“Mamá, papá, me aburro”. Esta es quizá una de las frases que más miedo nos da escuchar de la boca de nuestros hijos. Y ahora que vienen tres meses de verano, sabemos que la van a pronunciar muchas veces. No tienen colegio, ni extraescolares… Las horas libres abundan y las posibilidades de aburrimiento se multiplican.
Como dice Kim John Payne, de Simplicity Parenting, vivimos que nuestros hijos se aburran como “un fracaso personal”, tal vez porque nos encontramos en una sociedad obsesionada por hacer y no parar.
¿Cómo? ¿Qué ya tienes una lista hecha de actividades para anticiparte a este problema? Ni hablar, olvídate de convertirte este verano en animadora sociocultural de tus hijos, porque el aburrimiento, como nos dice Álvaro Bilbao, es “la madre de la creatividad. Hace que el niño se fije, observe… En definitiva, que mate ese aburrimiento tirando de imaginación”.
Pero no solo él le otorga cualidades positivas al aburrimiento, muchos otros expertos destacan lo maravilloso que es que nuestros hijos se aburran.
Silvia Álava: «Los niños tienen que tener tiempo para aburrirse»
La psicóloga infantil Silvia Álava lamenta que «en ocasiones carguemos a los niños con tal cantidad de actividades que luego no tienen tiempo libre para disfrutar». Por eso, nos recuerda que «los niños tienen que tener tiempo para estar ellos solos, para aburrirse, para fomentar su creatividad, tiempo sin estar constantemente con un adulto que le esté dirigiendo».
Heike Freire: «El aburrimiento es un momento de creatividad»
La experta en innovación educativa nos propone educar en verde, es decir, en contacto con la naturaleza. Pero es consciente de que en el campo «nuestros hijos se quejan más que nunca de que están aburridos”. ¿Nos hemos planteado por qué? Quizá, en el día a día les ofrecemos tantos dispositivos externos para entretenerse que hemos atrofiado su capacidad de inventiva.
Eva Millet: «En esta carrera por lograr el súper-hijo nos cargamos la infancia y el tiempo para aburrrirse»
Nuestro miedo al aburrimiento de nuestros hijos tiene mucho de sobreprotección y de persecución de un ideal de perfección en la educación de nuestros hijos, tal como lo ve la periodista y autora de Hiperpaternidad: «En esta carrera por lograr el súper-hijo nos cargamos la infancia: el tiempo para jugar y para aburrirse y la adquisición de otras habilidades que también son básicas en la vida». Y es que, nos decía Eva, «la educación no solo es la adquisición de conocimientos puros y duros, también es la formación de un carácter para implementarlos (que incluye aprender a tener paciencia, capacidad de esfuerzo, empatía, curiosidad, tolerancia a la frustración…)», y, claro, también aprender a aburrirse.
Bei Muñoz, de Tigriteando: «Nuestros hijos no tienen tiempo de aburrirse y organizar su tiempo»
Cuando le preguntamos a Bei Muñoz cuál podría ser el reto educativo principal de las familias hoy en día, la autora de Tigriteando lo tuvo claro: la falta de tiempo. «No tenemos tiempo, es un ritmo de vida frenético el que llevamos, es prácticamente imposible dedicarnos a observar, simplemente observar, lo que hacen nuestros hijos, muchas veces no tienen si quiera tiempo de aburrirse y organizar su tiempo». Y es que nuestras prisas y «los horarios rígidos chocan con las necesidades de los niños, que realmente son bastante parecidos al primer Homo Sapiens que pisó la Tierra», es decir, que las prisas y el estrés «van en contra de la naturaleza, y cuando luchas contra ella siempre tienes las de perder».
Kim John Payne: «El aburrimiento es un regalo»
Payne es el creador de Simplicity Parenting (Parentalidad Sencilla), un movimiento que aboga por volver a los básicos al educar y evitar la sobreestimulación, la sobreprotección y el exceso de actividades dirigidas. Con la idea de que «menos es más», Payne no duda en afirmar que «el aburrimiento es un regalo, el puente entre no hacer nada y el juego profundamente creativo». Para Payne, los padres deberíamos desear que «nuestros hijos se aburran y así tengan que pensar qué hacer con ese aburrimiento, sin pantallas y sin nuestra ayuda».
