Hablar sobre la juventud está de moda, pero solo si se hace para criminalizarla. Escuchamos noticias sobre los jóvenes todos los días: “esta quinta ola de la pandemia es la ola de los jóvenes”; “lo más complicado es que la juventud se vacune, vamos a tener que ir a las discotecas a hacerlo”. La realidad dista mucho de lo que escuchamos en los titulares. Las nuevas generaciones de chicos y chicas están en busca de un futuro que pueda permitirles vivir con estabilidad y con seguridad. Sin embargo, el futuro que les estamos dejando es incierto, triste y desolador.
Los datos del paro juvenil en España llevan siendo alarmantes desde hace años. Los datos de la Comisión Europea de junio de este año muestran que somos el país de la Unión Europea con más personas menores de 25 años paradas: un 37,1% de los jóvenes no tiene trabajo. Si juntamos este dato junto a los titulares como “Los jóvenes se resisten a comprar una casa”, se entiende que no es que los jóvenes no quieran comprar una casa e hipotecarse, sino que no tienen el dinero ni la estabilidad como para hacerlo.
El último Informe de la Juventud en España de 2020 de Injuve también señala cómo los jóvenes no pueden formar proyectos de vida por la falta de certezas, porque han atravesado tanto la crisis del 2008 como la pandémica sin haber podido cerrar las heridas. Los salarios bajos, la falta de oportunidades, la inestabilidad… Todas estas circunstancias les hace más difícil a los jóvenes tener una proyección de su futuro positiva.
Generación de líderes sin oportunidades
Tenemos una generación de jóvenes con ganas de liderar, de esparcir su voz. Son jóvenes que han dado un paso adelante para cambiar las injusticias y han puesto sobre la mesa temas que se deben visibilizar.
Las Juventudes por el Clima han salido todos los viernes a reivindicar y pedir medidas reales contra el cambio climático, mientras que los Gobiernos de todo el mundo no realizaban acciones; jóvenes famosos como Simone Biles y no tan famosos han sido firmes en poner su salud mental en el centro; una juventud que lucha contra la discriminación, contra la LGTBIfobia, contra el racismo, contra las injusticias y que abraza la diversidad; generaciones que, como señala el informe anteriormente citado de Injuve, ven que es necesario acabar con el machismo y sus repercusiones, y es que 9 de cada 10 mujeres jóvenes y 8 de cada 10 hombres jóvenes creen que la violencia de género es uno de los mayores problemas sociales a erradicar;
¿Qué ejemplo damos si se les llama la generación de cristal, la generación que no tolera nada, la generación con mayor fragilidad? Esa fragilidad que se asocia a las nuevas generaciones quizás es porque la juventud ha dicho basta ante las injusticias y porque quiere dejar atrás la discriminación y los prejuicios.
Y es que por el contrario, muchos jóvenes están siendo el ejemplo de muchos adultos. Adultos que admiran su voluntad por el cambio; que se sorprenden al ver cómo se convierten en emprendedores; que se asombran al ver que pueden compaginar varios empleos para llegar a fin de mes…
¿Queremos que las futuras generaciones puedan formar proyectos de vida? Démosles oportunidades, recursos. Quitémosles la carga de hacer una sociedad mejor y hagámosla junto a ellos.