Inmersos de nuevo en la rutina, el orden y los horarios familiares pensados al milímetro, nos toca sentarnos a resolver cómo encajar las piezas del puzzle de las extraescolares que configuren nuestro nuevo curso escolar.
Bien por su incuestionable aportación a la conciliación familiar o por la contribución de las extraescolares al desarrollo integral del niño (dado el impacto en su desarrollo cognitivo y social), la realidad es que el 92% de los niños escolarizados en Primaria y Secundaria realizan, al menos, una actividad extraescolar a la semana. A la luz de este dato, arrojado desde el Sistema Estatal de Indicadores de la Educación, parece que no se trata de una cuestión baladí elegir las extraescolares que mejor encajen con nuestro hijo y asegurarnos así un punto de encuentro familiar que contribuya a la armonía.
Un amplio abanico de opciones de actividades extraescolares
Ahora bien, cada vez es más amplio el abanico de actividades extraescolares que nos ofrecen desde los centros educativos tras la jornada escolar y, a veces, podemos sentirnos abrumados ante la responsabilidad de elegir la más conveniente para nuestro hijo. ¿Deportivas, artísticas, idiomas, de autoconomiento o mejor refuerzo?
Tradicionalmente, las actividades deportivas, entre ellas el deporte estrella (fútbol), han sido las más demandadas entre los padres y alumnos, seguidas por los idiomas (sin duda el inglés), la música, la informática y el ballet o la danza. Sin embargo, en los últimos tiempos, se observa un cambio de tendencia tanto en los intereses de los padres como en la propia oferta educativa que brindan las empresas especializadas en actividades extraescolares u ocio educativo.
Este cambio de tendencia se ha visto favorecido por una mayor inquietud de los padres por cubrir las distintas áreas psicosociales de los niños, el mayor acceso a la información sobre áreas socioeducativas y un asesoramiento profesional, especializado, técnico, minucioso y pedagógico por parte de las empresas que proveen de dichos servicios, como Alventus.
De este modo, podemos encontrar nuevas actividades extraescolares centradas en la inteligencia emocional, la atención plena, la programación mediante la robótica o vivir la ciencia a través de la experiencia.
Entonces, ¿por qué actividad extraescolar nos decantamos?
En primer lugar, deberíamos plantearnos qué podría aportar la elección de determinada extraescolar al desarrollo de nuestro hijo, conociendo sus características personales, motivaciones y gustos concretos.
En segundo lugar, deberíamos hacer una elección lo más equilibrada posible, en la que se conjuguen actividades que inviten al movimiento y la expresión corporal con otras que sean más académicas y/o cognitivas.
Hoy se sabe, gracias a la neurociencia, que las actividades deportivas ayudan a establecer, a nivel cerebral, las conexiones neurológicas necesarias que facilitan la construcción de nuevos conocimientos tales como la lectura o el cálculo, porque ponemos en conexión los dos hemisferios cerebrales; es decir, a través del ejercicio físico estamos entrenando partes del cerebro que van a ser cruciales para leer, para sumar y para cualquier otra actividad intelectual, pero además facilita que se establezcan nuevas conexiones neuronales, tal como lo explica el neurocientífico David Bueno.
Si además son juegos en equipo, facilitaremos el entrenamiento en valores como la cooperación, la resolución de conflictos, el cumplimiento de normas, la comunicación, el respeto, la paciencia y la empatía. Sería interesante apuntar a este tipo de juegos en equipo a niños más retraídos, con un carácter tímido, para fomentar su sociabilidad y seguridad en sí mismos respecto a sus iguales.
Actividades como yoga, taekwondo o capoeira serían interesantes para niños con un carácter más extrovertido, activos, con necesidad de encontrar un equilibrio entre sus necesidades expansivas y el autocontrol.
Las actividades extraescolares artísticas (teatro, música y movimiento…) nos facilitan la conexión directa con las emociones y, como sabemos, “sin emoción no hay aprendizaje”. Emocionarnos con la actividad extraescolar nos permite sacar un provecho óptimo de la experiencia que vivamos en el transcurso de la misma pero, si además nos pone en contacto directo con nuestras emociones más primarias, sin filtros, sin intelectualizarlas, nos habrá permitido ponernos en contacto con nuestro interior, encauzando nuestra energía hacia la creatividad.
Las actividades extraescolares de refuerzo nos pueden ayudar a hacer más llevadero el día a día tras la llegada del cole, pues la parte académica ya habrá sido resuelta por el niño y supervisada por un profesional, sin necesidad de pasar horas adicionales frente libros y deberes una vez en casa.
Las de idiomas sumergen al niño en una nueva forma de comunicarse y entender el mundo, ofreciéndole la valiosa oportunidad a futuro de salir de nuestras fronteras e interaccionar en otros contextos sociales, culturales y educativos.
Las actividades de autoconocimiento (mindfulness o atención plena, inteligencia emocional) nos permiten proveer a nuestro hijo de herramientas de conocimiento personal y crecimiento, pensamiento analítico y facilidad para empatizar con los demás. Identificar y poner nombre a los procesos personales ayudará a nuestro hijo a desarrollar y entrenar, entre otras capacidades, la resilencia, tan importante en una sociedad cambiante como la nuestra.
Lo más importante para elegir una actividad extraescolar es la opinión de nuestro hijo o hija
Ahora bien, una vez hemos analizado qué puede aportarnos cada tipo de extraescolar ¿qué sería incluso más importante en nuestro proceso de elección? Sin duda, lo más importante a la hora de elegir la extraescolar más adecuada es tener en cuenta la opinión del niño sobre la/s extraescolar/es en cuestión. Hemos de tener en cuenta sus propios gustos y afinidad con la/s actividad/es, así como otros motivos más sociales como que la extraescolar elegida pueda convertirse en un punto de encuentro entre amigos y grupos de pares.
Es muy importante que la elección de las actividades extraescolares se produzca en un entorno de diálogo y en un espacio familiar positivo, no desde la imposición, ya que el propósito es que cumpla plenamente su función de enriquecimiento personal y aumento de la motivación intrínseca del niño, no que se convierta en una fuente de estrés adicional, tras una larga jornada escolar.
La actividad extraescolar debe ser atrayente, divertida, motivante y lúdica, una fuente de satisfacción y armonía, no una posible fuente de conflictos familiares. La manera de elegirla es el primer paso para asegurarnos que esta premisa se cumple, observar cómo el niño se encuentra según se van desarrollando las sesiones es la segunda parte de nuestra responsabilidad como padres.
Aun así, si para nosotros es importante reforzar con actividades más académicas, que en un momento dado pudiesen resultar menos atrayentes para el niño, tendremos que llegar a un consenso con nuestro hijo sobre la conveniencia de alternar diferentes tipos de extraescolares, siempre desde la comunicación y el diálogo, pues la imposición sólo propiciará un rechazo del niño hacia la propia extraescolar y podría determinar, a futuro, una predisposición negativa hacia la disciplina concreta de la que se trate.
Beneficios de las actividades extraescolares: una actividad social y más sana que las pantallas
Al hablar de extraescolares, es importante recordar una de las grandes ventajas que comparten todas ellas y que se refiere al componente social de las mismas. Dicho factor, se trata de un elemento es sumamente enriquecedor y positivo por su contribución al autoconcepto y autoestima personal de los niños que participan en ellas. De hecho, este componente social es una de las grandes bondades de las extraescolares, ya que el niño se tiene que desenvolver, independientemente del tipo de actividad que se trate, en un grupo conformado por alumnos de su propio centro pero distinto a su grupo de referencia, lo cual propicia que se generen nuevas potencialidades y habilidades personales que ayudan al niño a generar lazos afectivos y de colaboración con los nuevos compañeros, en un espacio de confianza, gracias al reducido ratio de los grupos en las extraescolares.
Por otro lado, no olvidemos que con las extraescolares estamos evitando recurrir a un ocio alternativo poco beneficioso para nuestros hijos como son la exposición excesiva a videojuegos o la televisión en horarios amplios cada día, sustituyéndolo por una alternativa mucho más saludable y provechosa en un entorno de seguridad sobradamente conocido por el niño como es su centro educativo.
No olvidemos la importancia del tiempo libre y el juego cuando elijamos actividades extraescolares
A la hora de elegir un número concreto de actividades extraescolares a las que apuntar a nuestro hijo deberíamos tomar en consideración las características concretas de cada niño, teniendo en cuenta, siempre, que los niños han de disfrutar diariamente de un espacio integral (físico y psíquico) de juego libre, tiempo de calidad en familia o tiempo de ocio con sus amigos.
Es primordial, durante toda la infancia, respetar esos espacios propios y no estructurados, ni en horarios ni en actividades, en los que el niño pueda desarrollar plenamente la creatividad, la imaginación, la necesidad de practicar y ponerse en diferentes roles, explorar sus límites y su entorno, tomar decisiones, en definitiva, aportar positivamente a su desarrollo integral. Si sobrecargamos en exceso su agenda, estaremos reduciendo la posibilidad de encontrar espacios comunes en los que compartir tiempo familiar, afectivo y relacional.
En definitiva, como dijo Aristóteles, la virtud está en el término medio (“aurea mediocritas”). De este modo, con la información analizada y meditada, en nuestra mano está hacer una elección responsable en la medida idónea, consensuada, sin agobios y pensando que, si nos equivocamos, siempre estamos a tiempo de rectificar.