El porqué yo, desde mi labor de profesora de tenis, decidí añadir y completar las clases con la enseñanza de valores es bastante sencillo: ellos piden desde su comportamiento, y muchas veces su silencio, que se contemple su formación como personas, no sólo como arquitectos, abogados… Su currículum oculto, el que les acompañará toda su vida también, ser más allá de personas de éxito profesional. ÉXITO COMO SERES HUMANOS.
1. La inclusión
Como madre de un chaval con necesidades especiales o diversidad funcional llevo mucho tiempo viviendo el rechazo, el “no puede”, “mejor que se cambie de centro…”.
Reflexionando un día y pensando en la sociedad como si fuera una empresa pensé: un empresario utiliza todos sus recursos para que su empresa salga adelante, para que ofrezca beneficios… ¿Por qué la nuestra, la sociedad, muchas veces no funciona? ¿Por qué olvidamos utilizar todos los recursos o los empleamos mal? La discapacidad es un recurso mal empleado.
¿Qué ofrecen ellos?
- Un mar de soluciones y de forma de gestionar las dificultades.
- Resiliencia. Capacidad de una persona para superar situaciones difíciles.
- Empatía. Participación de una persona en una realidad ajena, experimentar lo que siente otro individuo.
- Optimismo.
- Superación. No me comparo con nadie, la superación es “yo”, cada día a mi ritmo ser capaz de avanzar, felicitando por su éxito a los demás. “Siempre que se intenta ya se gana, pierde el que no lo intenta”, es una frase que mis alumnos llevan grabada, en sus cabezas cada día que salen de clase, has venido ya has ganado. BRAVO.
- Solidaridad.
- Asertividad. Defender los propios derechos y los de los demás sin miedo.
- Y lo más importante: a priorizar lo que es realmente relevante y lo que no, para una vida más tranquila y para ser más libres frente a todo lo que se les ofrece como clave para un falso éxito...
La educación global
Combinar la formación de un currículum visible, junto con el oculto: los valores. Esto se consigue a través de talleres y de actividades, de intervenciones en los centros escolares o fuera de ellos, talleres que conlleven una interiorización de lo visto y de lo experimentado, que calen en ellos para que se comiencen a producir cambios, que se produzca en ellos esa sensación mágica de “nunca me lo hubiese imaginado”.
Es importante que adaptemos las charlas y los ejercicios de rol en función de sus edades. En los más pequeños a través de la representación de un cuento, por ejemplo, en el que se explica de forma sencilla y divertida que es la discapacidad y lo importante que es para todos crecer juntos. Siempre desde la diversión y el optimismo.
En definitiva, educar en la diversidad como riqueza, caminar hacia una sociedad más saludable, más sana. Y como todo tiene un efecto secundario -como rezan los medicamentos- cambiemos la lástima de una persona con diversidad funcional, por empatía: “Vale, siento lo que te pasa, pero dime, ¿qué puedo hacer por ti, en que te puedo ayudar?”. Hablemos de educación en convivencia, más que de integración. Cada uno de nosotros somos únicos, diferentes, y eso siempre es riqueza.
Otero Martínez decía: “Nacemos humanos, pero eso no basta, tenemos que llegar a serlo”.
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