Conocimos este importante estudio científico en una charla de Alberto Soler en la que entendimos la importancia de desterrar las etiquetas en la educación de los hijos. ¿Qué pasaría si a un profesor le dicen que algunos de sus alumnos son tremendamente brillantes, aunque no sea verdad? Te lo contamos en este post en el que hablamos de la importancia de nuestras expectativas en el comportamiento de nuestros hijos.
El mito de Pigmalión
El mito de Pigmalión cuenta que un rey, buscando la mujer perfecta, la esculpió en piedra y se enamoró de ella. La diosa Afrodita, emocionada por el deseo del rey, convirtió la estatua en una mujer de carne y hueso. Nos recuerda Aberto que este mito “se usa para ejemplificar cómo las expectativas que nosotros tenemos acerca de algo pueden hacer que ese algo se convierta en realidad”.
El estudio Rosenthal-Jacobson: Pigmalión en las aulas
En los años 60, Lenore Jacobson, directora de una escuela primaria en San Francisco, y Robert Rosenthal, psicólogo, realizaron un estudio: pasaron a 320 estudiantes un test de inteligencia. Eligieron al azar a un grupo de 65 estudiantes y crearon informes falsos sobre ellos para los profesores, en los que señalaban que estos alumnos eran tremendamente brillantes, con una inteligencia por encima de la media. Al finalizar el curso, los 320 estudiantes realizaron de nuevo el test de inteligencia. Y, en contra de lo que pudiera suponerse, los resultados de los 65 alumnos etiquetados como especialmente brillantes cambiaron notablemente, todos ellos presentaban un cociente intelectual mucho mayor. Alberto Soler nos recordaba que este dato del cociente intelectual no suele cambiar demasiado con el tiempo y se explica este asombroso resultado de esta manera: “Habían manipulado las expectativas de los profesores”, de tal modo que si un alumno de los 65 considerados excelentes interrumpía en clase “se interpretaba como signo de interés e inquietud intelectual”. Sin embargo, si un alumno no considerado excelente interrumpía, “se entendía que molestaba”. Por eso,concluye Alberto que “las etiquetas condicionan un trato diferencial” y además, tienen la capacidad de hacer que tratemos de “encajar mejor en lo que se espera de nosotros”.
Sé el Pigmalión positivo de tus hijos
Patricia Ramírez, experta en psicología deportiva, nos cuenta en nuestra plataforma que “somos lo que creemos que somos”, si bien los niños creen que son lo que sus padres, madres, amigos, profesores, etc. dicen que son. De ahí que sea importante transmitirles confianza, aceptación y seguridad, para que ellos quieran ser su mejor versión.
Patricia nos ofrece algunas claves para lograrlo, entre ellas:
- Transmitir amor y aceptación incondicional
- Elogiar el esfuerzo, la actitud y el proceso, no el logro: por ejemplo, hacerle reflexionar sobre qué hizo para sacar un nueve en lugar de solo felicitarle por el nueve.
- Poner el foco en los aspectos positivos más que en los negativos y entender el error como parte del aprendizaje.
- Transmitir que confiamos en nuestros hijos y los vemos capaces
- No resolverles los problemas.
Tal como decía la maestra Rita Pierson en una charla emocionante, “¡qué poderoso sería nuestro mundo si hubiera niños y niñas que no tuvieran miedo a correr riesgos, que no tuvieran miedo a pensar y que tuvieran un campeón a su lado! Todos los niños merecen un campeón, un adulto que nunca deje de creer en ellos, que insista en que se conviertan en lo mejor que puedan llegar a ser”.
Si quieres leer más sobre experimentos educativos y el efecto Pigmalión, te recomendamos: