Se acerca el verano y las editoriales preparan el lanzamiento de los cuadernos de verano, cuyo objetivo es que los niños repasen y refuercen lo aprendido durante el curso y así disminuir los contenidos que pasan al olvido durante las vacaciones estivales.
La idea es que los niños pasen entre 1 y 3 horas diarias (dependiendo de su edad) sentados frente a un libro, haciendo actividades similares a las que han hecho en el cole durante ese curso.
Pero el verano podría ser una experiencia de aprendizaje mucho más enriquecedora si ofrecemos la oportunidad a los niños de llevar a la práctica todo lo aprendido.
Lo que no vale, se tira. El proceso de olvido.
Muchos padres y profesores temen que en el verano los alumnos olviden lo aprendido durante el curso. Piensan que esto podría tener consecuencias nefastas para el curso que empiece en septiembre. El olvido tiene muy mala fama en nuestra sociedad. Sin embargo, olvidar es un proceso esencial para nuestro cerebro, imprescindible para disfrutar de una memoria sana.
A lo largo de toda su vida escolar, el niño sustituirá constantemente unas informaciones por otras. Lo importante no es que retenga en sus memoria todos los contenidos que le enseñemos, sino que en el proceso de aprendizaje (que alterna memoria y olvido) su cerebro se vuelva más rápido, más ágil, mas poderoso.
El verano ofrece la posibilidad de construir nuevos aprendizajes, basados en la experiencia, que refuercen las conexiones neuronales de otras formas que igualmente sirven para fortalecer y agilizar el funcionamiento del cerebro.
El aprendizaje experiencial
Se dice que cuando más aprendemos es cuando hacemos. El aprendizaje experiencial invierte el proceso de aprendizaje tradicional en el que la teoría precede (y en muchos casos sustituye) a la práctica. En el aprendizaje experiencial, los estudiantes se enfrentan a una experiencia real, buscan soluciones como buenamente pueden y cuando logran los resultados esperados, reflexionan y extraen conclusiones teóricas.
Durante el verano los niños pueden:
- Descubrir el fenómeno de la flotación con su propio cuerpo en la piscina. (FÍSICA)
- Experimentar cómo se adaptan todos esos huesecillos que tiene el pie cuando caminamos por superficies irregulares como la arena de la playa. (ANATOMÍA)
- Conocer la historia de la humanidad a través de esos relatos de la abuela que siempre empiezan con “cuando yo tenía tu edad…” (HISTORIA)
- Comprender la aplicación práctica de las sumas y las restas cuando vayan solos por primera vez al kiosco de los helados, e intenten calcular “si con 5€ me llega para un helado y una bolsa de gusanitos” (MATEMÁTICAS)
- Construir una imagen de la inmensidad del universo observando “Las lágrimas de San Lorenzo” (CIENCIAS NATURALES)
- Leer los carteles informativos e interpretar los mapas en los viajes o en el parque de atracciones. (LENGUA)
Las bicicletas son para el verano
El verano es para correr y jugar. Porque cuando el cuerpo se mueve con libertad el cerebro establece nuevas conexiones sinápticas que albergarán nuevos aprendizajes.
El verano es para experimentar la naturaleza y sus fenómenos en primera persona y con curiosidad. Porque esas observaciones despertarán la necesidad de conocimientos teóricos que expliquen lo observado.
El verano es para leer cuentos e historias fantásticas que nos permitan habitar otros mundos en nuestra imaginación. Porque esas son las lecturas que despiertan la verdadera afición.
El verano es para viajar, descubrir el mundo, probar otros sabores otros colores, otros olores. Porque comprender que hay otras formas de pensar y de vivir al otro lado de las fronteras nos vuelve más abiertos y tolerantes.
El verano es para compartir tiempo con la familia y los seres queridos. Y aprender, como se ha hecho toda la vida, de la experiencia acumulada de nuestros antepasados.