Elvira, como mi abuela

Quiero compartir con vosotros una estupenda noticia. Ya ha nacido mi niña, mi pequeña guerrera, Elvira. Quizás el nombre os resulte extraño o antiguo. Pero para mí es muy especial porque es el nombre de la persona más maravillosa que jamás haya conocido: mi abuela.

Los abuelos son piezas clave en el puzzle de nuestra infancia. De nuestra vida. Se nos dibuja una sonrisa nada más recordarlos: contándonos sus “batallitas”, dejándonos a besos sin respiración o dándonos dinero a escondidas de nuestros padres. No nos percatábamos, pero se desvivían por complacernos. Lo éramos todo para ellos. Y nosotros, amparados en la ingenuidad de la juventud, creíamos suficiente con tenerles una suerte de querencia que en modo alguno compensaba lo que sentían por sus nietos. Pero a pesar de esta falta de reciprocidad no cejaron nunca en forjar ese vínculo, aún a sabiendas de que probablemente no nos verían comprenderlo del todo, aún a sabiendas de que cuando lo hiciéramos ya sería demasiado tarde.

 

Y es que no entiendes el verdadero significado de la palabra abuelo hasta que no eres padre. Ese día nace en ti un amor incondicional. Ilimitado. Y, de pronto, todo adquiere una nueva dimensión, porque te das cuenta de que tus padres ahora son abuelos. Y alcanzas a entender lo que ellos pueden sentir por su nieto.

 

De hecho, cuando ves a tus padres con tus hijos no puedes ser más feliz. Porque ya eres consciente. Es una comunión perfecta entre diferentes generaciones. Y te entristece profundamente que cada vez seamos padres más mayores porque estamos privando a los abuelos de vitalidad para que disfruten de sus nietos. Y quieres decirle a tu hijo que saboree cada segundo con ellos. Que disfrute su compañía como un maravilloso regalo. Porque, cuando te quieres acordar, ya es tarde. Ya es tarde para agradecerles tanto cariño, afecto y cuidado. Y los echas de menos, lamentando, ahora que lo ves claro, no poder seguir compartiendo tu vida con ellos.

 

Abuela, si supieras lo que hubiera dado por celebrar contigo mi primer juicio. Por contarte que había conocido a alguien especial. Lo que lloré por no tenerte en la primera fila de mi boda. Lo que duele que no veas a mi hijo crecer. Pues ha nacido mi niña. Y no tenía mejor forma de recordarte que poniéndole tu nombre. Nunca te fuiste del todo, pero con la pequeña Elvira vuelves a estar más cerca que nunca. Cuidando de ella. Cuidando de nosotros. Te quiero güeli.

 

Pablo Romero es abogado, padre y a veces colabora con Gestionando Hijos con magníficos artículos como este o como “Empezar el día jugando al pilla-pilla”. Si quieres leer más artículos escritos por Pablo o saber más sobre él, no dudes en pasarte por su blog: miabogadodeconfianza.es

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Pablo Romero

Vivir para trabajar o trabajar para vivir. Soy abogado y me apasiona mi profesión. Me encanta por el trato cercano que puedo tener con la gente, ayudándoles en diferentes facetas: civil, penal, laboral o familia. Encontrando soluciones a sus problemas. Y todo esto desde la más absoluta sencillez, huyendo de las falsas apariencias. Pero mi trabajo solo tiene sentido si me permite disfrutar de mi familia. Exprimir cada segundo que paso junto a mi mujer y mis hijos. Porque no hay nada más bonito que ser esposo y padre. Vivir la vida. Trabajar para vivir. Me puedes seguir en mi blog de Facebook “mi abogado de confianza” o en la web www.miabogadodeconfianza.es. No tiene dudas, quiere que sus hijos también tengan papitis.

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