Escenas educativas 24: “Ya no comparto las fotos de mis hijos en las redes sociales”
Rosa reflexiona sobre la exhibición de imágenes de nuestros hijos en las redes sociales a raíz de un comentario de su hijo, que le manifestó que “no me gusta que compartas fotos mías porque es mi vida”. Y así dejó de ser una madre orgullosa que muestran las monerías de sus hijos en redes sociales. Ya sabéis que si queréis compartir vuestras historias, podéis escribirnos a autores@gestionandohijos.com.
Hasta hace nada, era la típica madre orgullosa a la que le encanta mostrar a sus hijos y sus monerías en las redes sociales. Y la verdad, colgaba más o menos 20 fotografías al año de mis retoños y esperaba la reacción admirada de mis contactos y “amigos”. No me diferenciaba demasiado de los abuelos que viven lejos, que cuando mis hijos eran bebés e íbamos a visitarlos, emprendían una “gira” para enseñar a los niños a todo el vecindario y amigos y recolectar piropos. Un poco patético eso de esperar los “me gusta” tanto virtuales como físicos, ¿no os parece?
Pero un día, viendo mi perfil de Facebook, mi hijo de 11 años se acercó y viendo una foto de él en la bañera con cinco años haciendo el payaso me dijo: “Jo, ¡qué vergüenza! Como vean esta foto en el cole… No me gusta que compartas fotos así de mí, mamá, es mi vida”. Y qué queréis que os diga, tiene muchísima razón. No sabemos adónde pueden llegar las fotos que compartimos en las redes sociales, porque las hacemos públicas, y por mucho que digamos que esos bebés son nuestros, es cierto que las fotos y vídeos de toda su vida son también cosa suya y pueden ser utilizados en su contra (¿alguien imagina qué burlas podrá recibir el niño que canta eso de la “salchipapa”?).
Así que, aun a riesgo de que me llamen siesa o sosa o que mi muro de Facebook sea menos atractivo, he decidido dejar de presumir de las imágenes de mis hijos y de los vídeos de sus monerías o genialidades. No necesito demostrar lo orgullosa que estoy de mis hijos, cuánto los quiero y qué bien lo pasamos juntos exhibiéndolos como si fueran una obra de arte y esperando la reacción entusiasta de mis contactos. Porque mi hijo tiene razón y su vida es suya.