Bullying: Cómo hacer para que mi hijo no sea cómplice del acoso escolar

¿Qué hacemos con todos esos alumnos que ante una injusticia social, como es el acoso escolar, no actúan? Cuando hay una situación como esta en un aula, normalmente el foco se pone en la persona que lo sufre y en el que agrede, pero ¿qué pasa con el resto? Una de las razones por las que el bullying se perpetúa es la falta de acción por parte del resto de compañeros. Si solo uno de ellos dijera basta y se posicionara a favor de la persona agredida, se podrían evitar las escalofriantes cifras del acoso en nuestras aulas.

¿No sería más inteligente intervenir con el entorno y reforzar la empatía y el sentido de justicia?

En muchos centros educativos utilizan la metodología de la mediación como medio para mejorar la convivencia en las aulas. Formar a los alumnos para que intervengan en los conflictos y sean ellos quienes ayuden a llegar a un diálogo es la mejor forma de conseguir lo que deseamos: un buen ambiente.

En primer lugar, es importante remarcar que existen dos tipos de testigos:

  • Los testigos no mudos: son aquellos niños que participan en las acciones, debido principalmente a que son convencidos de que la víctima tiene ciertas actitudes que justifican las acciones contra ella.
  • Testigos mudos o espectadores: pertenecen a este grupo las personas que deciden no intervenir en el juego del acosador por miedo a convertirse ellos en sus nuevas víctimas. A pesar de no participar en el juego, ellos tienen tanta culpa como los anteriores por no defender a la otra persona.

Estos compañeros que se dedican a observar o incluso forman parte del juego son conscientes, en muchas ocasiones, de lo injusto de este acoso, pero no toman cartas en el asunto. Son ellos los mismos que forman el entramado que propicia y fomenta los rumores y las acciones. Si ellos participasen y alzasen la voz, el acoso no podría producirse porque, por un lado, el acosador necesita de público y por otro, la víctima necesita del apoyo de otras personas para ser más fuerte.

¿Qué se puede hacer desde las familias?

Recordemos que el primer lugar donde los niños aprenden a socializar, a desarrollar su pensamiento crítico y su inteligencia emocional, es en la familia. Jugamos el papel más importante de todos: dar a nuestros hijos las herramientas para enfrentarse a la vida. No es justo que por no ser partícipes directos en el acoso se les exima de su responsabilidad en el asunto. Ellos tienen el papel más decisivo de todos: evitar el acoso.

Desde el hogar hay que enseñarles a alzar la voz ante situaciones injustas, debemos criar niños que sean generosos, comprensivos y tolerantes. En este caso, hay que tener mucho cuidado con la cantidad de violencia que permitimos visualizar a hijos. Una dosis alta hace que su percepción sobre la violencia y el abuso se normalice, cuando la realidad es bien distinta.

Las peleas entre hermanos

El aprendizaje sobre la resolución de conflictos adquirido con la relación entre hermanos puede ser de gran ayuda. ¡Tener un hermano es una virtud! Es el primer contexto donde se socializa y se aprende a conocer a la otra persona. Si comienzan a discutir, observa qué dicen, cómo lo dicen y cómo se comporta cada uno, pero sin intervenir. Seguramente los gritos aumentarán y ellos querrán que tomes cartas en el asunto para que le des la razón a alguno de ellos, pero eso no les beneficiará.

Dejemos que sean ellos quienes resuelvan sus problemas, confiemos en su criterio para llegar a una solución, propiciemos el diálogo como medio para llegar a un acuerdo. Ellos pueden llegar a demostrarnos todo su potencial si les dejamos la libertad y la confianza suficiente para hacerlo.

¿Y qué pasa con los adolescentes?

Cuando se trata de la adolescencia, la comunicación y el pensamiento crítico es el arma más poderosa. Utiliza las noticias, tu día a día o experiencias personales para tratar los temas de desigualdad. Cuando ellos se sienten escuchados sin ser juzgados, cuando sienten que son dos adultos los que están conversando, la confianza y los aprendizajes se multiplican.

Intentemos evitar frases como: “Tú qué sabrás”, “no tienes ni idea de nada, eres un crío”, o cualquiera que rezume condescendencia o superioridad hacia ellos. Ahí estás perdiendo la maravillosa oportunidad de acercarte a tu hijo y aumentar la confianza entre ambos. Utilicemos las preguntas como medio para conseguir que reflexionen y lleguen a la conclusión correcta.

El acoso escolar es una de las peores situaciones que se pueden crear en el aula. Que tu hijo no sea uno de los protagonistas no significa que no esté involucrado. Tenemos una responsabilidad social hacia la otra persona, educar en el pensamiento crítico y en la empatía serán los pilares fundamentales para reducir los casos de bullying. La familia es el primer lugar donde adquirirán sus valores y herramientas para enfrentarse a la vida, asegurémonos de que nuestros hijos sean los mejores ciudadanos.

En Gestionando hijos tenemos la firme convicción de que para acabar con el bullying es necesaria la concienciación y colaboración de todos los agentes de la sociedad. Por eso hemos creado, junto a Totto, la iniciativa DILO TODO CONTRA EL BULLYING. Este proyecto pretende reconocer las acciones enfocadas a luchar contra el bullying. Podéis participar en las siguientes categorías: colegio, alumnado, empresas, institución o medios de comunicación.

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Silvia Sánchez Ovejero

Como educadora infantil y pedagoga pasé toda mi infancia jugando a ser maestra, me fascinaba la idea de ser un referente para alguien y preparar mis clases. Años después, ese rol pasó a ser realidad. Desde ese momento sentí la necesidad de compartir con el mundo todas mis ideas, porque la educación, si no se comparte, no llegará a ser transformadora. Ser maestra implica ser todas las versiones que necesitan cada uno de tus alumnos para hacerles ver quiénes son y quiénes podrán llegar a ser.

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