Educación sexual: ¿Cómo afrontar con naturalidad las preguntas de tus hijos?

Las preguntas sobre sexo se pueden dar a cualquier edad y es importante responderlas con naturalidad y honestidad. ¿Quieres saber cómo?

La educación sexual sigue siendo un tema rodeado de un gran tabú social. Hay quienes piensan que educar en sexualidad va a conducir a despertar la curiosidad en los niños demasiado pronto, a confundirles o incluso a llevarles a la promiscuidad. Y nada más lejos de la realidad.

El estigma que envuelve la educación afectivo-sexual se ha traducido en un enorme desconocimiento al respecto que, sumado a la poca preparación que recibimos nosotros en esta materia, da como resultado que tengamos muchas dudas sobre cómo abordar estos temas con nuestros hijos. Por este motivo, vamos a ver algunos consejos que nos pueden ayudar a la hora de afrontar con naturalidad las preguntas sobre sexualidad de nuestros hijos e hijas.

1. ¿A qué edad empezar a hablar de sexo a tus hijos?

La sexóloga y terapeuta de parejas, Lara Avargues, responde tajante a esta pregunta: “La educación afectivo-sexual se debe dar desde el inicio, desde que son pequeños, igual que les enseñamos que esto es un brazo, pues también podemos enseñarles que esto es la vulva o esto es el pene, por poner un ejemplo”.

Lara nos explica en el curso Educación sexual desde la familia que “está comprobado que un abordaje de la sexualidad desde la infancia, adaptada a la edad y las inquietudes de la persona, aporta tranquilidad y seguridad a la hora de abordar las situaciones relacionadas con las conductas sexuales y evitar situaciones que no se desean”.

Por otro lado, “también se ha demostrado que la educación sexual infantil, es decir, que los padres y madres faciliten información desde la infancia, no significa en absoluto el fomento en sus hijos e hijas del deseo de tener relaciones sexuales. Lo que sí produce es una mayor capacidad de tomar decisiones adecuadas”, señala la sexóloga.

2. Cómo hablar de sexualidad con tus hijos

Para empezar, es importante darnos permiso para no saber, y reconocérselo a nuestros hijos, desde la honestidad y la claridad. Por supuesto que no tenemos todas las respuestas, ¡faltaría más!

Como explica Lara Avargues, “a veces, a las madres y padres se les exige tener mucha información y sobre todos los temas, algo que realmente es imposible. De hecho, muchas veces lo más honesto sería decir no lo sé y buscar juntos la información o acudir a algún profesional, lo que toque en cada momento”.

Es importantísimo que desde que son pequeños fomentemos un clima familiar favorable a la comunicación, para que cuando tengan dudas o problemas sepan que pueden acudir a nosotros y que no va a haber juicios, sino escucha y diálogo. Como nos indica Lara, “debemos crear un buen clima de comunicación, que cultive la confianza y trabaje la proximidad con un lenguaje claro y sencillo, a través de la escucha y el respeto. Es decir, un clima que no imponga el diálogo, sino que respete sus ritmos y a través del cual nuestros hijos e hijas perciban que lo que cuentan nos interesa y nos importa, sin juicios de valor”.

3. La culpa y el miedo no fomentan una educación sexual sana

Como nos indica Avargues, “hablar de salud sexual es muy importante porque previene las enfermedades de transmisión sexual, los embarazos no deseados y se conocen los métodos anticonceptivos. Pero la salud sexual no se debe trabajar generando emociones de culpa o de miedo”. De hecho, según la ONU, cada día 1 millón de personas adquiere una infección de transmisión sexual, las cuales afectan a la salud en general, pero sobre todo a la sexual y a la reproductiva, algo que no podemos perder de vista.

Sin embargo, debemos transmitir la educación sexual desde un punto de vista positivo: cómo se transmiten las enfermedades, qué métodos anticonceptivos existen, qué prejuicios tenemos sobre algunas enfermedades, entender cómo puedo cuidarme más… Es decir, educar desde una prevención real, “al fin y al cabo, la educación sexual empodera”, sentencia Lara.

“Además, la sexualidad es mucho más amplia, si solo hablamos de ella desde el punto de vista del problema, de evitar consecuencias, pues al final acabamos generando esas emociones de culpa de las que hablábamos”, señala la sexóloga.

4. Sus preguntas, tus mejores aliadas para una educación sexual integral

Debemos tener en cuenta que las niñas, niños y adolescentes deben ser personas activas en este proceso de educación sexual. Es decir, tenemos que recoger sus demandas, sus dudas, aquello que necesitan saber… Por eso, “las preguntas son oportunidades para abordar temas que inquietan o que generan curiosidad sobre la sexualidad en la gente joven. Estar receptivo a estas preguntas potencia el debate, el aprendizaje conjunto y por ende, la unión familiar”, recalca Lara Avargues.

Además, la educación afectivo-sexual no solo consiste en hablar de sexo. También incluye tratar temas como la orientación sexual, el autoconocimiento, la autoestima, la diversidad de cuerpos, la masturbación, el pensamiento crítico… Por eso, también es importante que reflexionemos sobre cuáles son nuestras opiniones y creencias al respecto, para así favorecer actitudes de respeto y comprensión tanto hacia nosotros mismos y lo que sentimos, como hacia nuestros hijos e hijas.

5. El porno no es educación sexual

La educación sexual desde la familia debe ser un aspecto fundamental que madres y padres nos podemos dejar de lado, ya que educamos en sexualidad incluso cuando no pretendemos hacerlo. Es importante que recordemos que, si no brindamos una información adecuada y adaptada a la edad de nuestros hijos, suplirán la falta de educación sexual a través de otras fuentes, por ejemplo, el porno (recordemos que “el 50% de los adolescentes acuden a la pornografía para aprender sobre sexo”).

Por eso, y como nos indica Lara Avargues, “no hay respuestas correctas o incorrectas, lo importante es adaptarse al ritmo y edad de cada persona. Y, más que una fuente de información, las familias han de ser una fuente de apoyo y respeto. Y esto solo se consigue a través de una comunicación clara y cercana desde la infancia. Presentando una visión más amplia y positiva de la sexualidad, promoviendo así una adecuada autoestima y un mejor desarrollo psicosexual en nuestros hijas e hijos”.

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Marina Borràs

Cuando era pequeña me sentaba a diez centímetros de la televisión para ver las noticias todas las mañanas antes de ir al cole. Cuando crecí un poco, se dieron cuenta de que la razón por la que me acercaba tanto al televisor era porque necesitaba gafas, aunque yo prefiero pensar que por aquel entonces ya había encontrado mi pasión: de mayor quería ser periodista. Y así fue. Estudié periodismo y comunicación política, y sigo formándome en los temas que me apasionan: educación, igualdad de género y nuevas tecnologías.

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