A estas alturas todos conocemos a Noah, el niño de tres años al que Disneyland París no permitió disfrazarse de Elsa (Frozen) y participar en la atracción, “Princesa por un día”, tras argumentar que la actividad era “solo para niñas”. Su madre, que no dudó en contar lo ocurrido en su blog, ‘Sparkles and Strechmarks’ ha convertirlo el hecho en viral y ha lanzado una pregunta desde sus redes sociales al parque temático: “¿De verdad no se le permite experimentar las mismas experiencias que las niñas que vienen al parque simplemente porque él es “un niño”?
Desde Gestionando Hijos hemos querido analizar el tema más en profundidad con Alba Alonso Feijoo, profesora, apasionada de la educación y fundadora de Realkiddys, un proyecto que lucha por conseguir la igual de género desde la infancia.
- Alba, parece increíble que sigan pasando cosas como esta, y más teniendo en cuenta que se trataba simplemente de un disfraz…
Efectivamente. Lo que tenemos que hacer es dejar ya de etiquetar todo: juguetes, libros, colores… en función del sexo. En este caso, un disfraz. Un disfraz es una transformación. Te estás convirtiendo en otro personaje. No tiene porque ser siempre en un personaje del mismo sexo. Por esa regla de tres, no podríamos disfrazarnos de perro o mesa porque es un objeto, y nosotros no lo somos. Este niño admiraba al personaje de Elsa y quería ir disfrazado de ella. No entiendo cuál es el problema.
- ¿Crees que hubiera ocurrido lo mismo en el caso de que hubiera sido una niña la que quisiera disfrazase de Spider Man, por ejemplo, para participar en una atracción?
En absoluto. Si una niña quiere ir disfrazada de algún personaje masculino no hay ningún problema porque eso es “subir de categoría”. Pero si un niño quiere ir de Elsa o de princesa está bajando de categoría. Lo femenino se considera inferior. Pero el problema va más allá. El problema es, en el caso de los niños, el miedo que tiene la gente no tolerante a que su hijo, por disfrazarse de princesa, pueda cambiar su orientación sexual. Su sexualidad no va a cambiar porque se ponga un disfraz o se pinte las uñas.
- Muchas veces somos las propias madres y padres los que caemos en ese tipo de estereotipos, aún siendo tolerantes y creyendo firmemente en la igualdad de género. ¿Qué podemos hacer para remediarlo?
Sí, seguimos educando con muchos estereotipos. Un ejemplo es ver como seguimos vistiendo a nuestra hija de rosa y a nuestro hijo de azul. Son asociaciones que tenemos tan arraigadas y naturalizadas que no pensamos más allá. Hay que ser más reflexivos. Cuando vamos a comprar un juguete a una niña no mirar si es de niña o niño o intentar que no todo lo que compremos a nuestra hija sea rosa o a un niño azul. Si a mi hija le apetece un Superman se lo compro y al revés. Si mi hijo quiere un traje de princesa no tengo porqué decirle que no.
- Supongo que el problema también es la estigmatización social…
Sí. Venimos de una sociedad muy conservadora. Tú puedes cambiar a los niños pero a los adultos es más complicado. Y ese es el problema. Que hay que educar a toda la sociedad, no solo a nuestros hijos. Y además, no solo hay que educar en la igualdad de género, sino en la tolerancia. Para que luego no se produzcan episodios de bullying o discriminación. El problema es que aunque tú permitas ir a tu hijo disfrazado de princesa a la fiesta de fin de curso del colegio, muy probablemente sufrirá, como dices, una estigmatización social.
- Solo hay que mirar a nuestro alrededor para darse cuenta de que nuestras hijas e hijos no paran de recibir estímulos en los que se les muestra como diferentes en función de su género. ¿Qué podemos hacer los padres para contrarrestarlos?
La televisión está llena de series, anuncios… en los que se repiten constantemente estereotipos desiguales. En Navidad no paramos de ver anuncios de cocinitas protagonizados por niñas y de coches protagonizados por niños. Nuestros hijos reciben muchísimos estímulos a lo largo del día que los padres tenemos que saber compensar mediante el diálogo y el ejemplo. Tratar de que no vean en casa comportamientos desiguales. Que lo que vean es que no solo plancha la madre, sino que el padre también lo hace. Es decir, que no hay tareas de hombres y tareas de mujeres. Y luego está el diálogo. Hacerles reflexionar cuando veamos juntos, por ejemplo, un anuncio de coches. ¿Cómo? Con preguntas tipo: ¿tú crees que las chicas no conducen?, ¿mamá conduce igual que papá, verdad? Llegará un momento que ellos mismos lleguen a esa reflexión. Tú solo tienes que ir sembrando la semillita. Poniendo tu grano de arena.
- Supongo que aquí también tienen un papel fundamental los profesores.
Los profesores somos importantísimos en esta tarea, tenemos mucho poder. Hay que saber aprovecharlo para conseguir niños felices y tolerantes. Si en clase se da alguna situación similar a la de Noah, dejar los libros a un lado y educar en esa situación. En Realkiddys hacemos talleres de igualdad para que los niños reflexionen y nos damos cuenta de que lo que les contamos se les va quedando, lo van interiorizando poco a poco.
Realkiddys es un proyecto precioso que promueve la igualdad de género con el objetivo de que cada niña y cada niño pueda mantenerse único, tal como nació. No igual, ni diferente, sino único, porque, como dice Alba, su fundadora, “así es como llegan a este mundo y así es como deberían vivir en él. Que cada uno pueda elegir cómo quiere ver y disfrutar del mundo en el que vive”.