Cristina Gutiérrez Lestón es codirectora de La Granja Escuela de Sta. María de Palautordera, una granja escuela en Barcelona dedicada a la educación en la naturaleza y la educación emocional. Tras veinte años de experiencia, Cristina decidió escribir Entrénalo para la vida (que encontráis en la FNAC), donde cuenta su apuesta por la educación emocional en La Granja y ofrece herramientas concretas para poner en práctica la educación emocional, que considera “imprescindible si queremos entrenar a nuestros hijos para que sepan qué hacer con su vida”.
¿Entrenar o educar?
Creo que los padres tenemos dos papeles diferentes para con nuestros hijos e hijas. Uno es el de padre o madre, que es aquel que mima (no que consiente) y quiere a su hijo/a sin condiciones, sea quien sea y como sea, su hijo sabe que su papá y su mamá le querrán igual. Y tenemos un segundo papel, el de entrenador, y como cualquier entrenador se ocupa de entrenar a su pequeño en todas aquellas habilidades que cree que necesitará para ir por la vida sin darse más trompazos de la cuenta (la empatía para entenderse con los demás, la autoestima para gustarse y sentirse seguro, la autonomía para poder ir solo por la vida, el trabajo en equipo para durar en cualquier trabajo o la fortaleza interior para levantarse cada vez que se caiga, por ejemplo). Esta segunda parte, la de entrenador, nos guste o no, sepamos o no, también nos toca. Y cuando consigues hacer estos dos papeles, es cuando estas EDUCANDO en mayúsculas.
¿Cómo podemos entrenar a nuestros hijos para la vida?
Es fácil, primero decide cuáles son las habilidades que tú consideras más importantes, ponte diez para empezar. Y después solo tienes que entrenarlas en tu hijo. ¿Cómo? ¡Pues practicando! Por ejemplo si quieres que tu hijo tenga la habilidad de la autonomía, aprovecha cada ocasión para que la practique; que sea él o ella quien lleve su mochila al colegio, porque cada vez que lo haga estará entrenando su autonomía, sabiéndose capaz de llevar sus cosas sin depender de los demás; que haga sus deberes (ayúdale, no se los hagas) para que sepa que sí puede hacer cosas solo; que se abroche la chaqueta, que se haga el bocata para merendar, etc. Como tenemos poco tiempo, ¿qué os parece aprovechar cada oportunidad cotidiana para entrenarlos? Y así con el resto de habilidades que consideres; la paciencia, la responsabilidad, la autoestima, la comunicación positiva, la tolerancia a la frustración, etc.
¿En qué han cambiado los niños respecto a épocas anteriores?
Llevo trabajando con niños desde 1984. Por La Granja (granja escuela de Sta M.Palautordera) pasan más de 10.000 niños cada año, y de todas las edades. Confieso que nunca como ahora había visto tantas carencias emocionales en los chavales, hablo de miedos, miedos a todo, hablo de baja autoestima, de inseguridad y desconfianza porque no se conocen ni a sí mismos ni a los demás. Hablo de niños dependientes de sus padres o amigos por su baja autonomía o su casi nula tolerancia a la frustración. Resulta duro ver la mirada vacía de un muchacho de 13 años con baja autoestima porque no se gusta. Después de una excursión a La Granja con su instituto donde entrenamos el trabajo en equipo, Isaac de 12 años nos dijo “hoy me he dado cuenta de que importo a alguien”. Creo que esta frase resume lo que está pasando.
¿Qué está pasando?
Que no tenemos tiempo, que vamos tan deprisa todo el día ¡que parece que se nos acabó el tiempo! “corre a desayunar, corre que pierdes el autocar, corre merienda, corre haz los deberes, dúchate, cena, a dormir que es tarde”. ¿Qué ha pasado para que ya no tengamos tiempo para decirle a nuestro hijo “cariño, eres importante para mí”? Si corres te pierdes sus miradas, sus sonrisas, sus momentos… Nil, un niño de 4 años nos dijo “mi mama necesita semillas de alegría, le daré las mías” , y lo hizo, al día siguiente se las dio, lo sé porque su madre me escribió un mail. Lo único que quería esto pequeño era más sonrisas y alegría en casa… y menos prisas. La pregunta es ¿nos lo podemos permitir? , ¿O estamos demasiados ocupados para sonreír?
En el libro cuentas que sentisteis una desconexión con los niños y que la recobrasteis gracias a la educación emocional. ¿Por qué crees que esto fue así?
Entre los años 2002-2004 vi que todo lo que hasta aquel momento me había funcionado, dejó de hacerlo. Hablo de que no conseguía que lo niños me escucharan como antes cuando explicaba un temario, o que cuando había un conflicto, ya no conseguía modular sus comportamientos o actitudes. No sé si podéis imaginar mi desesperación, puesto que además tenía más de 20 años de experiencia y ¡creía que algo sabía! Lo que vimos finalmente fue que la sociedad infantil había cambiado, y con el auge económico, casi sin darnos cuenta, se había cambiado el “ser” por el “tener” y eso provocó que los niños cambiaran, y por consiguiente, todo lo que nosotros utilizábamos para educar y enseñar ya no nos servía, al menos como antes. Y buscando alternativas casi desesperadamente, nos encontramos con técnicas relacionadas con la educación emocional que probamos con los chicos y voilà, ¡vimos la luz! por fin algo nos daba resultado. Han sido 12 años probando cosas, equivocándonos y acertando, pero al final hemos construido algo que nos funciona.
¿Te parece la educación emocional más necesaria que antes?
Tal vez antes los valores “clásicos” como la capacidad de esfuerzo, por ejemplo, estaban más arraigados. Y toda la tribu, la gente de la calle, se sentía con la potestad de educar. Ahora simplemente cada uno va a la suya, se vive como en pequeñas islas, incluso dentro del hogar. Somos animales creados para vivir en manada, y si esa manada se ha transformado, si la tribu ya no educa y además estamos todos muy ocupados con nuestras cosas, los niños se quedan solos. Si añadimos que el “ser” ha sido sustituido por el “tener”, las carencias emocionales en los pequeños son una consecuencia lógica.
¿Por qué es importante la educación emocional?
Porque nos ayuda a que sepamos qué sentimos y a gestionar esas emociones de manera positiva, para nosotros y también para los que nos rodean. Es la base del autoconocimento, es decir, la base para saber quiénes somos, qué queremos y para qué lo queremos. Esta es una información básica, imprescindible y diría que urgente para ir por la vida. Conocernos nos da la fuerza para escoger el camino por el cual queremos ir y que, por fin, todo tenga sentido.
Dices en tu libro que “los críos son una guía innovadora y maravillosa cuando los adultos abrimos la mente, los miramos y los escuchamos”. ¿Qué principales aprendizajes podemos extraer de ellos si los escuchamos? ¿Qué subrayarías de lo que has aprendido tú?
Para mí, aprender a escucharlos (en vez de ser yo la que hablo y alecciono todo el día) me ha hecho pensar mucho, he aprendido un montón de ellos, y además me ha brindado el inmenso placer de descubrir que son unos verdaderos sabios, unos grandes filósofos. ¿Sabes? Ellos tienen la capacidad de hacer simple lo que nosotros hemos complicado tanto, y es que al final, todo es mucho más fácil. Ellos son coherentes, y nosotros, los mayores, ya no. Una vez, una niña, Alexandra, de 14 años me preguntó “¿por qué los mayores os creéis que el mundo de verdad es el vuestro, y no el nuestro, el de los niños?” No pude contestarle, ese día me di cuenta de que tienen razón, y me sigo preguntando, ¿por qué caray no los hemos creído? Su mundo es mucho mejor que el nuestro, con más magia, más generosidad, más sueños… ¡y más coherencia!
Cada página del libro Palabras de niño editado por Plataforma es un perla, una verdadera joya que hace pensar.¿ Tiene algo que ver con la pregunta de Alexandra?