Muchos expertos insisten en esta misma idea de Payne: “El precursor de la creatividad es el aburrimiento. Cuando los niños se aburran, hay que evitar las pantallas, en donde ven la creatividad de otras personas». Sin embargo, en una cultura en la que se ensalza el estar continuamente ocupado como un valor, «nos hemos acostumbrado a ver el aburrimiento de nuestros hijos como un fracaso personal».
Alberto Soler: «A veces proyectamos en los niños nuestra intolerancia al aburrimiento»
El conocido psicólogo afirma en una de sus Píldoras de Psicología que «a menudo los padres tenemos miedo al aburrimiento de los niños. Pensamos que si no les damos algo que hacer y les tenemos entretenidos nos la van a liar… ¡y puede que sea verdad! Pero… ¿es bueno evitarles siempre el aburrimiento a los niños?», se pregunta. Y es que «a algunos padres les agobia tanto el aburrimiento de sus hijos que se acaba convirtiendo en un parque de atracciones ambulante: les organizan juegos en el parque, contratan animadores en el cumple…».
Rescatar a nuestros hijos del aburrimiento no es bueno, porque «no les estamos dando la oportunidad de pensar ellos solitos cómo llenar ese vacío. Si nunca pueden decidir qué hacer con su tiempo libre, ¿cómo van a aprender a gestionarlo?». Alberto considera que somos los adultos «los que proyectamos en ellos nuestra intolerancia al aburrimiento. Esa intolerancia se ha agudizado desde que tenemos el telefonito inteligente. Nos ha invadido un horror al vacío en el que no podemos estar más de medio minuto sin estar ocupados en algo», como cuando sacamos el móvil mientras esperamos el autobús, por ejemplo.
Javier Urra: «Nuestros hijos tienen que aprender a aburrirse»
El primer Defensor del Menor advierte de la tendencia de los padres y madres a buscar la felicidad y la alegría de los hijos por encima de todo: “Educar para que mañana los niños sean felices no es real, no es verdad. Las pérdidas y las incomprensiones son parte de la existencia. Nuestros niños tienen que aprender a aburrirse, a manejarse en la soledad. Creo que esta sociedad exige a la vida mucho más de lo que la vida le puede dar”.
Claves para gestionar el aburrimiento de nuestros hijos:
- No sacar el salvavidas: nadie muere de aburrimiento y no es muy positivo que les rescates de esa sensación. Y por salvavidas nos referimos a tus dotes de animador sociocultural, tu catálogo de soluciones o incluso las pantallas.
- Ver el lado positivo del aburrimiento. Si vivimos el aburrimiento como un problema o como una pesadez o tenemos miedo, como dice Alberto, de que nos la líen, tal vez nuestros hijos verán el aburrimiento como un problema difícil de solucionar. Sin embargo, si les transmitimos que el aburrimiento es una oportunidad para pararse y pensar qué quiero y puedo hacer con mi tiempo, seguramente lo verán de otro modo.
- Transmitir confianza en que podrán encontrar algo interesante que hacer. Muchas veces vivimos el aburrimiento de nuestros hijos como la obligación de sacarlos de ahí y, por lo tanto, los sobreprotegemos. Pero si pensamos que son ellos los que saben, mejor que nadie, qué hacer con ese tiempo y cómo divertirse, si les transmitimos el mensaje de que ellos pueden gestionar su tiempo, seguro que sentiremos menos presión y haremos a nuestros hijos más autónomos.
- Vivirlo como una oportunidad para conectar y ser creativos. La unión hace la fuerza, y también contra el aburrimiento. Seguro que juntos se os ocurren muchos juegos, muchas actividades que realizar juntos o mucho por inventar.