Salva López, que se hace llamar Salvarock, es un padre muy peculiar: confiesa que siempre se había sentido ridículo con los niños, que no le había picado nunca el gusanillo de ser padre pero hoy es un padre comprometido que nos invita a educar en clave de rock, con unas lecciones de vida que ha aprendido de la música.
Educar en clave de rock pasa por escuchar
Nos confiesa Salva que “soy un padre raro, soy un adulto raro porque en realidad vengo de ser un niño raro. No tenía nada en común con los chavales de mi edad. No me interesaban los coches, ni las canicas, ni los cromos ni el fútbol”. Así que, nos cuenta entre risas, “pasó lo evidente, me adoptaron las niñas”. Esto se debió sobre todo a que tenía una habilidad “que sigo conservando y que tiene mucho que ver con que sea músico, y es que sabía escuchar”.
Nos dice Salva que a él nunca le había picado el gusanillo de ser padre. “Además no sabía qué decirles a los niños, me sentía ridículo, para mí eran seres totalmente emocionales, alienígenas. Un niño que se ríe y luego llora si no ha pasado nada, ¿por qué se reía y ahora llora?”. Pero un buen día su mujer le animó a tener hijos y ahora se ha convertido en un “tío que aspira a ser un buen padre”.
¿Cómo suena esto de educar en clave de rock?
Salva, que tiene un hijo de 12 años y una hija de 10, afirma que “veo la vida a través de la música”. Así que se anima a decirnos cómo suena la paternidad, a veces como una canción de rock duro como Highway to hell, de AC/DC, de las que nos ofrece acordes, y a veces, cuando “hay una extraña paz”, como una balada como More than words, de Extreme.
Salva dice que “yo no me he leído todos esos libros” y dice que ser padre, un viaje para el que nadie te enseña, “es un viaje de transformación basado en la experiencia”. Por eso siempre ha pensado en esto de educar que “cuando lleguemos a ese puente ya lo cruzaremos. He ido cruzando puentes y no me ha ido mal”, dice. Eso sí, como nos pasa a todos, “hay momentos en que te sientes un miserable y un monstruo y otros que te sientes un ángel. Es como una montaña rusa alucinante”.
Lección 1 de educar en clave de rock: cómo aprender a aprender
Salva lo tiene muy claro: “el ser humano, para mí, es programable. Nos programan toda la vida”. Para demostrarlo, Salva hace un experimento musical: canta el principio de las canciones de varios anuncios y el público las acaba.
Pero ¿cómo nos podemos programar? Nos cuenta Salva que sus hijos, como cualquier niño, tienen prisa por tocar bien su música con los instrumentos. ”¿Cómo manejas que tu hijo se siente por primera vez ante la batería y quiera hacer un redoble? Tienes que empezar a contarle cosas de cómo funciona este cuerpo en el que él habita. No nos han enseñado a usarlo en todo su potencial”, señala. Para descubirlo nos hace un experimento con las manos que nos complica la coordinación. “Os ha dolido porque habéis usado unas conexiones sinápticas que no habíais usado nunca”.
“Yo digo a mis hijos que tienen que aprender a aprender. Para que tu cuerpo aprenda, si quieres ir rápido tienes que ir lento, programarte poco a poco”.
Siguiendo con la idea de la programación y la necesidad de ir lentos para llegar lejos, cuenta que su hija “toca el piano. Y ha visto cómo avanza menos con sesiones más largas pero menos frecuentes”. Por eso considera que “es mejor hacer 10 minutos cada día que dos sesiones de 30 minutos a la semana. Así tus conexiones sinápticas se verán reforzadas”. Para Salva, “debería ser una asignatura que nos enseñaran cómo funciona nuestro cuerpo y la memoria”.
Lección 2 de educar en clave de rock: ser único y no competir contra los demás
Nos dice Salva que “estamos en una sociedad en la que todo está orientado a ser mejor que el de al lado”. Pero esto es un gran problema, porque “si el que te define es el de al lado, ¿qué queda de ti?”.
Es más, considera Salva que “si nos educan en la competencia de intentar medirnos con los demás acabamos consiguiendo gente que deja de ser ella misma”.
Por eso, Salva propone que “a los niños hay que enseñarles otro tipo de competencia, que es la que hacen los músicos, justamente. Los músicos competimos entre nosotros desde la individualidad”. Por eso, cuenta entre risas, Bob Dylann no intenta tocar como Freddy Mercury. “Hay un dicho que dice: “Sé tú mismo porque los demás puestos ya están ocupados””. Para Salva es muy importante “ayudar a los niños a entender quiénes son ellos”. Nos cuenta que “Tom Waits dice que el truco en la vida es entender lo que te hace singular y luego exagerarlo”. Por eso concluye que “no debemos animar a los niños a competir con otros, sino a ser una mejor versión de sí mismos”, antes de ponernos a cantar y hacer percusión con el cuerpo al ritmo de un potente We will rock you, de Queen.
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- Ponencia de David Pulido: Educar de cine con el cine
- Carta abierta de un padre a la cultura
- Ponencia de Íñigo Pírfano: Los padres tenemos que enamorar a nuestras orquestas
- Ponencia de Fernando Botella y Daniel Abad: La buena música de la educación armónica está en vuestras manos
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