Es innegable que la situación de las mujeres ha mejorado notablemente en las últimas décadas. Cada vez más la sociedad se va adaptando a las demandas de igualdad que las mujeres llevan siglos reivindicando. Sin embargo, existen muchos aspectos que aún quedan pendientes y que hacen que la lucha feminista siga siendo necesaria hoy en día. Uno de estos aspectos es, sin duda, la corresponsabilidad.
Según el Instituto de la Mujer, la corresponsabilidad es el “reparto equitativo de las responsabilidades domésticas y del cuidado de las personas entre mujeres y hombres. En el reparto de los cuidados es imprescindible que el tiempo dedicado a la crianza de las hijas e hijos por parte de ambos o ambas progenitoras sea igual, es decir, que los permisos sean por nacimiento y/o adopción, iguales, intransferibles y remunerados al cien por cien para ambos”.
¿Por qué la corresponsabilidad sigue siendo inalcanzable?
Esta pregunta no tiene una sola respuesta. Son diversos los motivos por los que la corresponsabilidad sigue siendo una fantasía para la mayoría de las mujeres, pero podemos señalar como principal razón que, en nuestra sociedad, sigue presente en el imaginario colectivo la idea de que el trabajo doméstico es responsabilidad de las mujeres.
Históricamente se ha asociado a las mujeres al ámbito privado: la casa, los hijos, los cuidados, la cocina, la familia… Mientras que el hombre era el encargado de trabajar y proveer a la familia de sustento económico. Sin embargo, una vez la mujer se incorpora de manera masiva al ámbito laboral, no se invierten o modifican los papeles, sino que se acumulan las tareas: es decir, a pesar de ganar independencia, derechos y visibilidad, las mujeres siguen cargando sobre su espalda las responsabilidades ligadas al ámbito doméstico.
La principal consecuencia que se deriva de la falta de corresponsabilidad y de la dificultad para conciliar trabajo y vida personal es la conocida como carga mental. Este concepto hace referencia a la acumulación de tensiones que sienten las mujeres como consecuencia de las múltiples tareas que deben llevar a cabo a lo largo del día, sumando su papel como trabajadoras, madres y amas de casa. Y esta carga tiene nombre de mujer, es decir, viene determinada por el género, pues como demuestran las investigaciones: “El 71% de las mujeres sufre carga mental, y sólo el 12% de los hombres lo experimenta”.
“Yo ayudo a mi mujer en casa”
Esta frase, que parece inofensiva, incluso podríamos decir que positiva, esconde una verdad implícita: si ayudas a alguien con sus tareas, estás presuponiendo que son SUS tareas y, por lo tanto, reproduciendo el ideal de que el trabajo de casa está reservado para las mujeres.
En este sentido, la corresponsabilidad implica un reparto equitativo de tareas entre las mujeres y los hombres, pues entendemos que:
- Como dice el psicólogo Alberto Soler en este maravilloso artículo, (Yo no ayudo a mi mujer con los niños ni con las tareas de casa): “Los hijos, al igual que las tareas domésticas, no son el patrimonio de nadie: ni pertenecen a la mujer ni pertenecen al hombre. Son responsabilidad de ambos”.
- Los cuidados y responsabilidades domésticas no vienen dadas por determinismo biológico. ¿Y esto qué quiere decir? Pues que todas esas características que aún se asocian a las mujeres (amabilidad, dulzura, buena mano en la cocina, deseo de ser madre, atención en los cuidados…) no vienen dadas por la naturaleza, no nacemos con ellas, sino que se atribuyen a las mujeres de forma cultural (se nos educa para que encajemos en el ideal de “mujer” o de “hombre” que nuestra sociedad ha configurado siguiendo las normas culturales y valores de la sociedad misma).
Por lo tanto, teniendo estas dos premisas en cuenta, y contemplando también los avances en materia de género que hemos experimentado como sociedad, ¿qué podemos hacer para alcanzar la corresponsabilidad?
La responsabilidad de la corresponsabilidad
Para que la corresponsabilidad de tareas sea una realidad, es imprescindible la colaboración de distintos agentes de la sociedad:
- Las empresas: formando equipo educativo con madres, padres y colegios, siendo conscientes de que juegan un papel muy importante en nuestra sociedad, así como facilitando la conciliación familiar-laboral.
- Los medios de comunicación: desterrando los estereotipos de género tan recurrentes que siguen reproduciendo la idea de que las mujeres deben encargarse del ámbito doméstico y utilizando su fuerte papel socializador para ejemplificar la corresponsabilidad y la igualdad en sus productos mediáticos.
- Políticos/as: llevando a cabo leyes que luchen contra el techo de cristal (dificultad de las mujeres para ascender en el ámbito laboral), la brecha salarial (diferencia de sueldos que ganan los hombres respecto de las mujeres), la violencia y discriminación por género… Y que persigan el objetivo de conseguir una corresponsabilidad real y una igualdad de género en todos los ámbitos.
- La ciudadanía: nuestro papel como personas que conviven en sociedad requiere librarnos de los estereotipos de género que tenemos interiorizados, “deseducarnos” e intentar con nuestras acciones luchar por conseguir la igualdad.
- La familia: el cambio empieza por uno mismo, y por eso los roles que desempeñemos en casa son esenciales. Un reparto equitativo de las tareas, olvidándonos de eso de que “planchar o cocinar (o lo que sea) es cosa de mujeres o se les da mejor a ellas”. Además, esto no solo irá en nuestro beneficio, sino que estaremos dando ejemplo a nuestras hijas e hijos en cuanto a igualdad, y ya sabemos lo importante que es predicar con el ejemplo.
- La escuela: siendo tan importante el papel de la escuela en el proceso de socialización de nuestros hijos e hijas, no podemos olvidarnos de lo importante que es que nuestros hijos reciban una educación basada en la igualdad y el respeto para que interioricen la corresponsabilidad como algo básico, y no tengan que luchar por ella en un futuro, como nosotros ahora, porque ya hayan conseguido que sea una realidad.
Recomendamos la lectura y puesta en práctica de esta “Guía de corresponsabilidad. La corresponsabilidad también se enseña”, elaborada por el Instituto de la Mujer. Una de las ideas que nos propone esta guía es analizar el reparto de responsabilidades que nosotros mismos estamos llevando a casa con una tabla de este tipo:
Tareas | Hombre adulto responsable | Mujer adulta responsable | Otras personas responsables | Porcentajes por tarea |
Horas semanales destinadas a trabajo remunerado fuera de casa | ||||
Horas semanales a trabajo remunerado desde casa | ||||
Horas semanales dedicadas a tareas domésticas | ||||
Horas semanales destinadas a atender a otras personas de la familia | ||||
Horas semanales para ocio común | ||||
Horas semanales para ocio individual | ||||
Horas semanales para formación, desarrollo, atención personal | ||||
Porcentaje según persona responsable |