Sí, mucho que ver, de hecho esa jovencita ¡fue la “culpable” de este libro tan gráfico y lleno de fotografías y diseño! En La Granja cada día preguntamos a los niños “¿qué te llevas de las colonias?” y recopilamos las 8.000 respuestas anuales de los niños. Así que pensamos ¿cómo podemos dar a conocer ese otro mundo que es tan de verdad como el nuestro? La respuesta fue hacerlo utilizando las palabras literales de los mismos niños, ¿qué hay mejor que eso para ver y conocer su mundo?
¿Como empezó el proyecto de La Granja?
Empezó hace 31 años. Es una empresa familiar, nuestros padres crearon la primera granja escuela dedicada íntegramente a que los escolares descubrieran y tuvieran un contacto directo con la naturaleza y los animales de granja. Desde el año 1992 mi hermana Susana y yo la dirigimos, y durante la última década hemos estado creando, como te decía, una metodología, el “método La Granja” basado en la educación emocional, el alto rendimiento y el entreno de las habilidades, que está presente en todas nuestras actividades y talleres y que nos funciona con los niños de hoy en día.
¿Cómo llegan los niños allí? ¿Que actividades realizáis?
Durante el curso escolar nos visitan colegios de toda Cataluña y Andorra para realizar las tradicionales colonias y excursiones escolares, disponemos de un amplio abanico de propuestas, actividades y talleres donde nuestra metodología es transversal, todo lo que hacemos tiene una intención. Muchas escuelas vienen para que entrenemos el trabajo en equipo o la comunicación positiva de sus alumnos, a hacer programas de granja, de aventura en inglés o de descubrimiento. En verano realizamos las tradicionales convivencias, tienen mucho éxito las colonias emocionales y el summer camp. También realizamos actividades emocionales en familia, campus deportivos de alto rendimiento o formación para profesores y padres. En nuestra web: lagranja.cat encontraréis nuestras propuestas, así como recursos gratuitos para educar.
Este verano os otorgaron el premio Fundación Pimec “Valores de empresa Catalunya 2015” de manos del presidente de la Generalitat.
Sí, agradecemos de todo corazón esta distinción, aunque el mejor premio del mundo es un cambio en la mirada de un niño. Recuerdo cuando Laura, de 8 años nos dijo “he dejado el miedo en el bosque, no me lo quiero llevar conmigo”, o cuando Guillermo, de 12 comentó que “la belleza exterior es la que te toca, la interior es la que te curras” . Cuando las oigo sé que ese es el verdadero premio, el que da sentido a todo lo que hacemos. Trabajar con niños y escucharlos ha conseguido que en La Granja acabemos siendo muy coherentes, tanto como ellos, por eso nos otorgaron el Premio Valores de Empresa, porque simplemente somos… coherentes.
Consideras el contacto con la naturaleza una de las principales necesidades de los niños y niñas?
Sí, por supuesto, los humanos venimos del bosque, lo necesitamos, nos brinda salud, menos emociones negativas y mayor capacidad de observación y creatividad. El bosque cura, lo vemos nosotros cada día, los niños relajan su actitud, hablan con más respeto, y está comprobado científicamente que fortalece el sistema inmunitario, incrementa el vigor y reduce los niveles de ansiedad, depresión, angustia y fatiga. Además de mejorar el sistema cognitivo, al inhalar las denominadas fitoncidas, sustancias producidas por plantas y árboles se relaja y activa el sistema inmunitario. El bosque incrementa el número de células NK que son linfocitos que proveen defensas contra tumores y virus, de hecho los investigadores sugieren que la visita a los bosques tiene efectos preventivos en la aparición y progresión del cáncer. Así que creo que el contacto con la naturaleza ha de ser mucho más que una consideración, es importante y urgente que la naturaleza forme parte de la vida de nuestros pequeños, sobre todo ahora, que parece ser que ese contacto se ha otorgado también como responsabilidad de los colegios. El 40% de los niños que vienen a La Granja solo están en contacto directo con la naturaleza una vez al año, cuando salen con su escuela. Animo a todos los padres y madres a aprovechar el bosque y la naturaleza los fines de semana, porque además… ¡es gratis!