Enseñemos a nuestros hijos a no violar y no a nuestras hijas a evitar ser violadas

Me levanto de buena mañana y voy directa a por mi café mientras enciendo la tele. En el telediario, otra noticia sobre una violación múltiple. Esta vez a una menor de edad, perpetrada también por menores de edad. Algo se me revuelve por dentro. ¿En qué estamos fallando como sociedad para que casos así continúen ocurriendo día tras día?

Continúa la parrilla informativa. Y continúa creciendo la rabia. Más casos de abusos, agresiones sexuales, juicios… Y ahí está, por fin. Noticias sobre campañas de concienciación en contra de la violencia machista. “Cuánta falta hacen”, me digo a mí misma. Pero… algo falla, algo no me cuadra. ¿Por qué van dirigidas a las mujeres?

Campañas machistas contra la violencia machista

En los últimos días hemos conocido dos campañas de concienciación en contra de las agresiones machistas, una impulsada por la Junta de Andalucía y otra por la Ertzaintza con motivo de las fiestas de Vitoria.

La primera muestra fotografías de mujeres felices –fotos de modelos internacionales sacadas de bancos de imágenes– acompañadas de la frase: “Ella ha sufrido malos tratos. Pero la vida siempre es más fuerte”. La segunda, una lista de recomendaciones dirigidas a las mujeres para evitar las agresiones machistas como “no aceptar citas a ciegas” o “no caminar solas por la noche”.

Para observar lo ridículo del asunto, comparemos esto con otras situaciones delictivas en las que haya un implicado culpable y otro que sufre las consecuencias, por ejemplo, un accidente de coche (en el que uno de los conductores va borracho) o un robo. En estos casos, ¿las campañas de concienciación a quién se dirigen? ¿Nos dicen que evitemos subir en un coche porque hay gente que conduce borracha y nos pueden arrollar? ¿Imagináis decirle a una persona que acaba de sufrir un robo que por qué caminaba sola por la calle con una cartera en el bolsillo? No. No imaginamos esto, porque si fuera así, estaríamos poniendo el foco de la culpabilidad sobre quien sufre el delito y no sobre quien lo comete.

Los mensajes que este tipo de campañas mandan a nuestros hijos e hijas

A nuestras hijas:

  • Que se protejan. Que si las violan o las agreden sexualmente, siempre tendrán –como mínimo– la culpa de no haber tomado suficientes precauciones.
  • Que tienen que ser fuertes, siempre. Y siempre es SIEMPRE. Vaya, que lo del maltrato no es para tanto si pones de tu parte y sacas una sonrisa. (Que sí, que esta idea tiene un fondo noble, pero… ¿no estamos frivolizando un poco el asunto?)
  • ¿Quién ha hablado del patriarcado? Esto son casos puntuales y no hay ninguna estructura sociocultural que mantenga este tipo de comportamientos.
  • Que coarten su libertad en pro de su seguridad. Otra vez poniendo sobre ellas la responsabilidad del asunto.

A nuestros hijos:

  • Que esto no tiene nada que ver con ellos. Es un asunto que incumbe a las mujeres y a los violadores o agresores de mujeres. Y como ellos ni son, ni serán nada de eso, pues a otra cosa, mariposa.
  • Las mismas ideas que interiorizan nuestras hijas, pero vistas desde fuera: ellas tienen parte de responsabilidad, deberían protegerse, no deberían ir solas por la calle de noche si no buscan meterse en líos…
  • Y ya está, porque repito: esto no va dirigido a ellos.

La intención está bien, pero tenemos que cambiar el enfoque

Como madres y padres es importante que tengamos en cuenta estas cosas si queremos evitar que nuestros hijos e hijas interioricen este tipo de ideas. Además, no hay que perder de vista la intención final de este tipo de campañas, y que no ponemos en duda: acabar con la violencia machista. Sin embargo, es fundamental que expliquemos bien a nuestros hijos la dimensión del problema y cuál es su responsabilidad en el asunto, sean chicos, chicas o les importe un comino su género.

Y es que mostrarle a nuestras hijas que, si algún día les pasa lo que sea, pueden denunciar, sentirse seguras, superar la violencia de género y volver a ser felices está muy bien. Pero esto no se lo creerán hasta que no vean que es una realidad.

Por otro lado, es importante educar a nuestros hijos e hijas en el respeto, la igualdad de género y la responsabilidad. Esta es la base para construir una sociedad en la que la violencia machista no tenga cabida. Y justo por ahí es por donde deberíamos empezar.

En cuanto al problema actual que supone la violencia de género: los datos hablan por sí solos. El machismo es una realidad y es muy preocupante (y en los más jóvenes, también); nuestra experta Marina Marroquí nos ha hablado ya otras veces de cifras como que 1 de cada 3 adolescentes sufre violencia de género.

Y en esta realidad, como hemos dicho, está muy bien decirle a una de las partes que “de esto también se sale”, pero es IMPRESCINDIBLE decirle a la otra parte que a las mujeres hay que tratarlas como iguales (a pesar de la gran cantidad de estímulos que reciben día a día y que se empeñan en decirles lo contrario), que no son dueños de nadie y que violar o agredir está mal. Y en esto estamos fallando. Porque nos estamos centrando en ellas. Y ya está bien de enseñar a nuestras hijas a evitar ser violadas; vamos a centrarnos ahora en educar y enseñar a nuestros hijos para que no se conviertan en futuros violadores.

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Marina Borràs

Cuando era pequeña me sentaba a diez centímetros de la televisión para ver las noticias todas las mañanas antes de ir al cole. Cuando crecí un poco, se dieron cuenta de que la razón por la que me acercaba tanto al televisor era porque necesitaba gafas, aunque yo prefiero pensar que por aquel entonces ya había encontrado mi pasión: de mayor quería ser periodista. Y así fue. Estudié periodismo y comunicación política, y sigo formándome en los temas que me apasionan: educación, igualdad de género y nuevas tecnologías.

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