- La relación entre la educación online y la educación presencial no debería ser de subordinación, sino de igual a igual. No se trata, en ningún caso, de que la educación online complemente a la presencial, sino de que ambas se retroalimenten.
- Teniendo en cuenta que, como dice siempre el doctor en Neurociencia Francisco Mora “sin emoción no hay aprendizaje”, Samper recalca que deberíamos asegurarnos de que en la educación online se dé esta premisa.
- Cuidado con confundir emoción con tener que buscar actividades más lúdicas o más entretenidas. Emoción hace referencia a poner en el centro el interés del alumno.
- Plan personalizado que tenga en cuenta las características individuales de cada alumno.
Ventajas de la educación online
La educación online quizá se ha demonizado en exceso. Samper, para contrarrestar esta imagen negativa, recalcó en su exposición sus ventajas:
- Permite a los alumnos seguir aprendiendo por sí mismos y a su propio ritmo.
- Hace más accesible el aprendizaje, facilitándoselo a aquellos niños que por diversas razones no pueden acudir presencialmente a la escuela.
- Permite un aprendizaje más vivencial y significativo. Es decir, podemos diseñar acciones formativas que tengan en cuenta las características individuales de nuestros alumnos.
- Permite diseñar planes de evaluación más completos.
- Favorece una comunicación más fluida y constante entre docentes, alumnos y familias.
- Desarrolla en los alumnos su competencia digital.
Todo esto, insiste Samper, si se cumple la premisa citada al inicio: ” los educadores hacen un uso hábil, equitativo y eficaz de la tecnología digital”.
Ni presencial ni online, hablemos, simplemente, de educación
Para Samper, la clave estaría en abandonar el debate que enfrente a la educación presencial con la online buscando decidir qué educación es mejor, y hablar, simplemente, de educación.
Una educación que para él debe cumplir 3 requisitos:
- IMPULSAR la capacidad del alumno de aprender por sí mismo.
- CONTAGIAR las ganas de aprender toda la vida.
- ASEGURAR una educación personalizada.
“El debate que quizá deberíamos iniciar no es si educación online o presencial, sino qué educación queremos para nuestros hijos/alumnos y cómo puede favorecer la tecnología las mejores pedagogías educativas”.