En nuestra casa somos una familia de seis. Dos adultos, un niño de 7 años, una niña de veintidós meses y dos perros.
Como todas las familias, llevamos el confinamiento lo mejor que podemos. Tenemos la gran suerte de vivir en una casa de campo rodeados de agricultura. Esto hace que podamos salir fuera cada poco tiempo sin ningún problema. Todos lo agradecemos muchísimo. No voy a ser yo ahora el que descubra aquí los enormes beneficios de estar al aire libre.
Aun así, hay momentos de crisis. El otro día mi hija de veintidós meses me sacó de casa de la mano y me llevó hasta la cochera diciendo “che papá” (coche de papá).
Una vez en el coche me hizo abrir la puerta (tuve que volver a por las llaves) y sentarla en su silleta. Señalando la silleta me repetía sin parar “ahí papá”.
Después tuve que ponerle los cinturones. Cogía el cinturón y de nuevo decía sin parar “cha papá” (abrocha Papá). Cuando ya tenía los cinturones puestos me dio la siguiente instrucción “sienta papá” señalando el asiento del conductor.
Yo, diligente, me fui a mi asiento y cerré la puerta. Estuvimos así un rato, hasta que la pequeña volvió a decir “no va”, “¿pilas?”. Yo le dije que el coche el coche no iba, que no tenía pilas. A lo que ella me contestó con toda la naturalidad del mundo “popiar” (comprar).
Le dije que compraríamos pilas muy pronto y que volveríamos a salir a dar un paseo en coche hasta la playa, a ver a los abuelos o simplemente sin destino fijo, donde queramos ir, en libertad y en familia.
Cuéntanos tu historia y así elaboraremos todos juntos un diario de confinamiento con niños en el que podamos compartir nuestro día a día. Escríbenos a: info@gestionandohijos.com.